¿Qué podemos hacer para ser más felices?
Muy alejados de los primeros puestos en el ranking de países felices, quizás República Dominicana deba empezar a imitar las buenas acciones de las naciones ganadoras
Ah, la felicidad. Esa sensación de bienestar y plenitud. Esa certeza de que todo está bien y que, si no, lo estará. Hace poco unos científicos demostraron en un laboratorio que la realidad objetiva no existe y que, tal y como dice el viejo refrán: “todo es según del color del cristal con el que se mira”; la realidad depende de quien esté mirando.
Los detalles de esa conclusión son complejos y se llevó a cabo con varios experimentos entre más de dos científicos, pero si partimos de esa comprobación entonces es posible comprender por qué hay países más felices que otros.
En Noruega, por ejemplo, los ciudadanos suelen tener una actitud de optimismo que abruma; huyen a los estados anímicos que provocan los problemas y las preocupaciones por lo que usan frases y palabras “mágicas” como mantras para reponerse y darse ánimos entre sí.
Ahora bien, ¿por qué todo esto? Porque se acerca el 20 de marzo, Día Internacional de la Felicidad, y estamos tratando de comprender por qué República Dominicana, isla caribeña con paisajes de ensueño, tierra del merengue y de gastronomía exquisita, de gente amable y hospitalaria que dice “Ok” y “No le pare’ a na’, no llega nunca a estar entre los primeros veinte de la lista. Es más, en el ranking del pasado año alcanzamos el puesto 83.
Los seis factores que toma en cuenta uno de los organismos que miden la felicidad –el Departamento de Investigación de la Felicidad de Copenhague, para las Naciones Unidas– son el producto interno bruto, la esperanza de vida, generosidad, corrupción, ayuda o apoyo social y la libertad en la toma de decisiones.
Al parecer, los ciudadanos de ciertos países son felices porque tienen gran parte, sino todas, de sus necesidades básicas resueltas. Si la realidad es como la perciben los ojos, entonces ¿cómo cree que es la realidad para esas personas en sus países? Y nosotros, ¿qué podemos imitar de ellos para sentirnos más contentitos e ir muertos de risa por la vida? Veamos el caso de los países que ocupan los tres primeros puestos de esa lista:
Finlandia
Para este país europeo la educación no es un juego; el servicio es gratuito hasta el bachillerato, y se toman muy en serio la igualdad. “Desde el nacimiento de Finlandia como país los dos pilares fundamentales de la sociedad han sido la igualdad y la educación”, declaró Eva Hannikainen, agregada de prensa y cultura de la Embajada de Finlandia en Madrid, para un medio local. Y no titubeó en agregar que Finlandia es transparente, y una de las claves de la felicidad de sus ciudadanos es que tienen confianza a sus políticos y entre ellos mismos, además de contar con numerosas políticas de apoyo social.
Noruega
Aunque destronados del primer puesto (Noruega fue el país más feliz en 2017), los nórdicos siguen sacando buenas notas en las métricas de la felicidad. Y es que, según el criterio de la ONU, la felicidad está estrechamente asociada a vivir en un Estado que provea bienestar y el Estado de Noruega parece aprovechar inteligentemente los recursos de la nación e invierte en el futuro; es un país rico que, según datos de la Oficina de Estadística de Noruega, tiene muy pocas diferencias de ingresos, y la pobreza y el desempleo son casi inexistentes. Entonces lo que da felicidad es no tener muchas preocupaciones y concentrarse en el disfrute de las pequeñas cosas cotidianas como la salida del sol –aunque no existen muchos días soleados allí– o compartir con familiares y amigos
Dinamarca
No se trata de si hay más o menos personas deprimidas, más bien qué tan satisfechos están con sus países los ciudadanos, y los daneses sí que están felices con las políticas en general que benefician no a uno, sino a todo el colectivo. Los habitantes de Dinamarca hablan de confianza, seguridad y satisfacción. Su alegría no tiene que ver con sonrisas ni fiestas, tiene que ver con sentir las garantías de protección de sus instituciones. La salud es gratuita al igual que, por ejemplo, varios servicios de educación extra para los niños. Pero hay más. Según una danesa entrevistada por el diario “El tiempo”, los impuestos son altos sí, pero también los ingresos y no hay que preocuparse por el retorno de los beneficios porque “el sistema funciona”, aseguró Marie Kildetoft. La honestidad y la confianza son importantes para ser feliz.
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