¿Buenos o malos? Así son las dos caras de los videojuegos
El entretenimiento número uno para niños y adolescentes tiene cualidades y muy positivas pero como todo, en exceso, también puede hacer daño
Roberto ahora es un profesional, pero durante años mientras crecía y pasaba por la adolescencia los videojuegos fueron su debilidad. Lo conquistaron y le llenaron las horas de esparcimiento y algunas horas que debía dedicar a los estudios. Cada vez que podía se sumergía en ese mundo paralelo, a pesar de las discusiones de sus padres. Nada podía competir con el deseo de poner las manos y la cabeza en la consola y transformarse en un súper héroe.
¿Algún aprendizaje después de tanto juego? Seguro. Ahora en su adultez puede reconocer que “los videojuegos tienen varios puntos a su favor: mejoran la coordinación neuromotora, despiertan la creatividad y promueven el pensamiento crítico”. Pero, por otro lado, se da cuenta de que pudo haber socializado más en su tiempo libre y además “son un horrible sustituto de la actividad física”.
“Algunos, se podría argumentar, condicionan la gratificación inmediata, pero ese no es el caso de todos, muchos se concentran en el avance lento”, cuenta.
La educadora y presidenta de Didáctica, Margarita Heinsen, advierte sobre el tiempo que los niños y jóvenes dedican a los videojuegos y explica que hay que poner atención porque tantas horas delante de la pantalla pueden tener consecuencias; tomando en cuenta que muchos padres prefieren tomar la educación un poco más a la ligera y se acomodan, permitiendo que los niños utilicen los juegos electrónicos en exceso.
“Con respecto a los niños que inician desde muy pequeños el uso de los juegos electrónicos y sacrifican el tiempo de juego de exploración, al mismo tiempo dejan de lado el desarrollo de habilidades y destrezas importantes”, explica.
Y es que, aunque algunos juegos electrónicos permiten desarrollar ciertas habilidades, deben utilizarse de forma moderada. “Nunca se deben sacrificar los momentos para leer, participar en juegos de mesa, y además hay que sacar tiempo para pasear, conversar, reír, inventar, crear, resolver problemas, correr y compartir con otros de forma colaborativa”, dice Heinsen.
Pero la preocupación sobre cuáles efectos negativos pueden tener los videojuegos en los hijos está latente en los padres.
Según explica Heinsen, tanto niñas como niños pueden jugar videojuegos en exceso. Sin embargo, los niños son más propensos a utilizar videojuegos por distintas razones. Muchos de los videojuegos, especialmente los que no son educativos, tienen un contenido considerado más masculino que femenino (como los deportes, carreras, guerras, etc.), por lo que resultan más atractivos para los niños.
Un estudio publicado por la Escuela de Medicina de Yale indica que, aunque son los chicos los que tienden a jugar más que las chicas, estas últimas se ven más afectadas en su salud. El mismo reporte destaca que solo un bajo porcentaje de los chicos jugadores de videojuegos tienden a hacerse dependientes y esto es porque también presentan conductas problemáticas con otras sustancias como el alcohol, el cigarrillo o la droga. “Se estima que entre el 7% y 11% de los chicos que juegan con videojuegos tienen problemas reales al punto de ser considerados enfermizos, ya que afectan su desempeño en la vida escolar, social, familiar y psicológica”, indica la investigación.
“Es importante siempre estar alerta para poder identificar señales de que nuestros hijos están siendo afectados por el uso excesivo de juegos electrónicos (problemas en la vista, dolor de cabeza, dificultad con el sueño, entre otras)”, apunta también la psicóloga María Eugenia Pereyra Risk, de Didáctica.
La otra cara
Carlos Miranda Levy, experto en video juegos y tecnologías de la información, desde otro punto de vista, destaca que siempre es importante tomar en cuenta la perspectiva cuando se trata de evaluar los videojuegos. “Nos pasa lo mismo con los prejuicios”.
Miranda Levy explica por qué los videojuegos tienen cualidades positivas. Tras muchos años de observación concluye que estos juegos atraen a los chicos y los atrapa porque les brindan un reto incompleto de dificultad creciente, que genera una respuesta inmediata y un valor acumulado. Un reto que evoluciona progresivamente. “A veces de formas esperadas y otras impredecibles, pero siempre con reglas claras e inflexibles que definen y responden a nuestras acciones”.
Otro gran atractivo de los juegos modernos, según Levy, es que la valoración es múltiple y no se centra solo en la puntación. “Los juegos tradicionales registraban una puntuación simple para el jugador, en los juegos modernos contamos con una valoración múltiple, que incluye puntuación, nivel alcanzado, méritos o medallas ganadas, moneditas que podemos cambiar por herramientas y pociones que restauran nuestra salud o potencian nuestra eficiencia y capacidad”.
Incluso hay ciertos aspectos del videojuego que bien pueden ayudar indirectamente al desarrollo del individuo. En ese sentido Miranda Levy anota que el videojuego tiene un sistema justo y muy rígido en valores donde no pueden saltarse las reglas. “No es subjetivo a diferencia de la vida, el videojuego es honesto y las reglas están claras, es un sistema rígido del cual el niño puede aprender reglas a seguir porque no puede violarlas”.
Al mismo tiempo se trata de retos que el niño siente que puede superar y mientras más juega llega a otro reto mejor se va sintiendo. Pero, ¿qué pasa con la adicción? “Cuando un niño juega mucho no es adicción obviamente, pero en todo puede haber un nivel de adicción, yo lo llamo pasión y es bueno que tengan pasión por algo... que conozcan, que sepan más, hagan más cosas sobre las que podemos construir y hacer otras cosas”, indica Miranda Levy.
Entre otras, las ventajas que tienen los videos es que permiten la habilidad de desarrollar estrategias a mediano y largo plazo y desarrollan la memoria asociativa, enseñando a planificar y organizar. Miranda Levy lo resume así: “Son habilidades que no son académicas, pero las puedes pasar a la vida real”.
Unos más peligrosos que otros
Es común que muchos niños utilicen juegos electrónicos no apropiados o violentos a edades muy tempranas y, lamentablemente, los padres o tutores lo permiten. Es necesario explicarles y evitar que los usen con reglas y límites claros.
“Hay muchos juegos electrónicos que son educativos y aportan de forma positiva al desarrollo de los niños y las niñas. Hay juegos que, aunque no son educativos, fomentan la concentración, reflexión y el razonamiento estratégico de manera divertida”, dice la psicólogo María Eugenia Risk.
Sin embargo, Risk apunta que muchos de los juegos electrónicos populares, especialmente los dirigidos a los más grandes de la casa, tienen contenidos que promueven violencia y no son aptos para niños. “Todos los videojuegos y aplicaciones electrónicas tienen identificado el grupo de edad al que son dirigidos y describen sus contenidos, por lo que es responsabilidad de los padres revisar esto para así elegir juegos apropiados para la edad de sus hijos. De hecho casi todos los juegos famosos y llamativos son para adultos, aunque la mayoría de los menores sean quienes los jueguen”.
En cuanto a la parte que corresponde a las horas de estudio y hacer las tareas escolares Margarita Heinsen explica que “muchos juegos fomentan el desarrollo de habilidades cognitivas como la concentración, creatividad, cálculo mental y hasta el vocabulario. Ahora bien, cuando no existen horarios de uso para los videojuegos, la concentración para el estudio y la lectura se ve afectada ya que el tiempo es invertido en jugar y no estudiar”.
Miranda Levy lo tiene claro: “Quienes fabrican los videojuegos no lo hacen para educar a tus hijos sino para ganar dinero”. Y detrás de todo está el gran negocio que mueve la industria. La producción de un videojuego puede llegar a costar entre 8 y 20 millones de dólares y detrás se encuentra todo un equipo de producción equivalente al de una película hollywoodense. “Es el padre quien debe complementar esa formación, no los videojuegos”.
Sin embargo, los expertos apuntan que no hay que prohibir los videojuegos en casa solo hay que tener control y moderación.
Con las reglas claras
“Los horarios son útiles y ayudan a establecer límites claros en el hogar. Cada familia evalúa qué horario le conviene y de qué manera organizarlo. La Academia Americana de Pediatría recomienda que los niños no pasen más de una o dos horas al día en una actividad electrónica (esto incluye televisión, computadora, videojuegos, etc). Es importante que los padres expliquen a sus hijos las razones por las cuales se debe reducir el uso de dispositivos electrónicos y poder ofrecerles actividades alternativas para que no se aburran”, explica María Eugenia .
De igual manera, María Eugenia explica que la solución no es prohibir el acceso a los videojuegos, la computadora o las redes sociales, pero sugiere que los padres tengan una conversación con sus hijos y les expliquen sobre los riesgos del uso de la tecnología.
“No hay que dejarse llevar por la presión de grupo pues hay actividades a las que los niños más pequeños no deben tener acceso (como un celular con internet o videojuegos violentos)”, indica María Eugenia.
Para mantener al margen el exceso de la tecnología en casa, los padres pueden establecer un horario, ser consistentes con el mismo y explicarles a los hijos las razones por las cuales se establece. “Es esencial instruir a la persona que cuida a los niños mientras los padres trabajan para que también sea consistente con el mismo. Si los padres han establecido límites claros, hay respeto en la familia y se es consistente, no debe ser un problema controlar el uso de videojuegos aún cuando los padres no se encuentren en casa”, dice la especialista.
Se recomienda además que los niños participen en otras actividades o clases durante la semana de manera que estén ocupados aprendiendo, socializando y desarrollando otras habilidades (deportes, música, arte) y evitando así que pasen tanto tiempo en la casa sin nada que hacer.