Cómo Wall Street emergió como gran ganador de la tregua entre EEUU y China
“¿Al menos dirán ‘gracias, señor presidente’? Hice que muchos banqueros quedaran muy bien”, fue el comentario ligeramente burlón del presidente estadounidense, Donald Trump, a los líderes empresariales y ejecutivos de servicios financieros de EEUU que se encontraban en la audiencia para la firma del acuerdo comercial con China la semana pasada.
Pero la teatralidad autocongratulatoria del Sr. Trump puso de manifiesto hasta qué punto Wall Street se ha convertido en uno de los principales ganadores de la “primera fase” del acuerdo con Beijing. Por el momento, no sólo disminuyeron el peligro de una nueva escalada de aranceles, y la confusión del mercado asociada a ello, sino que el capítulo 4 del acuerdo contiene algunos grandes incentivos para la industria estadounidense de servicios financieros.
Aunque China ha estado tomando sus propias medidas para abrir su mercado de servicios financieros a la competencia extranjera, el acuerdo con EEUU consagrará esos compromisos en un solo paquete y los someterá al mecanismo de aplicación del acuerdo, lo cual presionará a Beijing para que cumpla sus promesas.
La “pepita de oro” del acuerdo, como me dijo un cabildero del sector bancario, es que China acordó eliminar los límites de capital extranjero en el sector de valores y gestión de fondos antes del 1 de abril, lo que significa que los bancos de inversión y otros proveedores de servicios financieros estadounidenses ya no necesitarán asociarse con una entidad china para participar en el mercado. Pero también hay otros temas.
Primero, las sucursales de los bancos estadounidenses en China podrán proporcionar servicios de custodia para fondos de inversión chinos, y sus activos extranjeros — en lugar de sólo los chinos — se tomarán en cuenta como parte de la solicitud. En segundo lugar, China acordó que revisará y aprobará las solicitudes de licencia para que las agencias estadounidenses de calificación crediticia califiquen los bonos nacionales.
Además, Beijing acordó un cronograma rápido para el licenciamiento de compañías estadounidenses de tarjetas de crédito para operar en China como entidades “de propiedad totalmente extranjera”, y les dio luz verde a los grupos estadounidenses de servicios financieros para comprar préstamos morosos de bancos chinos.
Como es el caso con el resto del acuerdo con China, existen dudas sobre si Beijing implementará fielmente el acuerdo. Pero el texto le asesta un duro golpe a la idea de que la guerra comercial podría servir para desacoplar los mercados de capitales de EEUU y China, algo que han estado promoviendo los partidarios de línea dura con respecto a China en Washington.
Algunos legisladores estadounidenses han estado presionando a EEUU para que considere prohibir que los fondos de pensiones del gobierno inviertan en compañías chinas, e incluso la exclusión de cotización de compañías chinas que recaudan dinero en las bolsas estadounidenses. No están felices con el acuerdo.
“Este acuerdo dará como resultado que el capital estadounidense fluya hacia las compañías estatales que China apoya para debilitar nuestro país. Esto no es una victoria”, escribió Marco Rubio, senador republicano de Florida, en un artículo de opinión en el New York Times.
Pero cualquier reacción negativa de los políticos de línea dura con respecto a China puede verse compensada por el beneficio político para el Sr. Trump de mantener a Wall Street de su lado mientras se acerca el momento de postularse para su reelección este 2020. Se está posicionando como el guardián de un pujante mercado bursátil y una economía sólida, advirtiendo que las amenazas de mayores impuestos sobre el patrimonio y los ingresos, así como una regulación más estricta, que podrían provenir de los demócratas serían mucho peores que las preocupaciones sobre sus guerras comerciales.
Así que incluso Peter Navarro, el beligerante asesor de manufactura y comercio de la Casa Blanca — quien advirtió sobre cualquier acuerdo comercial con China que se firmara según los “términos de Wall Street”, y con el “emblema de Goldman Sachs” — está tranquilo, al menos en público: “El presidente ha tomado una postura firme hacia China y el resultado es muy bueno”.
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