Se acerca una recesión mundial
Las buenas intenciones de los banqueros centrales no pueden compensar el impacto de los caprichos del presidente estadounidense en la economía real
Estamos en la calma antes de la tormenta. La volatilidad del mercado la semana pasada se desencadenó aparentemente porque el conflicto comercial entre EEUU y China se convirtió en una guerra monetaria. Pero en el fondo, se trata de la incapacidad de la Reserva Federal para convencernos de que su recorte de tasas en julio fue simplemente un “seguro” de protección contra una futura recesión. Como muestran los indicadores — desde los débiles índices de gestores de compras en EEUU, España, Italia, Francia y Alemania, hasta el aumento de las bancarrotas corporativas y un aumento en los despidos en EEUU — la recesión mundial ya ha comenzado.
Sin duda, los precios de los activos comenzarán a reflejar esto, y posiblemente muy pronto. China puede haber tranquilizado temporalmente los mercados al estabilizar el renminbi. Pero pronto sufriremos lo que Ulf Lindahl, director ejecutivo de investigación de divisas de AG Bisset Associates, llama un “verano de miedo”. Él pronostica que la reversión media en el índice Dow Jones que comenzó en enero de 2018 se convertirá en un mercado bajista que durará una década.
Es una opinión basada en datos, no en emociones. Ha habido apenas 20 meses desde 1906 en que la desviación del índice Dow Jones de su línea de tendencia ha sido del 130 por ciento o más, como lo es ahora. Esos períodos se agrupan de forma bastante preocupante alrededor de los años 1929, 1999 y 2018. “Los valores estadounidenses están en el segundo período más caro en 150 años”, dice el Sr. Lindahl. “Los precios deben caer”.
No creo que haya dudas de que habrá una recesión; la duda es por qué no hemos tenido una todavía. Después de todo, hay muchos participantes preocupados en el mercado, como lo demuestran los US$14 billones en bonos de rendimiento negativo en todo el mundo. Cuando tantos participantes están dispuestos a pagar por la “seguridad” de perder sólo un poco de dinero como cobertura contra la pérdida de mucho dinero, es obvio que hay algo que está funcionando muy mal en el mundo.
Mi respuesta a la pregunta de por qué aún no hemos visto una corrección más profunda y duradera es que, hasta la semana pasada, el mercado había obviado deliberadamente tres cosas. La primera es que no habrá un acuerdo comercial entre EEUU y China. Ambas partes están desesperadas por lograr un acuerdo, pero China sólo hará un trato entre iguales. Donald Trump es psicológicamente incapaz de aceptar esto; todo su historial demuestra que siente la necesidad de aplastar a su rival. Es una patología que aumentará conforme caiga el mercado.
Todos lo sabemos desde hace algún tiempo. Pero creo que el miedo a lo que podría hacer el Sr. Trump ha sido enmascarado parcialmente por los programas de negociación algorítmica que compran en cada depresión que se produce como consecuencia de sus caprichos. Esto ha disminuido cualquier señal duradera sobre el actual paradigma insostenible del mercado.
Ahora, al permitir que el renminbi caiga brevemente después de que el Sr. Trump designó a Beijing como manipulador de divisas, China ha demostrado que, si el presidente estadounidense toma medidas duras e injustas, provocará la caída de los mercados estadounidenses y sufrirá las consecuencias que de ello se deriven. Es una nueva realidad difícil de ignorar para cualquiera.
La segunda es que la Trampa de Tucídides — en la que una potencia en auge le provoca temor a una potencia establecida, lo cual resulta en una guerra — es algo real. Al menos que haya un gran cambio en la política exterior estadounidense después del año de 2020 (algo que ninguno de los principales candidatos demócratas ha expresado aún), EEUU y China están ahora en una guerra fría de varias décadas que redefinirá la economía y la política globales.
Y la tercera es que el Plan A de una década de la Reserva Federal — llenar la economía de dinero y esperar que ocurra una normalización — ha fracasado. No existe un Plan B. Es por eso que el oro está muy solicitado, algunos fondos de cobertura están implementando límites de retiro de efectivo, los operadores están vendiendo en corto algunos bonos de grado de inversión en territorio de rendimiento muy negativo, y pronto veremos un retroceso de los últimos 10 años de entradas de capital a los valores estadounidenses y al dólar. El Sr. Lindahl cree que la moneda estadounidense ahora está sobrevaluada en un 25 por ciento frente al euro.
No hay duda de que la Reserva Federal intentará ocultar todo esto con más recortes de tasas. Pero como señaló otro estratega experto, Dave Rosenberg de Gluskin Sheff, “el sector privado en EEUU ahora está abrumado con tanta deuda que reducir el costo del crédito no provocará una gran reacción de demanda”. Como escribió recientemente el Sr. Rosenberg, el presidente de la Reserva Federal, Marriner Eccles, en marzo de 1935 describió la incapacidad del banco para crear demanda mediante una política monetaria más laxa.
No funcionó en aquel momento, y no funcionará ahora. No se pueden resolver los problemas de deuda con más deuda. Y los banqueros centrales, a pesar de sus buenas intenciones y su desesperación por compensar el daño provocado por el caprichoso presidente estadounidense, no pueden crear crecimiento real; sólo pueden mover dinero. En algún momento, los mercados y la economía real deben converger.
Creo que ese momento ya ha llegado. Se están posponiendo los planes de gastos de capital. Están disminuyendo las ventas de viviendas existentes, a pesar de que las tasas hipotecarias son más bajas. Y quizás lo más revelador es que los consumidores estadounidenses están reduciendo tanto los saldos de las tarjetas de crédito como el uso del combustible para coches. Como señala Gluskin Sheff, estas dos cosas son poco comunes en cualquier momento, y mucho menos en medio de la temporada vacacional. Sin duda se acerca un “verano de miedo”.