Diseño 101: habitaciones con “buenos huesos”
El diseñador Thomas Jayne comparte sobre las tendencias clásicas de la decoración de interiores basadas en el libro de Edith Wharton
AP
Edith Wharton, autora ganadora del Premio Pulitzer y famosa por novelas ambientadas a finales del siglo XIX, también escribió un influyente libro sobre el diseño de interiores, considerado durante mucho tiempo una especie de “biblia” de la decoración estadounidense.
“The Decoration of Houses”, escrito antes de cualquiera de sus novelas, fue radical cuando se publicó en 1897. En coautoría con el primo lejano de Wharton, Ogden Codman, abogó por la simplicidad y el equilibrio en contraste con los excesos de la Edad Dorada.
El libro era “la obra indispensable y sensata sobre el tema”, dice el decorador de interiores Thomas Jayne del Jayne Design Studio de la ciudad de Nueva York. Lo llama “el libro de decoración más importante”.
Jayne ha escrito un nuevo libro, “Principios clásicos para el diseño moderno: lecciones de Edith Wharton y la decoración de las casas de Ogden Codman” (The Monacelli Press), que revisa el clásico. Argumenta que las ideas fundamentales de Wharton sobre la proporción y la planificación del espacio todavía crean los interiores más armoniosos y habitables, ya sean tradicionales o contemporáneos.
Su libro rastrea ideas contemporáneas sobre diseño y decoración hasta Wharton y Codman, mostrando dónde coinciden y divergen los enfoques antiguos y nuevos.
Organizado como “La decoración de las casas”, con capítulos dedicados a paredes, puertas, ventanas, techos y pisos, el libro de Jayne agrega cocinas y el uso del color, dos aspectos principales del diseño del hogar que Wharton y Codman no abordaron.
Acompañando el texto y las citas seleccionadas del original de Wharton y Codman, hay fotos exuberantes de interiores del Jayne Design Studio que demuestran los principios de diseño de Wharton y Codman. Los proyectos incluyen la restauración de salas públicas del siglo XVIII en Crichel House en Dorset, Inglaterra; al refugio de montaña de Montana; y una variedad de apartamentos y casas de campo en Nueva York.
Al igual que las novelas de Wharton pusieron una mirada inquisitiva y a menudo crítica sobre los excesos de la sociedad de la corteza superior, su libro sobre diseño fue una reacción a la Edad Dorada y a los excesos victorianos en los interiores, que se estaban volviendo abarrotados y quisquillosos, dijo Jayne.
“Este fue el primer libro de Wharton. Tenía dinero y medios, y había pasado su adolescencia y su década de los 20 mirando grandes habitaciones y hogares. Nunca nadie había escrito un libro dedicado por completo a la decoración, a diferencia de los tratados de arquitectura y lo que luego llamaron “libros de economía doméstica”, dijo Jayne en una entrevista.
“Ella ofreció una combinación inusual de consejos filosóficos y prácticos. La decoración interior tiene que funcionar, pero ella abogó por un plano de diseño más alto, con énfasis en habitaciones bien proporcionadas, con ventanas bien colocadas y de buen tamaño, además de buenos elementos estructurales como molduras, cornisas y techos bien diseñados, en lugar de las distracciones de demasiados muebles o adornos y pisos innecesariamente quisquillosos para las ventanas”, dijo.
El libro instó a las personas a centrarse en habitaciones bien proporcionadas con “buenos huesos”, dijo Jayne. “Y eso es tan cierto ahora como lo era entonces”.
A Wharton le gustaban los techos, dijo, viéndolos como superficies descuidadas y perfectas para influir en la sensación de toda la habitación. El libro de Jayne muestra varios techos muy estructurados y pintados para ilustrar los puntos de vista de Wharton.
Tanto el libro original como el trabajo de Jayne señalan que las hermosas habitaciones no tienen por qué ser costosas. “Los zócalos y las molduras de techo se venden por yardas en las tiendas del hogar y son extremadamente asequibles”, dice Jayne, “y hacen mucho para proporcionar estructura a una habitación”. Los muebles tampoco tienen que ser caros. “Solo necesitan ser proporcionales al tamaño y a la función de cada habitación”.
Si hay una conclusión principal, dice Jayne, es que “la tradición no se trata del pasado o del elitismo. La tradición es ahora. Es activa, importante y democrática”.
Su sección sobre cocinas, que Wharton ignoró porque ni ella ni muchos de sus lectores en ese momento preparaban su propia comida, argumenta a favor de las cocinas-comedor, con un enfoque en las cocinas como un espacio de reunión.
Y, aunque Jayne ignora los salones de baile, que se consideraban esenciales en los días de Wharton y Codman, dice que el comedor sigue siendo importante y debe incluirse en cualquier hogar lo suficientemente grande como para tener uno.
“Está bien tener una sala que solo se use para fiestas u ocasiones especiales, suponiendo que pueda pagar el espacio”, dijo. “Los comedores y salones de baile tienen el mismo tipo de lujo. Wharton llamó a este tipo de salas ‘salas de gala’”.
“Las salas de estar deberían ser salas de estar y las salas de gala deberían ser salas de gala, pero no hagas un híbrido. Cada una tiene su lugar ”, dijo Jayne, haciéndose eco de Wharton.
Jayne también es autor de “Las mejores habitaciones de América: cincuenta interiores influyentes desde el siglo XVIII hasta el presente” y “Decoración estadounidense: un sentido del lugar”, una monografía sobre el trabajo de su estudio (ambos publicados por The Monacelli Press).
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Texto: Katherine Roth
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