Salomón Torres dejó el béisbol para dedicarse a servirle a Dios
Dejó las Grandes Ligas con tan solo 25 años
Un ferviente testigo de Jehová, Torres dedicó sus años fuera del diamante a dedicarle más tiempo a su religión
El lanzador dominicano Salomón Torres dejó las Grandes Ligas con apenas 25 años para dedicarse a predicar la palabra de Dios, pero pocos años después volvió a la lomita para firmar sus mejores temporadas en la élite el béisbol.
Salomón Torres colgó el guante por primera vez en 1997, contrariado con aspectos del negocio por detrás del deporte y, especialmente, por su deseo de dedicarle más tiempo a Dios, según él mismo contaba en entrevistas concedidas en aquella época.
"En Estados Unidos son seis meses de juego, todos los juegos son de noche, desde las tres o cuatro de la tarde estás metido en un terreno de juego. Eso te quita el 70 % del día. Si quiero servir de una mejor manera a Jehová, a Dios, tengo que tomar decisiones como esta", explicaba en una entrevista sobre el motivo de su retiro.
Un ferviente testigo de Jehová, Torres dedicó sus años fuera del diamante a dedicarle más tiempo a su religión, pero nunca llegó a apartarse de la pelota, puesto que siguió entrenando en su país.
En 2001 regresó definitivamente al béisbol profesional, pero en la otra punta del mundo: disputó una temporada con los Samsung Lions de Corea del Sur, antes de volver a las Grandes Ligas, donde se enroló en los Piratas de Pittsburgh, club con el que tuvo probablemente sus mejores años (2002-2007) y en el que siempre fue considerado un jugador importante.
Incansable, la temporada 2006 llegó a disputar nada menos que 94 partidos, un récord para un lanzador en los Piratas, y tuvo buenos registros, con 12 salvados.
En 2008 Torres terminó su carrera en las filas de los Cerveceros de Milwaukee, probablemente en uno de los momentos más dulces de su etapa de jugador, con 28 salvados en la temporada, un récord personal.
Sin títulos en la MLB, tiene en su palmarés la Serie del Caribe de 2004, que ganó con los Tigres del Licey, mientras estaba cedido para las ligas invernales.
Sin embargo, este lanzador diestro, con una potencia portentosa, siempre será recordado por una anécdota durante un partido disputado contra los Cachorros de Chicago en 2003: una bola rápida de tal potencia que hizo añicos el casco del bateador rival, su compatriota Sammy Sosa.
Sosa salió ileso del trance gracias a la protección, pero en el mundillo del béisbol se comenta que ese lanzamiento endiablado supuso un antes y un después en la carrera del toletero.
A lo largo de doce temporadas en las Grandes Ligas, Torres jugó en cinco equipos: los Gigantes de San Francisco, los Marineros de Seattle, los Expos de Montreal, antes de su primer retiro, además de los Piratas y los Cerveceros, en su segunda etapa.
Después de retirarse, se quedó a vivir en Pittsburgh donde se dedicó con su esposa a ir puerta por puerta, como buen testigo de Jehová, predicando la palabra de Dios.