Cómo lidiar con los conflictos de tus adolescentes
Si en vez de abordar la rebeldía con resistencia, con autoritarismo o con violencia, se aprovecha para promover el crecimiento, la madurez y el aprendizaje, lograrás mejores resultados
La adolescencia es una de las etapas de desarrollo más complicadas del ser humano, debido a los cambios físicos, cognitivos y emocionales que la caracterizan. Aunque parezca que en esa transición de la niñez a la adultez los hijos rechazan la influencia y los límites de sus padres, la realidad es que se trata del periodo en el que más necesitan acompañamiento para enfrentar las situaciones y los problemas que se les presenten.
Esta es una idea que defiende Margarita Heinsen, doctora en educación y presidenta de la plataforma @didactica.rd, y que abordará mañana, 10 de abril, junto a otros especialistas en el seminario virtual “Adolescencia: etapa de oportunidades”. Conversamos con ella sobre cómo lidiar de forma correcta con los conflictos de los hijos adolescentes.
En el seminario abordarán la adolescencia desde las oportunidades que ofrece. ¿Qué hay de cierto en que esta etapa es sinónimo de rebeldía y por qué definirla como una etapa de oportunidades?
Comprender que la adolescencia es un periodo de transición entre la niñez y la adultez que implica muchos cambios permitirá comprender mejor los comportamientos de los hijos en esta etapa. La rebeldía implica no estar de acuerdo con todo lo establecido y esto causa malestar y genera conflictos. Sin embargo, la rebeldía es necesaria y hasta positiva para la construcción de su identidad. A veces nos olvidamos de nuestra adolescencia en la que también nos cuestionamos y experimentamos frustraciones y enfrentamientos. Si en vez de abordar la rebeldía con resistencia, con autoritarismo o con violencia, se aprovecha para promover el crecimiento, la maduración y el aprendizaje, lograremos mejores resultados. Cada conducta del adolescente manda un mensaje. Si nos cerramos y tratamos de imponernos, sin escuchar ni permitir que vivan este proceso, se distanciarán y recurrirán a otros para expresarse y tomar decisiones. Los adultos tenemos un gran reto, pero también una gran oportunidad para guiar y acompañar a los adolescentes y jóvenes hacia una vida sana e independiente. Lo mejor de todo es que podemos aprender y crecer muchísimo de ellos y con ellos cuando nos confrontan y cuando conectamos con sus necesidades e intereses.
¿Qué puede haber detrás de un adolescente conflictivo?
Es importante conocer bien al adolescente, observarlo e identificar las conductas agresivas o violentas para abordarlas de manera adecuada o buscar ayuda si es necesario. Ser indiferentes no es una opción. Ante un adolescente conflictivo, lo primero que hay que hacer es analizar la dinámica familiar y las relaciones que se promueven desde la infancia. También es necesario prestar atención a los amigos y su influencia, así como a las redes sociales y a los contenidos de videojuegos que pudieran estar influyendo en la conducta del adolescente.
¿Son los conflictos negativos u oportunidades de crecimiento y desarrollo?
Los conflictos son parte de la vida. En la adolescencia se presentan situaciones en las que hay diferencias y confrontaciones que requieren de un manejo adecuado. Si se modela la resolución pacífica de conflictos, el adolescente aprenderá estrategias apropiadas que podrá implementar al enfrentar otros conflictos y problemas en su vida. Al presentarse el conflicto, hay que evitar el maltrato, los gritos y la violencia. Es necesario hacer una pausa, escuchar a nuestro hijo y expresar de manera asertiva lo que sentimos y nuestra opinión para llegar a un acuerdo. El objetivo no es ganar ni caer en una lucha de poder, sino buscar soluciones. Si nos sentimos alterados, es recomendable alejarnos, calmarnos y pensar antes de hablar o de actuar. Este será el mejor ejemplo para ellos. Si nos equivocamos o perdemos el control, pidamos perdón y reconozcamos nuestra falla. Esto fortalecerá la relación.
¿Qué papel juega la buena comunicación en la solución de conflictos y cómo propiciarla?
La comunicación es vital en la relación de padres e hijos. Será difícil comunicarse si nos ponemos en un lugar de superioridad o de autoridad. Una comunicación asertiva no es agresiva ni pasiva. A través de esta, cada uno puede expresar lo que observamos y sentimos sin atacar o maltratar, pero tampoco permitiendo o aceptando aquello que pueda afectar o tener consecuencias negativas. El diálogo implica un intercambio, no yo ser el que hablo todo el tiempo. Compartir las experiencias y vivencias, el interés en aquello que dice el hijo y hacer preguntas para comprenderlo mejor, no para imponerle nuestro punto de vista, sino para construir, aprender y buscar soluciones juntos. Es recomendable evitar los juicios, el sarcasmo, la burla, los sermones y las etiquetas al comunicarnos. Hay que aprovechar los momentos en la mesa o al ver una película juntos para conversar.
¿Deben los padres ser los mejores amigos de sus hijos?, ¿es sano pretenderlo o se deben trazar límites?
Los padres tenemos un rol fundamental en la vida de nuestros hijos y los amigos cumplen otro papel, también importante. Cada uno es distinto. Querer ser amigo de los hijos lleva a hacer cosas que no serán apropiadas ni positivas y que al final serán dañinas para una relación sana. Como padres, tenemos la responsabilidad y el deber de orientar a nuestros hijos, de establecer límites sanos y de acompañarlos. Somos una voz a quien ellos recurren para tomar decisiones importantes en sus vidas. No intentemos competir con los amigos. Seamos papá y mamá. Lo agradecerán.
¿Cuándo es necesario buscar ayuda profesional?
Cada adolescente y cada familia es distinta. Es importante conocer bien al adolescente, observarlo y atender a sus necesidades, identificando aquellas conductas de riesgo para profundizar e identificar la causa o el real problema, no para escandalizarnos. Hay que intentar comprender lo que vive el adolescente y cómo se siente en el hogar, con sus amigos y en la escuela para poder prevenir conductas inadecuadas. Si se mantiene una conducta de riesgo en el tiempo, no se debe ignorar ni ser indiferentes. Es necesaria una intervención a tiempo para evitar mayores problemas. Hay que probar distintas estrategias para mejorar la relación y la conducta, y buscar ayuda de un profesional si no se ven resultados.