El G7 se reúne con el desafío de frenar la inflación exacerbada por la guerra
El G7 también discutirá la implementación de un sistema impositivo internacional
Los países del G7, los más industrializados del mundo, se reúnen en un momento en el que casi todos han decidido concluir los estímulos monetarios y subir sus tipos de interés para frenar la fuerte subida de los precios, acelerada por la guerra en Ucrania.
Los ministros de Finanzas y gobernadores de los bancos centrales del G7 se reúnen el jueves y el viernes en Königswinter, una localidad a la ribera del Rin, cerca de Bonn, en el oeste de Alemania.
Canadá, Francia, Alemania, Italia, Japón, el Reino Unido y EEUU, el G7, se reúnen de manera informal todos los años invitados por el país que ostenta la presidencia de turno para coordinar sus políticas.
A la cumbre del G7, en la que se reúnen los jefes de Gobierno, precede siempre la reunión de los ministros de Finanzas y de los bancos centrales.
La secretaria del Tesoro estadounidense, Janet Yellen, dará el miércoles 18 de mayo una rueda de prensa en Bonn antes del comienzo de la reunión del G7.
Yellen permanecerá en la reunión del G7 en Königswinter el 19 y el 20 de mayo para avanzar en la recuperación económica global y aumentar la presión a Rusia para que finalice su brutal e ilegal guerra contra Ucrania.
En las reuniones el G7 también discutirá la implementación de un sistema impositivo internacional, las amenazas a la seguridad energética y alimenticia por la guerra de Rusia y la crisis climática.
El año pasado, instauró un impuesto mínimo de sociedades del 15 % para las grandes empresas.
Además de los ministros de Finanzas y gobernadores de los bancos centrales del G7, asisten al encuentro la presidenta del Banco Central Europeo (BCE), Christine Lagarde, porque Alemania, Francia e Italia forman parte de la zona del euro, y el comisario europeo de Economía, Paolo Gentiloni, porque la Unión Europea tiene su representación en el grupo.
El anfitrión, el ministro de Economía alemán, el liberal Christian Lindner, destacó antes del comienzo de la reunión "las graves consecuencias que tiene para la economía global y la estabilidad financiera" el ataque de Rusia a Ucrania.
"El conflicto geopolítico exacerba las presiones inflacionistas que ya existían", declaró Lindner en unas informaciones entregadas a la prensa.
Lindner se ha mostrado a favor de confiscar activos del Banco Central ruso para financiar la reconstrucción de Ucrania, cuyos daños se calculan en unos 500.000 millones de dólares, en una entrevista con cuatro diarios europeos, el "Handelsblatt" de Alemania, "Les Échos" de Francia, "El Mundo" de España y el "Corriere della Sera" de Italia publicada hoy.
Por las sanciones el Banco Central ruso ya no tiene acceso a reservas por valor de 300,000 millones de dólares, que están en cuentas en países occidentales.
Este dinero hasta ahora está congelado pero no confiscado. El G7 discutirá estos días la posibilidad de confiscarlo para financiar la reconstrucción de Ucrania.
La economía se encuentra en una situación complicada para los bancos centrales porque tras la pandemia los países están muy endeudados, la inflación es muy elevada y ahora el crecimiento se debilita.
Para frenar la inflación se restringe la política monetaria, reduciendo los estímulos monetarios y subiendo los tipos de interés, pero de este modo también se frena el crecimiento porque a las empresas les cuesta más financiarse y tienen menos beneficios.
EEUU, Canadá y el Reino Unido ya han comenzado a subir sus tipos de interés, el BCE ha dicho prácticamente que lo va a hacer en julio y Japón va más rezagado.
Lindner también hace hincapié en la necesidad de "una acción coordinada para evitar una crisis de suministro y hambruna".
Los ministros de Finanzas y gobernadores de los bancos centrales del G7 se reúnen en el Hotel Petersberg, que en 1949 se convirtió en la sede de la Alta Comisión Aliada, una institución establecida por EEUU, Francia y el Reino Unido para supervisar tras la Segunda Guerra Mundial a la recién creada República Federal de Alemania, cuya capital fue Bonn hasta la unificación de Alemania en 1990.
Desde el Hotel Petersberg se dieron pasos decisivos para construir un nuevo orden de paz y prosperidad en libertad, democracia y con economías de mercado que cooperan de manera pacífica.
"Setenta y tres años después presenciamos un terrible ataque a estos valores y contra un país que ha elegido conscientemente estos ideales", declaró Lindner.