G7 y UE acuerdan tope de 60 dólares al petróleo ruso
La medida se adoptó como parte de las sanciones occidentales que buscan reordenar el mercado mundial de petróleo para evitar alzas súbitas de precios
Los países del G7 y Australia acordaron el viernes adoptar un precio límite de 60 dólares por barril para el petróleo ruso, horas después de que la Unión Europea alcanzara un acuerdo unánime sobre el mismo precio.
La medida se adoptó como parte de las sanciones occidentales que buscan reordenar el mercado mundial de petróleo para evitar alzas súbitas de precios y quitarle al presidente Vladimir Putin fondos para la guerra en Ucrania.
Europa tenía que fijar el precio reducido que pagarán otros países antes del lunes, cuando entra en vigor el embargo de la UE sobre el petróleo ruso enviado por mar y una veda a los seguros para esos suministros. El precio fijado tiene como fin evitar una pérdida súbita del crudo ruso en el mercado mundial, lo que podría generar un nuevo aumento en los precios de la energía y mayor inflación.
La secretaria del Tesoro de Estados Unidos, Janet Yellen, dijo en un comunicado que el acuerdo ayudará a las naciones que participan en el plan a lograr el objetivo de restringir la “principal fuente de ingresos de Putin para su guerra ilegal en Ucrania y, al mismo tiempo, preservar la estabilidad de los suministros energéticos mundiales.”
La cifra de 60 dólares fija el tope cerca del precio actual del crudo ruso, que recientemente cayó por debajo de los 60 dólares el barril. Algunos critican que no es lo suficientemente bajo como para reducir una de las principales fuentes de ingresos de Rusia. Sigue siendo menor que el precio del crudo de referencia internacional: el Brent, que cayó el viernes a 85.48 dólares el barril, pero podría ser lo suficientemente alto como para que Moscú siga vendiendo aunque rechace la idea de un tope.
La pérdida de grandes cantidades de crudo del segundo productor mundial supone un gran riesgo para el mercado internacional. Podría hacer subir los precios de la gasolina a los conductores de todo el mundo, lo que ya ha provocado agitación política en varios países. Europa ya está sumida en una crisis energética, y sus gobiernos enfrentan protestas por el aumento del costo de la vida, mientras que los países en desarrollo son aún más vulnerables a los cambios en los costos de la energía.