VIDEOS | Un experto explica qué provocó la estampida futbolística en Indonesia
Se emitieron 42.000 entradas para un estadio que tiene capacidad para un máximo de 38.000
Van más de 127 muertos y cerca de 300 heridos, en una de las peores tragedias en estadios deportivos
Diario Libre
Al menos 125 fanáticos del fútbol han muerto en Indonesia y más de 300 han resultado heridos, en lo que se informa como una de las peores tragedias en estadios deportivos de la historia.
El desastre ocurrió el sábado por la noche en el estadio Kanjuruhan en Malang, Java Oriental. Según los informes , hasta 3.000 fanáticos ingresaron al campo luego de un partido de la Premier League en el que Persebaya Surabaya derrotó al club javanés Arema por 3-2.
The Conversation explica en un extenso reportaje lo que se estima como la caus aprincipal de la tragedia, según la opinión de un experto, la cual está considerada como una de las peores de la historia deportiva.
Decepcionados con la derrota, los seguidores de Arema arrojaron botellas y otros objetos a los jugadores y árbitros antes de irrumpir en el campo, lo que finalmente provocó una estampida mortal. Las imágenes de video muestran a las autoridades disparando gases lacrimógenos y armadas con porras y escudos mientras perseguían a los fanáticos en un esfuerzo por restablecer el orden.
¿Qué salió mal?
Los medios de comunicación informaron que el evento del sábado se llenó más allá de su capacidad. Según The Guardian , el principal ministro de seguridad de Indonesia dijo que se habían emitido 42.000 entradas para un estadio que tiene capacidad para un máximo de 38.000.
En un lugar tan densamente poblado, la decisión de la policía de usar gases lacrimógenos solo habría intensificado una situación ya confusa y caótica.
Además, el estadio de Kanjuruhan solo tiene una salida (que también es la entrada). En entornos deportivos competitivos, las multitudes ya tienen emociones intensificadas. Por lo tanto, no es difícil ver cómo una multitud frenética que corre por una sola salida podría provocar la muerte y lesiones.
Estas lecciones se aprendieron previamente con el desastre de Hillsborough de 1989 y el desastre de Love Parade de 2010 (por nombrar algunos), donde una combinación de acciones policiales, comunicación deficiente y acceso y salida deficientes para los clientes terminó en tragedia.
¿Se podría haber evitado esta tragedia?
Sí, y se pueden usar algunas técnicas para garantizar que no vuelva a suceder.
Por ejemplo, la investigación ha demostrado que iluminar un estadio para que la audiencia sepa que el espectáculo ha terminado puede ayudarlos a salir de manera ordenada. Al público también le gusta salir de un lugar de la misma forma en que entró, por lo que todas las salidas deben estar abiertas, accesibles y bien iluminadas.
Más allá de esto, las multitudes de fútbol de Indonesia son bien conocidas por su entusiasmo. Por lo tanto, el riesgo de que las multitudes se salgan de control debe gestionarse de forma preventiva .
Una forma de hacerlo sería separar a los espectadores en diferentes zonas, una técnica que ya se usa en los eventos de la Copa del Mundo. Esto puede reducir las tensiones en el estadio al reducir la probabilidad de que los fanáticos de diferentes equipos se encuentren.
La policía también puede formar una barrera pacífica alrededor del óvalo hacia el final de un juego, para señalar a la multitud que están allí para manejar la situación. Es importante destacar que no necesitan estar armados. En el Reino Unido, la "vigilancia suave" se utiliza para la gestión de multitudes con gran éxito .
Y se ha demostrado que hacer que los oficiales usen gorras de béisbol y sudaderas con capucha en lugar de equipo antidisturbios (como fue el caso en Malang) suaviza la respuesta de la multitud y permite que la policía pase y disuelva pequeñas escaramuzas antes de que se intensifiquen.
El uso de gas lacrimógeno
El organismo rector mundial del fútbol, la FIFA (Federation Internationale de Football Association), especifica en sus normas de seguridad que los comisarios o la policía no deben portar ni utilizar armas de fuego ni "gases para el control de multitudes".
El uso de gas lacrimógeno irrita los ojos y excita los receptores del dolor, lo que puede provocar pánico. En Malang, el uso de gases lacrimógenos en una situación ya emocionalmente intensa creó más pánico y provocó un enamoramiento.
Además, si bien la mayoría de las personas rociadas con gas lacrimógeno se recuperan, existe el riesgo de consecuencias para la salud a largo plazo para las personas expuestas a grandes dosis y las personas con afecciones médicas preexistentes.
El uso del gas fue una mala decisión y probablemente empeoró la situación. El presidente de la FIFA, Gianni Infantino, calificó los hechos como "un día oscuro para todos los involucrados en el fútbol y una tragedia más allá de la comprensión".
¿La última tragedia futbolística de Indonesia?
En 1995, el investigador y ex policía británico Alexander Berlonghi defendió la importancia de comprender a las multitudes para garantizar una “acción competente y eficaz” al manejarlas.
Dijo que sin comprender los matices del comportamiento de una multitud, pueden ocurrir errores desastrosos en la planificación y el control de multitudes. Más de dos décadas después, todavía estamos viendo que ocurren los mismos errores y que conducen a la pérdida de vidas.
Después de otra tragedia multitudinaria, el presidente de Indonesia, Joko Widodo, dijo que las autoridades deben evaluar minuciosamente la seguridad en los partidos y agregó que esperaba que esta fuera “la última tragedia futbolística en la nación”.
La violencia es común en los partidos de fútbol en el país, y se informa que los espectadores golpean a los rivales si son reconocidos como hinchas de otro equipo.
En el futuro, debe haber un enfoque en el desarrollo de estrategias preventivas de reducción de daños y garantizar que la policía esté adecuadamente capacitada para manejar tales eventos. También existe una necesidad urgente de revisar la cultura del fútbol en general en Indonesia.
A juzgar por la historia, las autoridades tendrán que tomar medidas drásticas para asegurarse de que los eventos del sábado nunca se repitan.
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