Cuando el azúcar “no es dulce”
Especialistas aseguran que el azúcar es solo una de las fuentes de glucosa que necesita nuestro organismo para vivir y no es precisamente la más saludable
la doctora Marián García (“Boticaria García”) y el dietista-nutricionista Aitor Sánchez, realizaron una charla-taller “Switch off the Sugar: Aprende a vivir sin azúcar añadido”, en la que desmienten algunos de los principales mitos sobre esta sustancia blanca y cristalina usada para endulzar en nuestra dieta.
En este workshop García y Sánchez hablan de los dogmas alimenticios que “nos inducen a seguir comiendo mal”, de la introducción del azúcar en nuestra dieta, y aportan claves para desmitificar algunos aspectos fundamentales en torno al azúcar y consejos para sustituirla en nuestro día a día.
En primer lugar, Aitor Sánchez no tiene una opinión especialmente dulce sobre el azúcar añadido: “aquel que se incluye de manera externa a los alimentos o productos alimentarios. La glucosa se puede obtener a partir de muchas fuentes de hidratos de carbono, y el azúcar es solo una de las opciones y, ni mucho menos, es la más saludable”, asegura.
Sánchez explica que el mayor mito sobre el azúcar es que “resulta indispensable para el ser humano, pero por mucho que lo hayamos escuchado nuestro cuerpo no necesita azúcar para vivir, sino glucosa”.
“La publicidad engañosa de los alimentos trata de imponer la creencia de que el ser humano necesita azúcar para aguantar activo hasta el final del día, y llevamos años cayendo en este error sin pensar que es glucosa lo que realmente se necesita, un compuesto que podemos encontrar en alimentos que ni siquiera tienen un sabor dulce”, señala el experto, quien es diplomado y graduado en Nutrición Humana y Dietética por la Universidad de Alicante y es licenciado en Ciencia y Tecnología de los Alimentos.
De su parte, la doctora doctora Marián García señala que “otro de los principales mitos es la extendida creencia de que productos como el azúcar moreno, panela, miel o el sirope de agave son una alternativa ‘saludable’ al azúcar cuando, en realidad, el porcentaje de azúcares que contienen es similar”.
“En las lista de ingredientes de las etiquetas de los alimentos aparecen “primos hermanos” del azúcar que se comportan de manera similar en nuestro cuerpo, aunque lleven otro nombre cuando son añadidos artificialmente, como la sacarosa, la fructosa, la dextrosa, las maltodextrinas, el jarabe de maíz o el sirope de agave”, añade García, doctora en Farmacia por la Universidad Complutense de Madrid, graduada en Nutrición Humana y Dietética.
¿Dónde se encuentra?
El especialista Aitor Sánchez explica que el azúcar añadido “lo encontramos en mayores proporciones, como es lógico, en endulzantes, postres, bollería y refrescos, pero no debemos dejarnos engañar solo por un determinado porcentaje (%) y hay que tener en cuenta otras consideraciones, como las raciones de consumo”.
“Por ejemplo, una persona que beba un refresco o una bebida energética puede llegar a ingerir de golpe entre 35 y 70 gramos de azúcar sin casi percibirlo”, enfatiza.
“En este punto es importante distinguir entre el azúcar ‘intrínseco’ y el azúcar ‘libre’. El primero es el propio de los alimentos. Por ejemplo: una naranja lleva azúcar pero es el azúcar propio del alimento cuya liberación en el organismo será más lenta debida a la presencia de fibra, entre otras cuestiones”, explica la doctora García.
“Sin embargo, si convertimos la naranja en un zumo, su azúcar pasa a ser ‘azúcar libre’ y se comportaría en nuestro organismo como el azúcar añadido. Esto es algo que mucha gente desconoce”, añade esta farmacéutica.
La mayor parte está oculto
“Nuestra compra puede llevar kilos de azúcar aunque no hayamos comprado un solo paquete. Solo el 20 por ciento del azúcar libre que consumimos lo añadimos directamente a la comida. El resto del azúcar, nada menos que el 80 por ciento, se encuentra oculto en los alimentos”, explica García en la entrada de su blog “¿Cuánta azúcar lleva tu cesta de la compra?”.
Consultados por Efe sobre la razón de añadir azúcar a los alimentos, Sánchez indica que la principal y más extendida es “para dar mejor sabor a los alimentos, de ahí que tengamos un paladar tan desacostumbrado a los sabores convencionales”.
“Es frecuente la adición de azúcar en alimentos con ‘0% de grasa’, ya que al retirarle la grasa, el alimento tiene peor sabor y por eso le añaden azúcar. Pero también hay razones tecnológicas y así esta sustancia es añadida para conservar mejor los alimentos, regular la acidez de algunas preparaciones, caramelizar o hacer una disolución más espesa”, apunta García.
Respecto de los efectos nocivos que podría tener sobre la salud este azúcar añadido, Sánchez señala: “cuando se consume en exceso puede contribuir a que aparezcan enfermedades como sobrepeso, hipertensión, dislipemias (presencia de altos niveles de lípidos en la sangre) o caries”.
“Su consumo excesivo también se asocia a un mayor factor de riesgo en la aparición de diferentes tipos de cáncer”, añade.
García añade que, “el exceso de azúcar puede tener efectos negativos en la microbiota o flora microbiana, perjudicando a nuestras “bacterias buenas”, y también puede llevarnos a comer más alimentos azucarados poco saludables, porque favorece la liberación de una sustancia cerebral llamada dopamina, generando un efecto de recompensa”.