El debut soñado
Con corazón y coraje, República Dominicana se estrena ante gigantes en la Copa Oro

Para el fútbol de la República Dominicana, jugar la Copa Oro es algo más que un premio; vernos a punto de competir con las mejores selecciones de la región emociona. Fueron muchas oportunidades donde nos tocó devolvernos a un par de pasos de sus puertas, pero una vez adentro, creo que el azar se colocó de nuestro lado en el sorteo de la fase de grupos. Debutaremos contra México en Los Ángeles, California, en el marco del partido inaugural de torneo.
Será la primera vez que nos enfrentemos en categoría absoluta con uno de los dos gigantes de CONCACAF en una ciudad donde ellos son locales, y ante la mayor cantidad de público con la que jamás hayamos comparecido en toda nuestra historia, pues es muy probable que esa noche de junio el SoFi Stadium, un recinto con capacidad para 72,440 asientos, roce el lleno.
El grupo lo completan Costa Rica y Surinam. Con ambos conjuntos nos tocará enfrentarnos en Dallas, Texas, en el imponente estadio de los Cowboys de la NFL. Habríamos preferido jugar en ciudades de la costa este por la cercanía a la isla y el apoyo de la diáspora en lugares como Nueva York o Miami, pero en esta ocasión el evento se desarrollará en la parte oeste de los Estados Unidos. De todas maneras, desde el lugar que sea tanto el fanático de larga data, como el que se ha incorporado en estos últimos años al seguimiento del fútbol local, se ha imaginado al menos una vez en presencia de esta clase de escenarios; sin dudas esto es un deseo que nos daremos el gustazo de vivir.
Ya en el papel, nuestra selección es la más débil en comparación con sus rivales. La lógica del fantasy empujaría a cualquiera a concluir yéndose con la fácil de que México y los ticos avanzarán a la siguiente fase, y probablemente sea así. Pero este grupo de muchachos de quienes hace tiempo venimos conversando cuenta con el nivel y la mentalidad necesarios para competirle a cualquiera de los tres, en un fútbol como el de hoy donde menospreciar al contrario atribuyéndole falta de palmarés o jerarquía termina pasando factura.
Que nadie nos quite lo bailado, el orgullo de escuchar nuestro himno, la emoción que provoca cantarlo, ver la bandera colocada en lugares poco habituales haciéndose espacio para ondear con fuerza en el mundo fútbol, acompañando a unos jugadores que irán con ganas de pelearla, de demostrar que no estamos ahí por casualidad, que la intención de ubicarnos en estos espacios es poder quedarnos y que haya dominicana para rato.