En Nápoles se aplazó la fiesta
El equipo italiano tendrá la oportunidad de coronarse en esta semana
Nápoles tenía todo para que la celebración fuera este fin de semana. La derrota de la Lazio presagiaba fiesta. El celeste que tiñe el corazón de la ciudad, sobre todo los días de fútbol, se notaba con mayor intensidad.
Entre el Napoli y el pueblo napolitano existe una relación especial, como pocas veces he visto; un vínculo donde la pasión se transforma en devoción, todo un símbolo de unión de una comunidad que no conoce otro amor.
Con esa camiseta y en ese lugar, Maradona fue construyendo su leyenda. Fueron aquellos años de finales de los ochenta, donde de la mano del diez se vivieron los mejores momentos del equipo en un sur de Italia opacado tradicionalmente por el poderío económico de las ciudades del norte, como Milán y Turín.
Los campeonatos de mil novecientos ochenta y siete y de mil novecientos noventa, representaron ese empujón al amor propio señal de que se puede. Después de su muerte bautizaron el estadio con su nombre, convirtiendo así al viejo San Paolo en un lugar de peregrinación.
Un recinto que el domingo estuvo más lleno que nunca, nadie quería perderse la conquista del tercer Scudetto, después de una temporada dominando la Serie de A con un nivel de juego sobre el que ya hemos compartido con ustedes. La Salernitana de la vecina ciudad de Salerno era el rival, inferior tanto en el papel como en la clasificación, el guion presumía un resultado diferente al del desenlace.
El equipo que hoy dirige el portugués Paulo Sousa, cuyo portero actualmente es el mexicano Memo Ochoa, salió negado a que se festejara en su detrimento, planteándose con orden y rigor táctico, resistiéndose en defensa y logrando empatar el partido a minutos del tiempo regular; de esas cosas que tiene el deporte que tanto maravillan al ser humano, el fútbol de manera especial.
A pesar del empate, la ventaja que mantiene el Nápoli sobre el resto de los equipos en el campeonato italiano es suficiente como para decir tranquilamente que la fiesta lo que hizo fue aplazarse.
La próxima oportunidad de campeonato será este jueves de visitante ante el Udinese. Está claro que lo ideal hubiese sido festejar jugando en casa, pero con la ansiedad acumulada que tienen jugadores e hinchada, mientras más pronto se dé, mucho mejor. Son treinta y tres años de aquella última vez en la que fueron los mejores de toda Italia, una sequía que felizmente está a punto de terminar.