Vivir con el salario mínimo en RD
Cinco historias que hablan de las limitaciones y el sobresfuerzo que tienen los dominicanos que sobreviven con el salario mínimo establecido en el país, el que, en ocasiones, no alcanza siquiera para comer pollo.
Sus vidas transcurren en ambientes distintos, cada una con sus particularidades, pero tienen un punto en común: viven o sobreviven con el salario mínimo.
Todos trabajadores de empresas privadas, aunque no todos ganan lo mismo. Cada uno se mueve entre la más de una decena de salarios mínimos vigentes que tiene el sector empleador nacional sobre las pautas que le establece el Estado, a través del Ministerio de Trabajo.
Desde sus realidades, cuentan sus vicisitudes para poder subsistir con un ingreso que “no da” para cubrir siquiera la mitad de sus gastos, en algunos casos.
Acudir de pluriempleo o abstenerse de adquirir productos o servicios que pueden ser esenciales, incluso alimentos, son algunas de las salidas para “rendir los chelitos”, en un país donde el costo de la canasta básica, en su nivel más bajo, es de 25,908.60, según los datos que publica el Banco Central de la República Dominicana a enero de este 2023.
Aunque el salario mínimo experimentó un aumento en 2021, en la actualidad está convocado el Comité Nacional de Salarios para discutir un nuevo ajuste a los sueldos, que deberá ser, según las aspiraciones expresas del presidente de la República, por encima de la inflación, la que se situó en 7.83 %, el año pasado, según el Banco Central.
María Emiliano Pereira es madre de tres niños. Desde hace nueve años trabaja en el área de servicios generales de una empresa que, por sus características, se enmarca en la clasificación de grande que asigna el Ministerio de Trabajo para ellas que tienen más de 151 trabajadores.El salario de María es de 21,000 al mes, que es justo el mínimo establecido para el tipo de empresa en que trabaja. Pero ese ingreso no le alcanza para los gastos que la mujer dice tener.Moverse a diario hasta su lugar de trabajo le cuesta 200 pesos, que al mes suman unos 2,500 pesos. La compra de los alimentos que realiza quincenal, le sale en unos RD$16,000.“Yo gasto hasta 16,000 pesos, y no todo, porque yo no compro todo. No compro las carnes, porque la compro diario. El aceite, por ejemplo, lo compro grande y duro hasta dos meses sin comprarlo. El pan, del desayuno. Tampoco incluyo los detergentes que los compro aparte”.Refiere otros RD$3,000 que paga de un curso de inglés a uno de sus hijos, pues no le alcanza para todos, más otros 3,500 en compra de medicamentos para su madre, más “algo” que le da a su suegra que le ayuda con los niños.El esposo de María trabaja en un taller de desabolladura que le permite un ingreso aproximado de 20,000 al mes.“¿Sabes por qué me ayudo más? Porque yo soy una mujer chiripera”, responde. Aunque cansada luego de una jornada de 7:00 de la mañana a 4:00 de la tarde, ella acude los martes a otro trabajo, que le asegura unos 5,000 pesos al mes. También va dos sábados al mes a limpiar una vivienda y le pagan otros 10,000 pesos. Cubre sus gastos, pero se cansa mucho, comenta.
Tomás Medina Díaz, de 44 años, es el único sustento de su familia, hasta hace poco, compuesta por su esposa y cuatro hijos, entre 19 y 4 años de edad, una de las cuales falleció. Tomás trabaja como seguridad en un puesto de comida, y su salario es de 17,250 pesos mensuales, como lo establece la Resolución 01/2021 del Ministerio de Trabajo.Dicho monto, vigente desde enero de 2022, aplica para “todos los trabajadores que prestan servicios como vigilantes en empresas de seguridad privada”.Pero los gastos de Tomás pasan de los 30,000 pesos al mes, afirma. “Nada más en comer, como pobre: arroz, habichuelas y carne, se van 700 pesos en la casa, diario (21,000 pesos en 30 días). Ahora, calcule usted el desayuno, la cena, la luz, el agua…”Agrega que, también, debe comprar su comida porque está en la calle trabajando, y paga a diario 50 pesos en pasaje, más 200 diarios en la merienda de los niños.Cuando se le cuestiona cómo logra completar, dice que le toca “ingeniárselas” como puede. Tiene conocimientos de plomería, así que hace “chiripas” como plomero.También debe acudir a deudas en su trabajo o en el colmado. “A veces, cuando cobro, al otro día tengo que volver a buscar (prestado) para resolverle a los muchachos en la casa”.Recuerda que hace poco tuvo que acudir, incluso, a las redes sociales para poder cubrir parte del tratamiento y alimentación especial que demandaba una de sus hijas que estaba enferma. “Tuve que subirla a Facebook para buscar ayuda con ella, porque ya mi condición no me daba para más”. La menor murió hace menos de un mes.
A sus 21 años, y habiendo terminado ya la educación secundaria, la meta de Jean Carlos Guerrero es poder ir a la universidad para estudiar arquitectura. Sin contar con apoyo, por falta de recursos de sus padres, él joven está a la espera de un mejor salario, que el que recibe actualmente, para poder inscribirse en una universidad.Jean Carlos trabaja en un negocio de comida rápida, donde el salario mínimo, conforme lo estable el Ministerio de Trabajo, se mueve entre los 9,500 y los 14,000 pesos para las empresas del área hotelera, restaurantes, bares y comida rápida.El joven recibe 14,000 al mes, con los que ayuda (con 4,000) a su madre en los gastos de la casa; paga 8,600 pesos de una deuda de un motor que compró a crédito, además de cubrir algunas de sus necesidades en ropa y artículos que necesite.“Yo trato de nivelarlo, porque nosotros, los pobres, queremos hacer las cosas como los ricos, diría yo… trato de nivelarlo”.Reconoce, sin embargo, que tiene privaciones y al pedirle que mencione una dice: “Pagar la universidad. Yo sé que no me da. Quiero apuntarme, pero, como económicamente sé que no puedo, por eso no he pensado en eso”.
Aunque el salario mínimo para las microempresas es de 11,900 pesos, Francisca Gerardo apenas gana 11,000 por su trabajo como vendedora de periódicos.Ella, una madre soltera que todavía vive con uno de sus tres hijos, y que no tiene otro ingreso, habla de las limitaciones con las que vive para poder cubrir sus necesidades con el salario que recibe.Solo de alquiler de vivienda paga 5,000 pesos al mes. Las deudas por la compra de algunos artículos de la casa, le llevan a pagar una mensualidad de 3,600 pesos.Aunque solo estos gastos fijos le absorben casi el 70 % del pago mensual, ella dice que con lo poco que le resta de eso es que compra sus alimentos. ¿Cuánto gasta?Como no le alcanza el dinero, dice que compra algunas comidas chatarra en la calle o va donde una hermana que le ayuda y le pasa algo de comer. En las comidas que prepara, siempre acude a opciones como la berenjena o la tayota para acompañar el arroz. “Se me pasan días y no como carne. Que yo la haga”. Ella piensa en el discurso de rendición de cuentas que hizo el presidente de la República el pasado 27 de febrero, en donde aseguró que, de acuerdo con un índice, se compra ahora más pollo que hace 12 años, y cree que eso es mentira.
Anabel Soto tiene 24 años de edad y una hija de 5. Trabaja en una banca de lotería por lo que recibe una paga mensual de 12,900 pesos. “Es claro que eso no alcanza”, dice cuando se le pregunta si cubre sus gastos con ese monto, que equivale al mínimo para una empresa pequeña.Si logra completar el mes, es porque acude a su madre y a su novio para que le apoyen en algunos gastos que ella no puede cubrir.El alquiler de la pequeña vivienda que comparte con su niña le cuesta 3,000 pesos al mes. Para el cuidado y colegiatura de la niña paga otros 2,600 pesos y en la compra que hace, con los alimentos específicos de la pequeña, gasta otros 3,000. Anabel come en la casa de su madre, a la que le da entre 100 o 150 pesos algunos días a la semana, no todos. Con el resto de su sueldo, debe cubrir el pasaje de ida y vuelta del trabajo, que le sale en 115 pesos diarios. “No me alcanza. A veces mi novio me da… ahí, lo que él pueda. Y mi mamá también a veces”. Recuerda que, en una ocasión, compró un motor tipo pasola como medio de transporte. Para poder pagar las cuotas del préstamo con que la adquirió, su novio y su madre tenían que darle dinero, pues ella, no lograba reunirlo. Recuerda lo nerviosa y cómo se desesperaba cuando llegaba la fecha del pago y ella no tenía el dinero.