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El regreso del laborismo marca un hito en el Reino Unido pero no aleja las turbulencias

El colapso de los conservadores tras 14 años y la respuesta laborista

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El regreso del laborismo marca un hito en el Reino Unido pero no aleja las turbulencias
Keir Starmer enfrenta turbulencias políticas tras su victoria en las elecciones de 2024 en el Reino Unido. (FUENTE EXTERNA)

El triunfal regreso del laborismo al Gobierno y su promesa de cambio han marcado en 2024 un nuevo capítulo en el Reino Unido, ávido de un rumbo diferente tras 14 años de mandato conservador, pero no han logrado despejar las turbulencias políticas ante la incertidumbre sobre el proyecto de Keir Starmer.

El primer ministro, un hombre sobrio que en el pasado ejerció de fiscal del Estado, se impuso en las elecciones generales del 4 de julio con una aplastante mayoría absoluta, al ganar 412 escaños en la Cámara de los Comunes (baja), si bien, por el singular sistema británico, lo hizo con apenas un 33 % del voto.

El Partido Laborista obtenía así su mejor resultado desde el récord de 418 diputados logrado en 1997 por Tony Blair.

Su irrupción en Downing Street -despacho oficial del jefe del Ejecutivo- encapsuló un mensaje urgente de la ciudadanía, desencantada tras más de una década de austeridad y saturada por los escándalos de los gabinetes 'tories', sobre todo el dirigido por Boris Johnson y sus infracciones durante la pandemia.

La popularidad inicial de Starmer contrastó con el hundimiento de la formación de derechas, gestionada en los últimos dos años por Rishi Sunak, que se atascó en una crisis sin precedentes al obtener en julio apenas 121 escaños en las urnas, frente a los 364 de Johnson en 2019 con su promesa de ejecutar el Brexit.

El batacazo con el que el electorado dijo adiós a los conservadores se debió, en parte, al avance inédito del populista Reform UK del antiguo eurodiputado eurófobo Nigel Farage, quien personalmente obtuvo un escaño en los Comunes después de siete intentos.

Promesas de cambio y decisiones impopulares

Starmer, cuarto primer ministro en cinco años, proclamó a los cuatro vientos su propósito de pasar página pero nunca ocultó que el cambio vendría acompañado de medidas impopulares, necesarias para enderezar el caos generado por sus antecesores, responsables, según él, de haber dejado un enorme agujero fiscal.

Desde su llegada al poder, el laborismo ha tenido que vadear inesperadas polémicas de diversa índole motivadas por algunas de sus decisiones.

Entre ellas, la supresión de un subsidio energético durante el invierno para millones de pensionistas o la controversia ocasionada al aceptar regalos de lujo, como ropa o gafas de diseño, de un donante acaudalado, e incluso entradas para un concierto de Taylor Swift.

Tras pocas semanas en el cargo, Starmer tuvo que adoptar "medidas de emergencia" para evitar el hacinamiento en las prisiones del país, otro movimiento impopular, con la liberación anticipada de presos por delitos menores.

No le ayudó tampoco la marcha de su jefa de gabinete, la exfuncionaria Sue Gray -a quien reemplazó el más político Morgan McSweeney-, tras un intenso escrutinio mediático a sus funciones en el gabinete y entres rumores de rencillas internas.

Todo ello ha hecho mella en la percepción pública del primer ministro. Su popularidad ha ido decayendo, según los últimos sondeos de opinión, y el pasado 8 de octubre se desplomaba a su nivel más bajo desde que asumiera el liderazgo laborista en 2020.

Crísticas de empresarios

A finales de octubre, la presentación a cargo de la ministra de Economía, Rachel Reeves, del primer presupuesto general de este Gobierno generó críticas de empresarios por el incremento de las contribuciones a la seguridad social y de granjeros descontentos por un nuevo impuesto de sucesiones.

Con estas subidas, que financiarán una mayor inversión en servicios públicos, el Ejecutivo quiere recaudar 40,000 millones de libras (50,000 millones de euros), en parte para sufragar el déficit presupuestario de 22,000 millones (26,340 millones de euros) que dice haber heredado del Gobierno conservador.

A cambio, el laborismo ha prometido nuevas inversiones en defensa, vivienda y educación, con partidas, por ejemplo, de 6,700 millones de libras (más de 8,000 millones de euros) para mejorar las instalaciones y servicios en la escuela pública.

Aunque la mayor recompensa se la lleva la deteriorada sanidad pública (NHS), que aumenta en 22,600 millones de libras (27,000 millones de libras) su presupuesto, para paliar una lista de espera de 7,6 millones de personas.

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