La coalición que sostiene la UE queda en el aire tras el choque de populares y socialistas
Como mediadoras están la tercera parte de la coalición, los liberales de Renovar Europa, y la propia presidenta del Parlamento Europeo
Las dificultades en el Parlamento Europeo para aprobar a los vicepresidentes de la nueva Comisión Europea han desatado un choque frontal entre las dos principales familias políticas en Bruselas, populares y socialdemócratas, que deja pendiendo de un hilo la coalición que durante décadas ha sostenido y permitido avanzar a la Unión Europea.
El 'impasse' europeo continúa este jueves sin nuevas conversaciones formales previstas a corto plazo tras dos días muy cargados políticamente, con el telón de fondo del bloqueo popular a la candidata española Teresa Ribera y el enfado de los socialdemócratas, que dicen negarse a "seguir blanqueando" al Partido Popular Europeo (PPE) cuando ya no lo consideran un socio fiable.
La primera consecuencia directa del bloqueo es el riesgo de que la nueva Comisión Europea no arranque su mandato el próximo 1 de diciembre, como estaba previsto, pero también deja en el aire la coalición entre partidos proeuropeos con la que históricamente se ha sacado adelante prácticamente toda la legislación y que, junto a los Verdes, dio a Ursula von der Leyen su segundo mandato en julio.
Desde las últimas elecciones europeas, el PPE tiene la posibilidad de pactar tanto con esos grupos proeuropeos, como con los Conservadores y Reformistas y los de extrema derecha (Patriotas por Europa y Europa de las Naciones Soberanas), con los que ha consensuado en los últimos meses enmiendas a textos sobre el presupuesto comunitario o la posición de la institución respecto a la crisis en Venezuela.
Seis vicepresidentes y un comisario, pendientes
Los vicepresidentes ejecutivos designados de la próxima Comisión, procedentes de España, Francia, Italia, Rumanía, Finlandia y Estonia, así como el comisario designado de Hungría, son los perfiles cuyo futuro queda en suspenso por la situación.
Tres de ellos emergen como los más controvertidos: el húngaro Olivér Varhelyi, enviado de Viktor Orbán al Ejecutivo comunitario al que se le ha dado una cartera menor; el italiano Raffaelle Fitto, a quien los progresistas no quieren que se le otorgue una vicepresidencia; y la española Teresa Ribera, contra quien el PP español ha abierto una cruzada a la que se han sumado sus socios populares europeos.
El PP atribuye a Ribera la responsabilidad de la tragedia de la dana en Valencia y exige al Gobierno un nuevo candidato, si bien desde el PPE no manejan el extremo de pedir otro nombre y plantean de momento dos condiciones: que Ribera acuda al Congreso a dar explicaciones y que se comprometa a dimitir si se le abre un juicio oral a cuenta de su gestión durante el temporal.
Estas condiciones van aparejadas a que el grupo socialdemócrata europeo dé también la luz verde a Varhelyi y a Fitto, aunque en la práctica los populares no les necesitan y les pueden sacar adelante con sus socios a la derecha del hemiciclo.
Enfado de los socialdemócratas
Los socialdemócratas, por su parte, consideran una afrenta que los populares pongan a estos dos perfiles al mismo nivel que Ribera, ya que Fitto y Varhelyi pertenecen a partidos externos a la coalición proeuropea que, apuntan, el PPE dice favorecer como socio a la hora de pactarlo todo en Bruselas.
"Evidentemente ellos tienen dos mayorías posibles. Nosotros no, pero lo que tampoco vamos a permitir es que nos utilicen simplemente para que él blanquee su cara y pueda salir de vez en cuando diciendo que hay que hacer un cordón sanitario cuando en el día a día hace exactamente lo contrario", subrayó una fuente socialdemócrata en alusión al presidente del grupo de PPE, Manfred Weber.
Los socialdemócratas, por el momento, se cierran a dar su apoyo al húngaro o al italiano.
Fuentes populares hablan aún de "disposición al diálogo", pero para los socialdemócratas la confianza está rota y dicen que, aún sin ellos, el PPE puede sacar adelante cualquier voto o candidato con los ultraconservadores y la extrema derecha.
Esta opción, aritméticamente posible, es políticamente compleja para un Weber que aún mantiene que no quiere cooperar de manera directa ni con los Patriotas por Europa ni con los Soberanistas (donde está AfD) y cuyo país, Alemania, enfrenta en tres meses unas elecciones. En Berlín, la CDU sí mantiene un cordón sanitario a la ultraderecha.
"Que Von der Leyen diga si acepta haber sido elegida con una mayoría y estar sostenida ahora durante cinco años por otra mayoría distinta", resumen fuentes socialistas.
Como mediadoras están la tercera parte de la coalición, los liberales de Renovar Europa, y la propia presidenta del Parlamento Europeo, Roberta Metsola, que se reunió con los jefes de grupo para tratar de acercar posiciones y se mantiene optimista.
"El Parlamento Europeo votará sobre la nueva Comisión el 27 de noviembre. Aún tenemos tiempo, (...) es nuestra responsabilidad y nos la tomamos muy en serio, especialmente viendo lo que está pasando en el mundo. Los primeros meses de una legislatura siempre son difíciles, pero es importante que trabajemos juntos", defendió Metsola en un comunicado.
Fuentes parlamentarias apuntan a la próxima semana, previsiblemente el miércoles, como el día en el que todos los actores se vuelvan a sentar a la mesa para ver el margen de maniobra. Hasta entonces, confían, se podrían calmar las aguas para intentar salvar la coalición.
De no hacerlo, advierte otra fuente, "nos adentramos en terreno desconocido".