¿Estás en una relación de maltrato psicológico? Señales para identificarlo
La violencia no se limita exclusivamente al uso de la fuerza o las heridas físicas; también incluye aspectos más complejos, como la violencia económica, patrimonial o psicológica
En el ámbito mundial, una de cada tres mujeres ha sufrido maltrato físico o violencia sexual, principalmente por parte de su pareja sentimental, según revela la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Sin embargo, también están los casos que corresponden a machismos cotidianos, violencia normalizada dentro de la sociedad que no necesariamente incluyen acciones que dejen lesiones visibles, pero que también son un tipo de maltrato.
Tal y como explica el terapeuta familiar y de pareja Jean Carlos Santos, quien ejerce en @lotuscentrointegral y el Instituto de la Familia, la violencia no se limita exclusivamente al uso de la fuerza o las heridas físicas; también incluye aspectos más complejos, como la violencia económica, patrimonial o psicológica. Esta última, dice, está presente de manera inherente en todas las anteriores.
Dentro de las conductas violentas ejercidas dentro de las relaciones de pareja más allá de los golpes, el experto cita insultos y humillaciones, el ejercicio del control, manipulación, intimidación o amenazas, culpabilización constante y persecución. A esas se suman otras conductas más específicas como obligar a la mujer a aislarse de los familiares, amigos y compañeros de trabajo, ocultar las finanzas o incurrir en deudas a nombre de la pareja y no saldarlas, así como obligar a la pareja a sostener actividades sexuales, ya sea por la fuerza o la disminución de sus facultades mentales a través del alcohol o drogas.
“Todas estas conductas, de ser recibidas de manera frecuente e impredecible por la pareja que dice amar dan paso a consecuencias significativas para la mujer, que es el objeto de la violencia”, señala. Dentro de las consecuencias destaca dos tipos: las físicas, que, por lo general, son las más fáciles de identificar, como cortes, moretones, fracturas, entre otras señales, y las psicológicas, las cuales no son fáciles de reconocer, en especial dentro de las relaciones íntimas.
En ese sentido, el especialista pone el siguiente ejemplo, que, si bien es ficticio, recoge las anécdotas de diferentes mujeres sobrevivientes de violencia:
Imagina llegar a casa luego de una jornada de trabajo, ver a tu pareja sentado frente al televisor, aún no ha ayudado a los niños con sus tareas o realizado la cena, ya que esto no es algo que “le corresponde a él”. Cuando le comentas al respecto, su falta de respuestas te hace entender que no te escuchó, insistes y alzas la voz levemente, pero al ver la mirada atenta de tu hijo de seis años, quien se encuentra aún más lejos que tu pareja, comprendes que no es que no te escucha, sino que te está ignorando. Ya en la noche, al querer hablar al respecto, riéndose te dice que él nunca ha sido indiferente y que quizá lo imaginaste. Cuando deseas hablar de la división de tareas, te acusa de siempre de “querer armar un lío durante las noches”. Te enojas e insistes en hablar al respecto, pero su respuesta es una agresión física hacia tu persona, la cual te silencia de inmediato. Debido a esto, la conversación termina ahí, entre el dolor, las lágrimas, el miedo y la tristeza. Cada día que pasa, te sientes menos comprendida, más asustada, cargada y sola; el estrés sigue aumentando. Hasta que aparecen la ansiedad y la depresión, te arropan tanto que ya no diferencias entre tu persona y la ansiedad o la depresión, se han vuelto una sola, ya no eres “Francia la proactiva”, ahora eres una persona sudorosa, a la defensiva, irritable, temerosa, insegura, desmotivada, distraída y triste.
Las consecuencias
Estar en una relación de maltrato es estar en constante incertidumbre, ya que nunca se sabe cuándo la otra persona volverá a adoptar una actitud violenta. “No sabes cuándo volverá a transformarse en la bestia que dice poder controlar, una bestia que cada vez está más presente, y por las razones más descabelladas, como olvidar apagar la luz, por ejemplo”, dice Santos. Esta situación, asegura, lleva al cuerpo a experimentar altos niveles de estrés, en búsqueda de no hacer que la pareja se moleste o intentando predecir lo impredecible.
Esa es la razón por la que las consecuencias psicológicas en las personas que han padecido este tipo de violencia son bastas, y mientras más frecuente y prolongado haya sido el maltrato al que se haya visto sometida, más profundas y duraderas serán estas heridas emocionales. “Algunas de ellas quizá siempre le acompañarán”, advierte.
Dentro de esas consecuencias psicológicas destaca:
-Dudar constantemente sobre la toma de sus decisiones y requerir la confirmación de alguien externo.
-Tener la sensación constante de que algo malo va a ocurrir, aunque esté en un lugar seguro.
-Dificultades para conciliar el sueño, o si se logra dormir, el sueño se ve interrumpido o no es reparador.
-Sensación de nerviosismo y taquicardias sin razón médica.
-Aparición de trastornos emocionales como la ansiedad o la depresión.
-Altos niveles de estrés y tensión.
-Apatía emocional y dificultades para identificar o manejar las emociones.
-Deterioro de la autoestima.
-Deterioro de las habilidades sociales.
En el caso de identificar algunas de las conductas violentas o consecuencias mencionadas en la relación, el experto recomienda buscar ayuda profesional. “Es importante que esa persona pueda recibir acompañamiento psicoterapéutico”, enfatiza.
Finaliza diciendo que no se debe juzgar a quienes se encuentran en una relación de maltrato y no deciden denunciarlo u optan por quedarse con su abusador, ya que alguien que no conozca a profundidad lo que es estar dentro de una relación de este tipo, difícilmente entienda porqué lo hacen. “En esos casos no podemos ser prestos a juzgar”, concluye.