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Discontinuidad eléctrica

En un sentido general puede decirse que hasta ahora el cambio de gobierno se ha llevado a cabo en un contexto de continuidad de las funciones administrativas, como corresponde a un traspaso de poder dentro de la esfera de un mismo partido político. De hecho, muchos funcionarios fueron confirmados en sus cargos o fueron trasladados a otras funciones, algunas de las cuales habían desempeñado anteriormente.

Una excepción parece ser la CDEEE y sus entes periféricos. En ella el cambio ha sido más agrio, más de confrontación. Y no era de esperar algo distinto, dado que ese organismo constituye el problema individual más agudo que enfrenta el Estado dominicano.

Ayer mismo se dio a conocer que la CDEEE pagó cerca de 515 millones de dólares a los generadores. Pero ese pago es apenas un 31.3%, de lo que tendría que pagar hasta diciembre para limpiar las deudas. Y, en todo caso, habrá que buscar un mínimo de US$617 millones para que las distribuidoras sigan recibiendo energía.

Ante esa situación es natural que la nueva administración haya querido tomar distancia de su antecesor, revelando cifras y señalando ineficiencias. Pero ocurre que muchas personas y organizaciones del sector empresarial consideran que esa gestión anterior fue muy buena, que despolitizó la compañía, introdujo sistemas de control, tecnificó áreas, aplicó una política de cobros, incrementó el número de horas de servicio y aprovechó experiencias internacionales.

¿A quién creer?

Lo cierto es que la CDEEE es un factor de desventaja para la competitividad externa del país. Provoca que el PIB esté por debajo de su potencial, es fuente de incontables perjuicios, afecta los presupuestos familiares y los costos de las empresas, su incentivo financiero está al revés pues mientras más produce más pierde, y el déficit prosigue acumulándose, al punto que las deudas que se pagan son "repuestas" al poco tiempo.