Cuadros para mantener vivo el recuerdo de los supervivientes de la bomba sobre Hiroshima

Alumnos de una escuela secundaria se reúnen durante casi un año con supervivientes para escuchar sus historias y pintar un cuadro basado en uno de estos recuerdos

Una alumna de la Escuela de Secundaria Motomachi posa junto a una de las obras mientras participa en un programa de pintura para plasmar los recuerdos de los supervivientes de la bomba atómica en Hiroshima (Japón). Casi ocho décadas después del bombardeo atómico sobre Hiroshima, el número de supervivientes de la tragedia sigue menguando, mientras que un grupo de adolescentes busca mantenerlo vivo a través de sus pinturas basadas en conversaciones con las víctimas. (EFE/ Edurne Morillo)

Casi ocho décadas después del bombardeo atómico sobre Hiroshima, el número de supervivientes de la tragedia sigue menguando, mientras que un grupo de adolescentes busca mantenerlo vivo a través de sus pinturas basadas en conversaciones con las víctimas. 

Con la edad media de los supervivientes situada en los 82 años, la ciudad de Hiroshima, la primera en sufrir un bombardeo atómico, busca ahora nuevas formas de recordar su historia, sobre todo ante los conflictos recientes que han elevado las tensiones nucleares en el mundo. 

Hiroshima acogerá en este contexto la cumbre del Grupo de los Siete que se celebrará entre el 19 y el 21 de mayo y donde los mandatarios de Japón, Alemania, Canadá, Francia, Italia, Reino Unido y Estados Unidos buscan mandar "un fuerte mensaje" antinuclear. 

Con vistas a preservar la memoria de las víctimas de la bomba nació en 2004 un proyecto entre el Museo Conmemorativo de la Paz de Hiroshima y la Escuela de Secundaria Motomachi, en la que los alumnos se reúnen durante casi un año con supervivientes para escuchar sus historias y pintar un cuadro basado en uno de estos recuerdos.

"He tardado unos 10 meses en terminar el cuadro tras cinco sesiones con la superviviente y tengo la convicción de que se puede transmitir el mensaje de la paz y la bomba atómica no sólo con palabras, sino también con pinturas", explica a EFE Haruna Fukumoto, una estudiante de 17 años.

Tras este tiempo conociendo a la "hibakusha" -supervivientes a la bomba- Fukumoto pintó "Please, look for my mommy!" (Por favor, busca a mi madre) basado en sus conversaciones con Chieko Kiriake, que tenía 15 años cuando se produjo la explosión. 

Una semana después del bombardeo, Kiriake fue al hospital en busca de su tío y allí encontró una niña pequeña que le pidió que buscara a su madre. Al no tener tiempo, pidió a la niña que la dejara en paz, pero regresó en su búsqueda un día más tarde sin éxito. 

"Quiero que más gente vea este cuadro. Personas de mi generación y otras generaciones más jóvenes que yo. Quiero que la gente sepa lo ocurrido y así poder defender la importancia de la paz en el mundo", añade Fukumoto.

Nagi Kagawa, también de 17 años, basó su obra en las conversaciones con la hibakusha Teruko Yahata, quien tenía entonces ocho años, y plasmó su experiencia en el cuadro "An eerie flash of light" (Un espeluznante destello de luz), donde se puede ver a la joven Yahata en el jardín de su casa con un cielo cubierto por una brillante luz antes de perder el conocimiento. 

"Era la primera vez que conocía a un hibakusha. Cada uno de ellos nos da un título para el cuadro y entonces decidimos con quién queremos trabajar", señala Kagawa.

Sus historias guardan similitudes con las de otros supervivientes de la bomba, personas que tienen ahora al menos 78 años y que han ido muriendo en las últimas décadas por los efectos secundarios de la radiación o causas naturales.

Más de cien mil hibakusha siguen vivos, de un total de 650,000 que el Gobierno japonés ha reconocido desde el desastre. Marcados como "supervivientes", esta figura es vista con respeto en Japón, pero también arrastra consigo una serie de prejuicios y ha llevado a muchas de estas personas a la exclusión social o a tener que asociarse sólo con otros hibakusha.

Aunque estas jóvenes no han tenido ninguna experiencia con la bomba atómica, llegan a comprender mejor lo sucedido con estas entrevistas y sus cuadros, además de mantener vivo el recuerdo de los supervivientes para que pueda llegar a las próximas generaciones y más allá de la vida de cada hibakusha.

Su importancia es clave en el Japón actual, donde las nuevas generaciones crecen sin conocer lo ocurrido en Hiroshima y Nagasaki, y cómo ambas ciudades se convirtieron en las tristes protagonistas de los únicos dos bombardeos nucleares de la historia.

Estados Unidos lanzó el primer ataque nuclear sobre la ciudad de Hiroshima el 6 de agosto de 1945, y tres días después lanzó una segunda bomba atómica sobre Nagasaki, lo que condujo a la capitulación de Japón el 15 de agosto y puso fin a la II Guerra Mundial.

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