Vacunas no evitan COVID-19 de larga duración, según reporte
Según el estudio, una tercera parte de aquellos que se infectaron pese a estar vacunados mostraron signos de COVID de larga duración
Una nueva investigación en Estados Unidos sobre el COVID-19 de larga duración proporciona nuevas evidencias de que puede presentarse incluso en personas vacunadas, y que los ancianos tienen mayor riesgo de sufrir efectos a largo plazo.
En un estudio realizado en veteranos y publicado el miércoles, aproximadamente una tercera parte de aquellos que se infectaron pese a estar vacunados mostraron signos de COVID de larga duración.
Un informe por separado de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus iniciales en inglés) reveló que hasta un año después de una infección inicial de coronavirus, 1 de cada 4 adultos mayores de 65 años presentaba al menos un posible problema de salud de COVID de larga duración, en comparación con 1 de cada 5 adultos más jóvenes.
El COVID de larga duración se refiere a cualquiera de más de una veintena de síntomas que persisten, son recurrentes o aparecen por primera vez al menos un mes después de enfermar de coronavirus. Estos síntomas pueden afectar todas las partes del cuerpo y podrían incluir fatiga, problemas para respirar, problemas para concentrarse y trombos.
Las vacunas contra el coronavirus que ayudan a evitar infecciones y cuadros graves brindan cierta protección contra el COVID de larga duración, pero cada vez más investigaciones revelan que no es tanta como los científicos esperaban.
El estudio en veteranos de guerra publicado en la revista Nature Medicine revisó los registros médicos de veteranos con una edad promedio de 60 años y la mayoría de ellos de raza blanca. De los 13 millones de veteranos, casi 3 millones de ellos se habían vacunado el año pasado, hasta octubre.
Aproximadamente el 1 %, o casi 34,000, enfermaron a pesar de estar vacunados. El autor principal del reporte, el doctor Ziyad Al Aly, destacó que el estudio se llevó a cabo antes de que apareciera la altamente contagiosa variante ómicron hacia finales del año, e indicó que la tasa de infecciones entre personas vacunadas posiblemente se ha incrementado.
Las infecciones entre personas vacunadas y los síntomas de COVID de larga duración fueron más comunes entre aquellos que recibieron la vacuna Johnson & Johnson de una sola dosis, en comparación con las dos aplicaciones de las vacunas de Moderna o Pfizer. Se desconoce si alguno de ellos recibió dosis de refuerzo, pues los refuerzos no se aprobaron en el país hasta finales de septiembre.
En total, 32 % desarrollaron síntomas de COVID de larga duración hasta seis meses después de haberse contagiado, en comparación con 36% de los veteranos no vacunados que resultaron infectados y desarrollaron COVID de larga duración.
La vacunación redujo las probabilidades de padecer síntomas de larga duración en un “modesto” 15 %, aunque disminuyó por la mitad el riesgo de problemas respiratorios o de trombos persistentes, dijo Al Aly, investigador de la Universidad de Washington y del sistema de salud de Asuntos de Veteranos, en San Luis. Los síntomas incluyen tos o falta de aliento persistente, y trombos en pulmones o en las venas de las piernas.
La doctora Kristin Englund, experta en enfermedades infecciosas y directora de un centro para pacientes con COVID de larga duración en la Cleveland Clinic, dijo que el estudio de Nature Medicine refleja lo que ve en su clínica. Sus pacientes con COVID de larga duración incluyen a personas vacunadas y con dosis de refuerzo.
“Al no tener tratamientos establecidos para el COVID de larga duración, es importante que todos se vacunen y usen otros métodos comprobados de prevención, como el uso de mascarillas y distanciamiento social a fin de evitar infecciones de COVID y, por lo tanto, de COVID de larga duración”, comentó Englund.
El reporte de los CDC, publicado el martes, usó registros médicos de casi 2 millones de adultos estadounidenses desde que comenzó la pandemia, en marzo de 2020, hasta noviembre pasado. Incluían a 353,000 que enfermaron de COVID-19. A los pacientes se les dio seguimiento hasta por un año para determinar si habían desarrollado alguno de los 26 problemas de salud que se le atribuyen al COVID de larga duración.
Aquellos que enfermaron de COVID eran mucho más propensos que los adultos sin COVID a desarrollar al menos uno de esos problemas, y los riesgos eran más altos entre las personas de 65 años y mayores. No se incluyó información sobre estatus de vacunación, género ni raza.