Lo que pasó después de la proclamación
La ciudad era un hervidero el 28 de febrero de 1844. Corrían los rumores y había muchos temores
Se comentaba entre la población negra de que el triunfo de “los blancos” implicaría el retorno a la esclavitud. Para reducir la intranquilidad, don Tomás Bobadilla se trasladó a Monte Grande, cerca de la capital, para darle seguridad a los descendientes de esclavos de que sus libertades no peligraban.
Tras la declaración de la independencia, la Junta Central Gubernativa había enviado una goleta a Curazao a buscar al libertador Juan Duarte. Se trató de la primera embarcación de la nueva república en surcar los mares con la bandera dominicana. Se trataba de la nave “Leonor”, propiedad de Rothschild, Coén y Compañía, que solía hacer el recorrido de Santo Domingo a Curazao para recoger y llevar mercancías.
En busca de ayuda extranjera
Antes y después de que se declarara la liberación dominicana, varios grupos intentaron de obtener un protectorado extranjero que respaldara la nueva nación, ya que no confiaban en que se pudiera sostener el incipiente estado de libertad con las fuerzas internas.
Entonces se hicieron intentos para negociar la protección de España, Francia o Inglaterra. Antes, en el 1821, había fracasado el propósito de José Núñez de Cáceres de lograr la liberación del dominio español con la ayuda la Gran Colombia, liderada por Simón Bolívar.
Dado que los duartistas tuvieron informaciones sobre el golpe que darían los “afrancesados”, para después solicitar el protectorado de Francia, trataron de adelantar la proclamación de la emancipación y lanzaron su conocido manifiesto del 16 de enero de 1844 .
El proyecto de los “afrancesados” era visto con simpatías por sectores poderosos, ya que garantizaba sus propiedades en caso de que se produjera una represalia haitiana, además de que valoraban los beneficios económicos que daría el establecimiento de una estrecha relación con el país europeo.
Pensando en España
El clero y antiguos funcionarios apoyaban la independencia, pero la concebían bajo un protectorado español. Esos conservadores se diferenciaban de los duartistas, porque no creían que el pueblo pudiera valerse por sí mismo para mantener la liberación.
Entonces España estaba dividida por las luchas internas, aunque contaba con posesiones en el Caribe como las islas de Cuba y Puerto Rico, desde las que podía apoyar los movimientos independentistas de los dominicanos.
Mientras esos grupos creían necesario un protectorado extranjero que los librara definitivamente de los haitianos, la facción liderada por Duarte creía que la futura República Dominicana contaba con medios suficientes para lograr su liberación y defenderla.
Hubo otro grupo, el pro inglés, que trató de que la nueva república quedara bajo la protección de Gran Bretaña. La posición fue planteada en una carta dirigida el cónsul de ese país, M. T. Usher, por el comerciante Francisco Pimentel, de Las Matas de Farfán, quien había participado como diputado en varias asambleas haitianas.