La caja tramposa que trae la pelota dominicana
Contratos de palabra, uso de sustancias, cuestionadas pruebas de dopaje y deserción escolar empañan el béisbol criollo
El cliente entra a la tienda de productos para atletas y le pregunta al dependiente:
—¿Tienen Winstrol?
—Aquí no vendemos eso, señor.
En el mismo momento de esa conversación, en otra área del local, unas clientas le piden a un empleado un esteroide anabólico llamado boldenona para un pariente que practica béisbol. Él las mira con escepticismo, se ríe, y les responde:
—Sí, la tengo.
—¿Cuánto cuesta?
—3,700 pesos (...) y se paga en efectivo.
—¿Habrá una más barata que sea igual? Él (el pariente) me mencionó otra que se llama Wil...
—¿Winstrol? Tengo la boldenona y Winstrol (nombre comercial con que se vende el estanozolol).
Le preguntan si el Winstrol -que al primer cliente le dijeron que no vendían- también se paga en efectivo. Les responde:
—Sí, todos esos que son esteroides son en efectivo.
—Ah, ¿entonces eso no lo reportan?
—Oh, ¿pero van a reportar que estás comprando esteroides?
—¿Pero me va a dar una factura de lo que voy a comprar?
—No, yo no te puedo dar factura. Yo se lo voy a vender a ustedes porque me parecieron de confianza, eso no se le vende a todo el mundo tampoco, casi les iba a decir que no lo tengo.
El vendedor se ausenta y retorna con un pequeño empaque que contiene la cantidad de los esteroides que las clientas acordaron comprar: dos ampollas de estanozolol de 50 mg cada una, bajo la marca comercial Winobolic, a un costo unitario de RD$432, y otra ampolla de la que sería la boldenona, pero que en realidad era metandienona de 100 mg, con el nombre Pharma Bol, a RD$800. Les imprime una factura genérica que especifica la compra de estanozolol y boldenona y las dirige a pagar a un cajero en específico. Las clientas retornan a donde el dependiente, quien les pide la factura, la guarda y, con sigilo, les entrega las ampollas envueltas en un pedazo de papel.
Ni la boldenona ni la metandienona tienen registro en el Ministerio de Salud Pública, por lo que su venta es ilegal. Tampoco el estanozolol, en su forma inyectable, se encuentra en la lista que suministró el Ministerio de las hormonas tipo esteroide que están registradas para venta en el país.
En la lista solo figura el estanozolol en su presentación en tabletas de 10 mg, que se venden bajo prescripción médica, como la gran mayoría de este tipo de hormonas. Sin embargo, ese día las clientas adquirieron las sustancias en la sucursal de Villa Consuelo de una empresa que distribuye productos farmacéuticos y de nutrición deportiva. La compañía tiene 36 años en el mercado y goza de popularidad entre los gimnastas y personal de farmacia con los que conversó Diario Libre para esta investigación.
El vicepresidente de la empresa negó que en sus locales se vendan los esteroides estanozolol y boldenona. Lo que reconoce es la venta de metandienona con el nombre comercial Anabolex.
“Nosotros somos representantes locales, distribuidores, no somos los importadores ni los que tenemos que sacar el registro ni estar pendientes de si el producto tiene el registro, bueno, sí es importante que lo tenga, pero la responsabilidad la tiene el importador, es decir, el laboratorio”, argumentó. Ante la insistente negación del ejecutivo de que vendan esteroides no autorizados, se le cuestionó qué harían si se determina que en su negocio se venden. Indicó que la consulta debe ser con los laboratorios, y pidió cuestionar a la Dirección General de Aduanas y a Salud Pública por qué no entregan los registros a tiempo y, a veces, no tienen los equipos para analizar las fórmulas.
La venta clandestina es apenas una entre una serie de jugadas irregulares e ilegales que empañan la gloria del béisbol, un deporte que es favorito y orgullo entre los dominicanos pero que como industria apuesta por el mayor beneficio.
Se hacen amarres con contratos de palabra de menores con 13 y 14 años en franca violación a las normas de las Grandes Ligas o Major League Baseball (MLB), que fija la edad inicial para firma entre los 16 y 17 años; se infla el rendimiento a fuerza de sustancias prohibidas para sacarle al adolescente una anatomía de hombre antes de que el tiempo lo dicte; cuestionadas pruebas de dopaje antes de la fecha de la firma de un contrato que, casi siempre, se ve afectado por resultados positivos y, más aun, niños que merman sus posibilidades de desarrollo al abandonar la escuela para correr tras una firma que solo consigue la minoría y para la cual empeñan hasta su propia vida.
Esto ocurre en un terreno donde cada “jugador” se mueve por sus propios intereses y quienes están llamados a ser “ampayer” dejan “la bola correr”, y permiten que queden en la impunidad actos que ameritan una regulación.
La República Dominicana es el país que más peloteros tiene en la MLB fuera de los Estados Unidos, una hazaña para una media isla del Caribe con poco más de 10 millones de habitantes. Entre 2014-2018 los equipos de Grandes Ligas firmaron 2,022 jugadores dominicanos y en el mismo periodo a aproximadamente 3,350 internacionalmente, según estadísticas reportadas por la oficina de la MLB en el país.
Los datos también registran que para el año calendario 2018 fueron firmados 737 dominicanos con un bono promedio de US$139,938.85, para un total de US$103,134,932.
El 2 de julio de cada año comienza el período de firmas de los prospectos internacionales hasta el 15 de junio del año siguiente. La mayoría de los dominicanos firmados en los últimos años tiene entre 16 y 17 años, pero los más jóvenes tienen preferencia. Solo entre 2016-2017 fueron firmados 330 con 16 años, para el 68 % del total y US$97,246,500 en bonos.
Los prospectos con más edad tuvieron menos plazas en 2017. Con 19 años solo se firmaron 42 y con más de 20 a 33.
Los jóvenes-viejos a los que no quieren firmar
Las reglas de la MLB establecen que un jugador que no haya sido contratado previamente por un club de la Liga Mayor o Menor, que no sea residente de los Estados Unidos, Puerto Rico o Canadá, y que no esté sujeto a reglas académicas, puede firmar un contrato si tiene al menos 17 años al momento de hacerlo o si tiene 16 años y cumplirá los 17 antes de que finalice la temporada efectiva para la que ha firmado o antes del 1ro. de septiembre de dicha temporada.
Pero Rudy Santín, un entrenador cubano que dirige una academia de formación de peloteros en Santo Domingo Este, describe lo que considera una violación a esa regla.
—El pelotero se firmaba antes a los 16 años, después se firmaba a los 15, luego a los 14, ahora se firma hasta a los 13.
—¿De qué forma se firma?
—El equipo viene y me dice que le interesa el muchacho, yo le digo que tiene solo 13 años y me dicen: No importa, nosotros lo queremos firmar. Le digo: Ta’ bien, y le pido, por ejemplo, 3 millones. Es un acuerdo mutuo de palabra que nunca se ha roto, porque si el equipo lo rompe, todos los demás entrenadores se enteran y ya no puede hacer tratos con más nadie. El entrenador no lo quiere romper, porque entonces ningún scout va a negociar contigo, pues le dicen a los demás que ese entrenador no es confiable.
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Carlos Reyes es otro entrenador de una escuela de béisbol que amplía sobre la modalidad que ellos conocen como amarre, reserva, asegurado o preacuerdo. Él viaja por los distintos rincones del país en busca de jóvenes talentosos para jugar pelota.
“El preacuerdo puede ser a los 13, 14, 15 años, pero ya cumplidos los 16 está la firma en julio 2. El scout del equipo es el que hace el ofrecimiento”, explica. “Con el que está amarrado se sigue practicando y cuidándolo para que no se lesione y que, cuando llegue la fecha, todo esté normal y bien. Los padres saben del preacuerdo”.
Reyes enfatiza en que si un chico logra un preacuerdo de US$50,000, por ejemplo, no se pasa a otra organización aunque ofrezca US$100,000. “¡No, no, no! Hay un compromiso, que es de boca, pero es un compromiso”, enfatiza.
Al cuestionarle si ha “amarrado” alguno, responde sin vacilar: “¡Claro! Cantidad de veces. El último fue ahora en 2018”. Refiere el caso de un joven prospecto que llegó a su escuela a los 12 años y lo “amarró” a los 14 con un equipo del sur de los Estados Unidos.
“Siempre se da el amarre porque nosotros trabajamos con chamaquitos, con niños pequeños, para irlos preparando, porque con los viejos no dan na’. Ya cuando llegaron a los 16, ya de ahí para allá hay que regalarlos”, plantea el entrenador.
“Regalado” se sintió un pelotero cuando a sus 19 había perdido la esperanza de que un equipo lo firmara. Un día le ofrecieron hacerlo por un bono de US$10,000 y aceptó. “Cuando el mánager dice que me ofrecieron le dije: Coja lo que haya, porque ya la edad no está como para estar diciendo que no, porque si uno se pone a negociar con la edad que tengo, se echan para atrás”.
Él se considera viejo en una industria que ha cambiado. “Ahora los carajitos con 15 años tiran la milla que yo tiraba con 19. Ahora le están dando más importancia a los menores de 15, de 16, ya cuando cumples los 18 años es diferente”, asegura.
Miguel Batista, un exlanzador criollo que jugó para las Grandes Ligas entre 1992-2012, es crítico a los cambios en el béisbol. “En el 1988, el que más dinero le dieron para firmar de nosotros fue a Pedro Martínez (con 17 años), le dieron 6,000 dólares, y nosotros hicimos una bulla, que por qué le dan tantos cuartos a ese enano, y Pedro lo que tiraba era 82 millas por hora. Ahora ellos quieren que un niño con 16 no tire 82 sino 90 y pico”, dice.
Cita a otras glorias del deporte como Felipe Rojas Alou, Juan Marichal y Manny Mota. “¿Tú me vas a decir que tenían 16 años? Y esos son los mejores que ha dado el país”.
Diario Libre conversó con un joven prospecto que el 19 de febrero de 2018 celebró con sancocho junto a su familia su firma por US$100,000. En ese momento tenía 15 años. Los 16 los cumpliría en abril y la firma oficial se produjo el 2 de julio por un monto de US$50,000 con la misma organización, luego de pasar por los exámenes físicos de lugar.
Otro que da testimonio de las firmas de 13 y 14 años es el también programero Víctor Báez, quien se ufana de que es la persona a la que más peloteros le han firmado.
—¿A usted le han firmado con esa edad?
—Sí, claro, lo que pasa es que son acuerdos que nunca van a ser por escrito, no son estúpidos.
—¿Cómo lo podemos probar?
—No existe, sería la palabra de uno contra la de ellos. Pero eso pasa todos los años. Se ha denunciado y no pasa nada. Ellos son los dueños de su show.
Jorge Pérez-Díaz, vicepresidente senior y asesor legal especial de asuntos internacionales y litigios de la MLB, es enfático en asegurar que las reglas del béisbol indican que solamente se puede firmar a una persona que es elegible y que tenga la edad para firmar. “Solamente se puede firmar con un contrato que se llama el UPC”, sostiene.
—¿Tienen conocimiento de que se están haciendo acuerdos verbales?
—No, de que haya un acuerdo tácito de que los van a reservar, no, y si hay esa información pues yo quisiera que me la proveyeran porque la podemos evaluar (...) Todos los acuerdos que se hagan antes de que el jugador sea elegible son acuerdos ilegales, no cumplen con nuestras normas (...) Si está pasando, puede que pase, no estoy diciendo que no esté pasando, pero nosotros no lo promovemos. Si tenemos la información, podemos sancionarlo, y hasta que no venga ese contrato firmado, que tiene que ser con una persona elegible, nada anteriormente puede ser válido.
Pero Santín entiende que la MLB sí conoce de la práctica y mira para otro lado. “Ellos (la MLB) saben, porque desde que el pelotero firma, ellos te mandan a buscar el pelotero para hacerle dopaje, ¿y cómo ellos saben, si yo tengo 30 peloteros?, ¿cómo ellos saben y nada más te mandan a buscar a ese y no a los otros?”, se cuestiona.
En mayo de 2018, el subeditor de Deportes de Diario Libre, Nathanael Pérez, publicó una lista, basada en fuentes de la industria, de los prospectos dominicanos que serían firmados el 2 de julio de ese año y los montos de algunos de los preacuerdos.
En noviembre de 2017 el comisionado de las Grandes Ligas, Rob Manfred, informó de las sanciones impuestas al equipo Bravos de Atlanta que quedaba impedido de firmar prospectos latinoamericanos hasta el año 2021.
La sanción corresponde a supuestas irregularidades en la contratación de peloteros que la MLB describe como bonificaciones infladas y beneficios inadmisibles. La nota que publicó para entonces la MLB, indica que Atlanta tampoco podrá fichar al prospecto dominicano Robert Puasón en el periodo de firmas de 2019-2020. “El equipo había alcanzado un acuerdo verbal con Puasón, de 14 años. MLB indicó que Puasón aceptó firmar con los Bravos porque el equipo pactó con su agente acuerdos con otros seis jugadores por bonificaciones ‘infladas’ ”, dice el despacho de prensa.
Los preacuerdos o firma de palabras a los chicos de 13 y 14 crean, a juicio de Santín, un problema de frustración para los jóvenes que a los 16 años todavía no tienen una firma, pues, asegura, los equipos ya no los quieren mirar. También se queja de que adolescentes de 12 y 13 años no deberían vivir en una pensión, haciendo ejercicios y practicando todo el día, pero que, si los firman a esa edad, no tienen más opción que prepararlos.
“Yo les digo a los entrenadores que vamos a quebrar -agrega-, pues te firman uno de 14 ó 13, pero tú no vas a cobrar hasta el año 20 (2020) o 21(2021), pero tú tienes una academia con 30 peloteros en la que tienes que gastarte 10 mil dólares mensuales. Y es que los peloteros de 15 y 16 años ya no valen un peso. No los quiere nadie o te quieren dar 15 mil dólares por él, sabiendo que es bueno”.
“Nosotros sacrificábamos el tiempo del muchacho cuando tenía 15 años, ahora tenemos que hacerlo a los 13”, se queja un entrenador que tiene 19 años en la industria y asegura que ha sido partícipe en la firma de al menos 20 jugadores. “Los scouts de la organizaciones y los de Major League, por ejemplo, estamos en el 2019, quieren ver y evaluar jugadores 2020 y 2021, así mismo nos lo dicen”.
Entra el dopaje
El programero Víctor Báez no quiere atribuir directamente la competencia creciente por firmar a los prospectos como el causante del dopaje en menores peloteros para mejorar su rendimiento.
“No diré que esa es la razón por la cual algunos niños están dopados -dice-, pero algunas personas se agarran de que las exigencias de la MLB para niños de 14 años son ridículas. Quieren que un niño de 14 años sea tan bueno en béisbol como un hombre de 18 años gringo”.
Báez desvincula a los dueños de programas de la práctica del dopaje, que atribuye a padres y entrenadores. “Tengo una inversión de 17 mil dólares mensuales, un millón de pesos mensuales, y así mis colegas. ¿Cómo voy a arriesgar todo por puyar a un niño?”, apunta.
No hay un registro formal de la cantidad de programas que preparan en el país a menores de edad para ser beisbolistas profesionales, pero entre quienes se dedican a este negocio y el ministro de Deportes, Danilo Díaz, los estiman en más de 1,000.
La falta de supervisión y regulación de estos programas y también de la venta de medicamentos controlados, permite a los deportistas acceder a sustancias prohibidas por la MLB para influir en su rendimiento y muchas veces sí son motivados por sus entrenadores con la anuencia de sus padres.
Un esteroide anabolizante androgénico prohibido es decanoato de nandrolona, que estimula la actividad muscular y se usa para tratar la anemia y la osteoporosis. A pesar de que la marca comercial Deca-Durabolin con que se distribuye dice fuera de su empaque que no se debe vender sin receta médica, Diario Libre compró el producto en farmacias de Santo Domingo de forma libre y sin requerimientos de ningún tipo.
A nandrolona dio positivo un prospecto de 16 años cuando le hicieron pruebas de drogas para firmarlo el 2 de julio de 2016 por US$1,200,000. Era la tercera vez en dos años que un equipo se interesaba en él. La familia no pudo sustentar el alegato de que consumió medicamentos para la fiebre que pudieron incidir en el resultado, y perdió la reclamación que presentó a la MLB con un abogado.
Eventualmente uno de sus entrenadores le inyectaba una sustancia que el jugador asumía como Complejo B; a otros peloteros también. “Casi nada de lo que pasa en la academia lo saben nuestros familiares, uno está retirado, yo iba a mi casa cada mes”, cuenta el beisbolista cuya identidad se omite.
El contrato millonario fue cancelado. “En la academia no di positivo, en la MLB nada más (...) Imagínate, 1ro. de julio, iba a firmar al otro día, como a las 8 de la noche ya iba a dormir emocionado porque me iban a firmar y vienen con esa noticia”, recuerda.
El adolescente pudo hacer otra prueba de sus habilidades deportivas pero le ofrecieron menos: US$300,000. Su mánager negoció y lo firmaron el 10 de julio por US$625,000. De ese monto, el entrenador se quedó con el 40 % como había previamente acordado con él y su familia.
“Estoy agarrada de Dios y me lo van a devolver con creces todo lo que se perdió”, asegura su madre. Ella se siente cómoda en la vivienda que su hijo construyó para la familia con el dinero del bono, que les permitió dejar la pequeña casa alquilada donde vivían en Boca Chica y migrar a Santo Domingo Este.
Ella y su hijo aseguran que no han vuelto a ver al entrenador que lo inyectó. Diario Libre solicitó una entrevista con el encargado del programa donde se entrenaba, pero no respondieron.
El joven prospecto que el año pasado tuvo el preacuerdo por US$100,000 y celebró su firma con un sancocho, admitió con timidez que la baja del monto a US$50,000 se debió precisamente a que dio positivo a Winstrol (estanozolol).
En el ámbito deportivo, entrenadores, peloteros y hasta padres de posibles prospectos refieren cifras de entre 20 y 22 jóvenes para firma que supuestamente dieron positivo en 2018, un dato que no se pudo confirmar con la MLB. Lo que sí informó Pérez-Díaz, en una entrevista telefónica, es que el año pasado se hicieron 290 pruebas en la República Dominicana a menores de entre 13 y 16 años, y el 100 % no estaba limpio.
“Hay una preocupación con el uso de sustancias de mejoramiento del rendimiento en República Dominicana y otras partes también”, indicó.
Conforme a los reportes publicados en el portal web de las Ligas Menores (milb.com), entre 2012 y 2018 han sido 595 los jugadores suspendidos por violar el programa de drogas de las Ligas Menores, siendo el 30 % dominicano. Las sustancias a las que más han dado positivo son estanozolol, boldenona, nandrolona y la dehydro-chlormethyltestosterona. Inclusive, el estanozolol es la más común en atletas olímpicos dominicanos, informa Milton Pinedo, presidente de la Federación Dominicana de Medicina del Deporte.
Las anteriores forman parte de una lista de 200 sustancias prohibidas por la MLB para usarse en los jugadores, distribuidas en drogas de abuso, para aumentar el rendimiento, estimulantes diuréticos y agentes encubridores.
¿Logrará cambios un programa especial?
La República Dominicana es el único país fuera de los Estados Unidos donde los 30 equipos de las Grandes Ligas tienen academias, y también acoge una sede de las cinco oficinas que la MLB tiene en el exterior.
La MLB y sus clubes invierten un aproximado de US$182 millones al año en la República Dominicana y la entidad aporta más de 1,200 empleos directos y miles indirectos, según el último análisis hecho a la industria en 2013.
Navegue por el siguiente mapa para conocer la ubicación y otros detalles de cada academia.
Los ejecutivos de la MLB recibieron informaciones sobre la administración de drogas a menores peloteros para influir en su rendimiento, inclusive desde antes de los 15 años. Para enfrentarlo, se decidió empezar un programa en el país y en Venezuela, llamado Trainer Partnership Program (Programa de Asociación con Entrenadores), por ser los territorios fuera de los Estados Unidos donde hay más jugadores.
Desde el año pasado, a cambio de apoyo para capacitación y acceso a los equipos, la MLB invita a entrenadores independientes que, de forma voluntaria, se adhieren al programa y se comprometen a que sus peloteros –con su consentimiento y el de los padres o tutores– sean sometidos a análisis para verificar el uso de sustancias prohibidas, aunque no estén firmados por un equipo de Grandes Ligas.
Solo en la República Dominicana había 36 entrenadores adheridos al Trainer Partnership Program en su primera fase. Uno de ellos es Laurentino Genao, quien preside la Asociación de Entrenadores y Scout Independientes de República Dominicana, que abarca a unos 25 asociados.
Afirma que no le molestan las pruebas antidopaje porque está limpio y señala dos razones por las que las favorece: “Lo primero que nosotros debemos hacer es limpiar el juego. Lo segundo es proteger la integridad de esos niños que, cómo va a ser que entrenadores o personas les estén poniendo sustancia con desconocimiento total”.
Víctor Báez, por el contrario, no se ha sumado al programa y lo critica. Entiende que las pruebas de drogas rompen las reglas y leyes dominicanas. “En Estados Unidos ellos no les hacen doping a niños de 13 años porque les meten una demanda”, dice.
“Nosotros no hacemos pruebas de droga a nadie sin tener una opinión de abogados reputables en cada país que nos dicen que lo podemos hacer”, defiende Pérez-Díaz, de la MLB. “Hacemos pruebas de drogas a menores en todo el mundo y en todo el mundo lo podemos hacer. Tenemos opiniones de abogados, tenemos formularios de consentimiento que son formulados por los abogados y no hemos tenido nunca ningún problema, lo mismo en República Dominicana”.
Dilia Jorge Mera, abogada especializada en temas de niñez y familia, plantea que si los padres, que son los representantes legales de los menores de edad, autorizan esas pruebas, y el mismo menor de edad, tomando en cuenta su edad y madurez, no se opone, no se estaría violentando los derechos del niño. Tampoco si la autorización sale del entrenador, previa autorización de los padres.
El ministro de Deportes tampoco considera que las pruebas de drogas entran en conflicto con las leyes si tienen la anuencia de los padres y del jugador. “Es una forma hasta de verificar”, dice. “Lo que hay que ver es que las pruebas que se hagan no sean pruebas que tengan ninguna consecuencia por lo menos física, biológica, en el niño”.
Mientras se discute el alcance legal de las pruebas, los esteroides siguen inflando firmas y desinflando vidas. Varios jóvenes han perdido el juego en su intento de ganarse el “torneo” en las Ligas Mayores.
Es periodista en Diario Libre.
Editora de Economía y docente de periodismo. Se ha especializado en periodismo de investigación, multimedia y de datos.