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“Modernist Bread”, un compendio sobre la importancia del pan

Se hicieron 1.500 experimentos para el desarrollo de recetas de pan

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“Modernist Bread”, un compendio sobre la importancia del pan
Este proyecto contienen más de 2.600 páginas, 5.500 fotografías y 1.200 recetas. (SHUTTERSTOCK)

Cinco años de trabajo de un equipo de 25 personas ha costado “Modernist Bread”, un compendio de 5 volúmenes que ahora se publica en español y que contiene “todo lo que hay que saber sobre el pan, que es mucho”, desde su historia hasta las múltiples variedades que existen en el mundo, recetas incluidas.

Se trata del último proyecto, publicado en español por Phaidon, de Cooking Lab, una iniciativa del exdirectivo de Microsfot Nathan Myhrvold que ha producido algunas de las más importantes obras gastronómicas de la contemporaneidad, como “Modernist Cuisine: El arte y la ciencia de la cocina” (2011) y que actualmente investiga la pizza y su evolución en los distintos países a los que llegó de la mano de inmigrantes italianos.

El jefe de cocina de Cooking Lab y coautor de “Modernist Bread” es Francisco Migoya, repostero mexicano afincado en Estados Unidos que ha recibido múltiples premios por una trayectoria con trabajos como el de jefe de pastelería del tres estrellas Michelin The French Laundry. En una entrevista con Efe, asegura que esta “biblia” del pan incluye “todo lo que hay que saber sobre el pan, que es mucho”.

Cada uno de los cinco volúmenes -que suman más de 2.600 páginas, 5.500 fotografías y 1.200 recetas- está dedicado a un tema relativo a uno de los alimentos más importantes de la Humanidad: su historia, sus ingredientes (dulces y salados), las técnicas y el equipamiento para su elaboración y dos recetarios.

Para Migoya, “Modernist Bread “ es “un logro” resultado de tareas de investigación, estudio y experimentación. “Hicimos 1.500 experimentos para el desarrollo de las recetas del pan durante tres años, lo que supone unos 500 anuales”, detalla a Efe.

Gracias a ello ofrecen recetas de panes conocidos, como el francés clásico o los de masa madre, pero también de otros como challah, naan, pretzels o ijera, narrando su historia “porque es “importante tener el contexto de dónde viene”.

“Todo ello en un lenguaje que se sale de lo científico, porque hemos ejercido como una especie de traductores para que todo el mundo lo pueda entender sin buscar en un diccionario”, ya que este compendio tiene fines pedagógicos, además de promover el consumo del pan y favorecer que se haga en casa.

En el trabajo de estudio el equipo ha identificado 27 recetas maestras principales de las que derivan unos 1.200 tipos de panes, entre los que algunos de los más recientes provienen de China o Japón.

“El bao (bollo al vapor) de China lleva harina muy blanca y delicada y eso sólo pudo ocurrir con tecnologías modernas; el pan de leche japonés es suave como los malvaviscos, no tiene nada que ver con un pan de pasa madre, y también es reciente”, apunta este experto.

En el resto del mundo, el pan forma parte de la dieta diaria de la población y durante siglos fue uno de los pocos alimentos diarios para masas hambrientas.

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Infografía
En el trabajo de estudio el equipo ha identificado 27 recetas maestras principale. (SHUTTERSTOCK)

No se sabe a ciencia cierta “si primero fue el pan o la cerveza”, se cree que pudo tener “un origen simultáneo en varias civilizaciones, como la rueda”, aunque la mayoría de los estudios se decantan por la egipcia, pero lo cierto es que “ha ido de mano con la historia de la Humanidad”.

Para el recetario, el equipo de Migoya ha elaborado desde panes incluidos en recetarios romanos a otros del Renacimiento, llegando a los “históricos de mediados del siglo XIX” y asegura que su aspecto y su sabor son “tan distintos” de lo que encontramos actualmente que quizá no muchos serían capaces de identificarlos como tales.

“El pan tiene ahora un propósito distinto al del pasado. Antes era lo único que comías al día, a veces era tu salario -de ahí viene la expresión ganarse el pan- y tenía que durar varios días e incluso meses para los viajes en barco. Eran panes densos, de baja hidratación, que tenían que saciar con poca cantidad”, apunta.

La cosa mejoró hasta que después de la Segunda Guerra Mundial la sociedad reclamó “un pan blanco, barato y que durara mucho tiempo”, demanda que cubrió la industria alimentaria llevando al mercado panes baratos pero de escasa calidad.

“El problema es que es el pan que la mayoría de la gente sigue consumiendo”, lamenta Migoya, quien no obstante reconoce que en los 70 comenzó en California (EE.UU.) un movimiento para hacer pan en casa y evitar alimentos procesados que ha hecho proliferar, especialmente en Estados Unidos y Europa, las panaderías artesanales.

Francia se lleva la palma, dice, en la preservación del buen pan, aunque España cuenta cada vez con mejores panaderías y más personas dispuestas a pagar por un pan de calidad.

No es la tónica general, advierte. “Hay gente que aún se pregunta por qué cobran el pan en los restaurantes o prefiere seguir comprando una barra a 50 céntimos”.

A ello se ha unido una campaña que aún perdura sobre que engorda y a la más reciente que ha convertido al gluten “en el diablo”, lo que “ha reducido e incluso anulado” la cantidad de pan que se consume.

Por ello “Modernist Bread”, que ha vendido más de 25.000 ejemplares en inglés, reivindica este alimento, aconseja sobre su conservación y da recetas para evitar su desperdicio, habla de su versatilidad del brioche del desayuno al sándwich de la cena, porque no hay día más largo que el que pasa sin pan.

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