El balance de muertos por las protestas en Irán aumenta a 154, según una ONG
Entre los muertos hay nueve menores de edad
El balance de muertos en Irán por las recientes protestas desencadenadas a raíz de la muerte de la joven kurdo-iraní Mahsa Amini, detenida por la Policía de la Moral por no llevar bien puesto el velo, ha aumentado a 154, según el último balance publicado por la organización de Derechos Humanos Iran Human Rights.
A esta cifra, en la que se incluyen al menos nueve muertes de menores, aunque sin tener todas las pruebas documentales verificadas, habría que sumar los más de 63 muertos de las protestas del pasado viernes en Zahedán.
"La muerte de manifestantes en Irán, en particular en Zahedán, son crímenes contra la Humanidad. La comunidad internacional tiene el deber de investigar estos crímenes y evitar que la República Islámica cometan más crímenes", ha afirmado el director de Iran Human Rights, Mahmud Amiri-Moghaddam.
Según esta organización, los manifestantes concentrados tras los rezos del viernes en Zahedán para protestar por la violación de una niña baluchí de 15 años por parte del jefe de la Policía de Chabahar fueron duramente reprimidos por las fuerzas de seguridad. La Campaña de Activistas Baluchíes publicó un listado de 41 fallecidos el domingo, que ahora ha aumentado a 63.
En total, los manifestantes han muerto en al menos 17 provincias, con la mayor cantidad reportada en Sistán y Baluchistán, con 63 personas muertas, seguida de Mazandaran, con 27, Gilán (12) y Azerbaiyán Occidental (11). Algunos murieron instantáneamente y otros fallecieron a causa de sus heridas más tarde. La mayoría de las muertes se informaron los días 21, 22 y 30 de septiembre.
El grupo ha denunciado con anterioridad los graves problemas para poder acceder a Internet en los diez últimos días que han afectado a plataformas como Instagram, WhatsApp, Signal, Viber, Skype, LinkedIn, Google Play o App Store.
Amini fue detenida el 13 de septiembre y falleció tres días después de caer en coma tras desmayarse en un centro de detención, en medio de denuncias sobre torturas y malos tratos. La Policía ha negado las acusaciones y el presidente iraní, Ebrahim Raisi, ha prometido una investigación.