Amor o apego: ¿cómo identificar lo que sientes?
El psicólogo Jean Carlos Santos explica las diferencias entre ambos términos y cómo distinguir el que sientes realmente
Cuando existe un sentimiento de afecto verdadero hacia otra persona, muchos considerarían como un instinto normal querer compartir todo con ese alguien especial, sentirse seguro a su lado y hasta tener miedo de perderlo. Sin embargo, ¿sabías que estos podrían ser indicios de que lo que sientes es apego y no necesariamente amor?
De acuerdo con Jean Carlos Santos, terapeuta familiar y de parejas del @lotuscentrointegral, el amor puede definirse como una emoción que consiste en desear la compañía de otra persona. “Hay un aprecio y cariño, al igual que una tendencia a alegrarse por el bienestar de esa persona y la aparición del sentimiento de preocupación en caso de percibirle en riesgo”, explica. El apego, por otro lado, es una vinculación afectiva fuerte, duradera, de carácter singular (en cada quien se manifiesta de forma distinta), que se desarrolla y consolida entre dos individuos, por medio de sus interacciones recíprocas. La finalidad de este último, dice, es la búsqueda y mantenimiento de proximidad en momentos de amenaza, ya que esto proporciona seguridad.
Pero ¿es el amor siempre sano?, ¿o el apego dañino? A consideración del psicólogo, no precisamente. Si bien es cierto que el amor busca bienestar y protección, el apego no tiene porqué ser siempre negativo, dado que esta vinculación afectiva es natural en la infancia y es una estrategia adaptativa de supervivencia. Ahora bien, hay que aprender a distinguir el tipo de apego, pues, así como existe el seguro, también están los que se basan en la inseguridad. “Aunque su propósito es la búsqueda de la sensación de seguridad, en ocasiones, la amenaza de pérdida del ser querido, y por consiguiente de seguridad, evidenciará conductas dañinas para el otro o para sí mismo en algunos estilos de apego”, afirma.
La relación que haya tenido una persona durante su infancia con sus progenitores influye significativamente en sus amistades y romances de adulto. El vínculo con los cuidadores primarios, en especial la madre, va creando una serie de expectativas de cómo debería relacionarse con los demás para sentirse seguro y expresar sus emociones, además de cómo responder ante el rechazo, la búsqueda de afecto y el cariño. “Todos desarrollamos un vínculo de apego –destaca Santos- primero en nuestra infancia, con nuestro cuidador primario, y posteriormente repetimos ese patrón relacional con nuestros iguales, aunque nuestro estilo de apego va a variar según la persona con la que interactuemos”.
Aprende a diferenciarlos
En primer lugar, el experto hace énfasis en no confundir el apego con la dependencia emocional, términos que con frecuencia se utilizan indistintamente. “Hay estilos de apego que pudieran hacernos propensos a desarrollar una dependencia emocional hacia una pareja en específico. Sin embargo, un lazo afectivo fuerte en la infancia pudiera contribuir como un factor protector ante la dependencia emocional”. Dicho esto, explica que el amor no crea un patrón conductual ni manifestaciones negativas, a diferencia del apego, que al ser un patrón relacional se verá reflejado ante la amenaza real o imaginaria de la pérdida del ser amado.
La ansiedad constante porque la otra persona le preste atención, le escriba o llame, y en caso de que esto no ocurra haya conductas de búsqueda que ponen en riesgo su autoestima o la de la pareja, al igual que la certeza de que si la relación termina, con ella se derrumba el mundo, la necesidad recurrente de hacer todo con la pareja, el miedo a colocar límites y defender los deseos e intereses propios o sentirse incapaz de realizar actividades sin la pareja, son signos que advierten que no se trata de amor.
En caso de identificarse con las señales anteriores, Santos sugiere ir a psicoterapia, ya que, si se tratase de un caso de dependencia emocional, esta situación no se resuelve con recomendaciones generales. “Se deben modificar un conjunto de creencias, hábitos, emociones y patrones relacionales que mantienen el problema y esto no se hace frente a un espejo o con algún amigo”, asevera el profesional.