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COVID-19
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¿Tapar el sol con un dedo?

Pienso que todos estamos ante un proceso de negación colectiva de la realidad, tanto sanitaria como económica, que implica la presencia del COVID-19 en nuestras vidas. Pienso que es un fenómeno natural, esta negación, parte del duelo que implica perder la relativa certidumbre con la que vivíamos antes con la oscuridad de estos días de cuarentena.

Preocupa, sin embargo, el que nuestras autoridades también caigan ante la trampa de pensar que todo está bien, que las medidas tomadas son más que suficientes y que el “palo”, al final del día, no será tan duro como el que pudimos pensar inicialmente.

El mejor ejemplo de esto, por lo menos en mi opinión, es el anuncio con bombos y platillos, pues no solamente que llegó en vivo y en directo al discurso presidencial del pasado viernes, sino que se han asegurado de su repetición una y otra vez que, según “los últimos informes económicos de diferentes organismos internacionales, entre ellos el Banco Mundial, nos dicen que nuestro país será el único que no caerá en recesión en el continente.”

Así vimos posteriormente a la secretaria ejecutiva de la Cepal destacar, al igual que el Banco Mundial, que nosotros entramos a esta crisis con una posición fuerte, por el crecimiento histórico de los últimos años, y que por lo tanto sus expectativas para este 2020 apuntan a un estancamiento del crecimiento económico, mas no a una contracción.

Vamos por partes

En primer lugar, toca destacar que de hecho sí habrá una economía en la región que crecerá en este 2020: Se trata de la pequeña Guyana (PIB de US$4 mil millones) en el norte de América del Sur, y que logrará crecer su economía más de 50% en este año, básicamente por el desarrollo de su nueva industria petrolera.

En segundo lugar, y aunque ciertamente tanto el Banco Mundial como la Cepal son organismos financieros con mucha credibilidad y capacidad técnica, no dejan de ser burocracias cuasi-gubernamentales que se nutren de las estadísticas y las proyecciones de sus contrapartes en los gobiernos locales que, en momentos electorales como los actuales, tienen todos los incentivos para empequeñecer el shock económico que sufriremos.

Vale destacar que los organismos públicos no están solos en su optimismo covidiano. A mí en lo particular me sorprendió que, tan cerca como el 27 de marzo pasado, en su informe regional analizando el impacto de la pandemia, para República Dominicana el banco estadounidense Citi proyectó que el país de hecho crecería... ¡Un 2.4% del PIB en 2020!

A diferencia de ellos, poco se ha titulado, por ejemplo, de la estimación del Fondo Monetario Internacional en torno a que este año nuestra economía se contraerá un 1%.

Otros actores fuera del plano local también estiman una contracción. Entre ellos el Banco Centroamericana de Integración Económica (BCIE) que calculó para el país, en un excelente estudio de impacto económico regional, una contracción del 2.4% en su escenario más optimista y hasta 4.8% según sus peores supuestos.

La prestigiosa calificadora Standard & Poor’s a su vez proyecta una contracción del 2.0%, mientras que The Economist Intelligence Unit, que por muchos años le ha dado cercano seguimiento a la economía dominicana, nos ve contrayéndonos hasta un 3.0% en 2020.

Para no pecar del complejo de Guacanagarix, que tanto he criticado, también es válido conocer las estimaciones que nuestros propios centros de análisis económico criollos tienen en cuanto a la magnitud de la contracción de la economía covidiana.

En un extremo tenemos a Towers Capital Group, que estima una caída del Producto Interno Bruto de 1.5% en el 2020. La firma Analytica, a su vez, es bastante más ácida en su análisis y proyecta una contracción del doble de esa magnitud, en torno al 3.7% para este año.

Los muchachos de CREES, que yo arriesgaría contagiarme para verlos tomándose un café con los del Banco Mundial y la Cepal, están en el otro extremo: Visualizan para este año la real recesión, sin lugar a dudas que una propia a una economía de guerra, como veremos más abajo, pues su proyección es de una caída en el producto del orden del 10% al 14%.

Todo en perspectiva

Como se verá, desde un crecimiento del 2.4% hasta una depresión en una magnitud del 14%, los economistas enfrentan la misma dificultad que nosotros para proyectar el futuro en sus bolas de cristal estadístico: Una incertidumbre enorme. Principal entre ellas es por cuánto tiempo estaremos en la situación de cuarentena como la actual.

Tendremos que esperar al 2021 (¡no tardes, por favor!), pero a ojo de buen cubero, o mejor de escribidor financiero, yo apuntara a una recesión de alrededor de un 1% a 3% del PIB. De ser así, y tal como vemos en las últimas dos gráficas, este será un año histórico. Lejos de llegar a la contracción del 12.5% de la la Guerra Civil de 1965, estaríamos repitiendo escenarios parecidos a los vividos por nuestros padres y abuelos (como la crisis política de 1961 de negativo 2.3% del PIB), de la década pérdida de los ochenta (negativo 2.1% en 1985) o la contracción que siguió a la crisis bancaria del 2003 (1.3%).

La otra dimensión que no debemos olvidar, y que pienso es importante, es la del tiempo. Si retomamos la segunda gráfica, se observa que no solamente compartimos las proyecciones del 2020, sino también les pedimos a nuestros brujos (y brujas) económicos sus estimaciones de crecimiento del PIB para el 2021.

Concluyo, con esta perspectiva mucho más optimista. Verá que, sin excepción, para los analistas que osaron proyectar la economía dominicana pos-COVID-19, las expectativas para el 2021 son halagüeñas, con el mismísimo FMI proyectando una reactivación del 4.0%, Standard & Poor’s un 6.0% y The Economist Intelligence Unit 2.8%.

Pienso que toca, pues, no pretender tapar el sol con un dedo. Este será un año devastador, en términos económicos y sobre todo en lo humano y sanitario. El enfoque ahora debe ser cómo lo sobrevivimos, y en sentar las bases para que la recuperación, que sin lugar a dudas vendrá en 2021, sea lo más fuerte y abarcadora posible. Amén.

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"“No hablemos de que estos son días oscuros... Hablemos mejor de días más severos... Estos no son días oscuros: estos son días de gloria, los días más gloriosos que ha vivido nuestra nación.” "Winston Churchill“Nunca se rindan (discurso)”, octubre de 1941
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