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El frío y el hambre acechan tras el sismo en Turquía y Siria

Miles de personas piden agua y comida en medio del frío invernal

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El frío y el hambre acechan tras el sismo en Turquía y Siria
Sigue la búsqueda de sobrevivientes. (FUENTE EXTERNA.)

Miles de personas que perdieron sus hogares en un terremoto catastrófico se cobijaban el jueves en torno a hogueras y piden agua y comida en medio del frío invernal, tres días después de que el temblor y una serie de réplicas golpearan Turquía y Siria y mataran a más de 20,000 personas.

Los rescatistas continuaban su carrera por sacar a más personas con vida de entre los escombros, mientras se acababa el tiempo para encontrar sobrevivientes atrapados. Pero en algunos lugares, el enfoque comenzó a cambiar en la demolición de estructuras inestables.

Aunque las historias de rescates milagrosos alegraban brevemente el ánimo, la dura realidad de las penurias para decenas de miles de personas que habían sobrevivido al desastre arrojaban una sombra sobre los esfuerzos. El número de muertos ya superó a los que dejó el sismo y tsunami de Japón en 2011 que dejó más de 18,400 fallecidos.

En el noroeste de Siria, llegaron los primeros camiones de ayuda de la ONU e ingresaron al área controlada por los rebeldes desde Turquía, lo que subraya la dificultad de llevar ayuda a las personas en el país desgarrado por la guerra civil. En la ciudad turca de Antakya, decenas de personas se apresuraron a pedir ayuda frente a un camión que distribuía abrigos para niños y otros suministros.

Ahmet Tokgoz, un sobreviviente, pidió al gobierno que evacuara a gente de la devastada región. Aunque muchas de las decenas de miles que han perdido sus hogares han encontrado refugio en carpas, estadios y otros alojamientos temporales, otros han pasado las noches al raso desde el sismo de magnitud 7.8 del lunes.

“Especialmente con este frío, no es posible vivir aquí”, dijo Tokgoz. “La gente se calienta alrededor de las hogueras, pero las hogueras sólo te calientan hasta cierto punto... Si la gente no ha muerto de quedar atrapada bajo los escombros, morirán del frío”.

El tiempo invernal y los daños en carreteras y aeropuertos por el temblor han complicado la respuesta al desastre en Siria y Turquía. Algunos en Turquía se han quejado de la lentitud de la respuesta. Cualquier impresión de que el gobierno del presidente, Recep Tayyip Erdogan, ha gestionado mal la crisis podría perjudicarle en la dura pelea por la reelección el próximo mayo. Erdogan, que tenía previsto continuar el jueves su gira por las zonas afectadas, ha intentado restar importancia a las críticas.

En la localidad turca de Elbistan, los socorristas sacaron de los escombros a una anciana.

Los equipos pedían silencio con la esperanza de escuchar súplicas sofocadas de ayuda, y el grupo de paramédicos sirios conocido como Cascos Blancos señaló que “cada segundo podría significar salvar una vida”.

Pero cada vez con más frecuencia, los equipos sacaban cadáveres. En Antakya, más de 100 cuerpos esperaban ser identificados en una morgue improvisada frente a un hospital.

Con la disminución de las posibilidades de encontrar personas con vida entre los escombros, los equipos comenzaron a demoler edificios en algunos lugares.

En Adiyaman, periodistas de The Associated Press vieron a una persona suplicar a los rescatistas que revisaran los escombros de un edificio donde quedaron atrapados sus familiares. Los trabajadores se negaron, diciendo que no había nadie vivo allí y que tenían que priorizar las áreas donde podría haber sobrevivientes.

Un hombre, que solo dijo llamarse Ahmet por temor a represalias del gobierno, dijo a la AP: “¿Cómo puedo ir a casa y dormir? Mi hermano está allí. Puede que todavía esté vivo”.

En Antakya, al sur, los rescatistas sacaron a una niña, Hazal Guner, de entre los escombros de un edificio y a su padre, Soner Guner, también con vida, según reportó la agencia noticiosa IHA.

Mientras preparaban al hombre para meterlo en una ambulancia, los socorristas le contaron que su hija estaba viva. “Los quiero a todos”, susurró débilmente al equipo.

En otra parte de la ciudad, Serap Arslan contó que la maquinaria no empezó a mover parte del pesado hormigón hasta el miércoles.

“Hemos intentado retirar los escombros por nuestra cuenta, pero por desgracia nuestros esfuerzos han sido insuficientes”, agregó el hombre, de 45 años.

Más de 110,000 rescatistas participaban ya en los esfuerzos, según la agencia turca de gestión de desastres, y se habían enviado más de 5,500 vehículos como tractores, grúas, topadoras y excavadoras.

Rescates 

En la ciudad siria de Alepo, bajo control del gobierno, los rescatistas sacaron el jueves a siete personas con vida y 44 cuerpos de un edificio derruido en el centro de la ciudad, según la televisora estatal.

“Trabajamos contra el tiempo. El tiempo se acaba”, dijo el grupo paramédico sirio Cascos Blancos, que opera en la región noroeste controlada por rebeldes. “Cada segundo podría suponer salvar una vida”.

Como en Turquía, hacía falta maquinaria pesada para acelerar los rescates, indicó el grupo.

En Siria, las tareas de ayuda se han visto obstaculizadas por la guerra y por el aislamiento de la región controlada por los rebeldes a lo largo de la frontera, que está rodeada por fuerzas gubernamentales respaldadas por Rusia. El país es un paria internacional sujeto a sanciones occidentales vinculadas a la guerra.

Los primeros camiones de ayuda de la ONU cruzaron el jueves al noroeste de Siria desde Turquía. Funcionarios de Naciones Unidas dijeron que intentaban incrementar los envíos a la zona desde la capital, Damasco.

El convoy se había programado antes del terremoto, pero se vio retrasado por los daños en las carreteras. Se esperaba que más tarde llegaran camiones con asistencia específicamente para la nueva crisis, añadieron los funcionarios.

Aun así, la escala del sufrimiento y la pérdida era enorme. Las autoridades turcas anunciaron el jueves que la cifra de muertos había superado los 17,100 en su país, con más de 70,000 heridos. Del lado sirio, que incluye zonas bajo control del gobierno y otras en manos de rebeldes, se han reportado más de 3,100 muertos y más de 5,000 heridos.

Erdogan intentó rechazar el miércoles las críticas por la respuesta al sismo y prometió mejoras.

“No es posible prepararse para semejante desastre”, declaró durante una visita a la afectada provincia de Hatay. “No desatenderemos a ninguno de nuestros ciudadanos”.

Con respecto a las críticas, el mandatario dijo que “gente deshonrosa” difundía “mentiras y calumnias” sobre la respuesta del gobierno.

El mandatario anunció que el ejecutivo distribuiría 10,000 liras turcas (532 dólares) a las familias afectadas.

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