El ataque a Fernández, en centro de la política argentina un mes después

El principal sospechoso, Fernando Sabag Montiel, fue captado por las cámaras de televisión mientras gatillaba dos veces contra el rostro de la expresidenta

La vicepresidenta argentina Cristina Fernández de Kirchner saluda a sus simpatizantes reunidos frente a su casa en Buenos Aires, Argentina, el sábado 27 de agosto de 2022. Fernández de Kirchner dijo el viernes 23 de septiembre de 2022 durante el juicio en el que está acusada de presunta corrupción que han salido a la luz las “increíbles mentiras” de los fiscales, que han pedido una condena de 12 años de cárcel. (AP Foto/Rodrigo Abd)

Un mes después del atentado contra la vicepresidenta argentina, Cristina Fernández, del que salió ilesa y por el que hay cuatro detenidos, continúa impactando en el escenario político nacional, marcado por las posibles estrategias para las presidenciales de 2023 y la crisis económica que arrastra el país.

La Justicia continúa investigando a “la banda de los copitos”, como fueron bautizados por la prensa, un grupo de vendedores de algodones de azúcar que trabajaba en los alrededores de la casa de Fernández, en medio de las manifestaciones en su apoyo después de que un fiscal solicitara 12 años de prisión por presunta corrupción durante sus dos períodos como mandataria (2007-2015).

El principal sospechoso, Fernando Sabag Montiel, de 35 años, brasileño nacionalizado argentino, fue captado por las cámaras de televisión mientras gatillaba dos veces contra el rostro de la expresidenta. Junto a él, otras tres personas están implicadas en la investigación.

La jueza María Eugenia Capuchetti y el fiscal Carlos Rívolo, que llevan adelante la causa, mantienen el expediente bajo secreto de sumario, pero la trascendencia del hecho motivó que se volviera mediático y que, desde el oficialismo, se hablase de una "mano negra" que impulsó a los investigados. 

“Esperamos que la investigación judicial profundice no solamente en los actores materiales, sino también en cuáles eran las relaciones, el sistema o el grupo que, más allá de ellos, los impulsó, los convenció o les sugirió para llevar adelante esto”, dijo la portavoz de la Presidencia, Gabriela Cerruti, en una reciente rueda de prensa.

De esta manera, el Gobierno de Alberto Fernández se despegó de la opinión del expresidente Mauricio Macri (2015-2019), referente de Juntos por el Cambio, -principal coalición opositora-, quien trató el asunto de “algo individual de un grupo de loquitos”.

“Macri relativizó lo que sucedió, ya que es parte de su estrategia política capitalizar tragedias. El atentado marca un punto de inflexión, que, esperemos, no se termine diluyendo porque lentamente se vuelve al debate desde la agresión. Un problema que toma fuerza a nivel global”, considera para Efe el analista político de la consultora Clivajes Esteban Regueira.

La economía vence al odio

Regueira no cree que la política argentina mutó, pero sí señala un “antes y un después”, ya que durante un tiempo “frenó a algunos referentes de la oposición y el oficialismo” al momento de entablar diálogo.

Como se pudo comprobar el 1 de septiembre pasado, día en que se perpetró el ataque contra la exmandataria, “los discursos del odio tienen su correlato”, agrega el experto.

Argentina atraviesa una crisis económica dual, en donde la inflación interanual alcanza el 78,5 %, según datos del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec) y los pronósticos más “optimistas” del Banco Central señalan que este año cerrará cerca del 95 % y en 2023 del 84,1 %.

Al mismo tiempo, el consumo se exacerba en centros comerciales y restaurantes estallados de gente, porque es preferible sacarse de encima una moneda tan inestable como el peso argentino.

Hacia 2023

“El intento de magnicidio no la transforma en presidenciable, pero el fracaso de un sector cercano al presidente Alberto Fernández la fortalece dentro de sus votantes, porque fue ella quien hace tiempo viene avisando los desaciertos del albertismo”, remata el experto en alusión a una posible candidatura de Cristina Fernández para 2023.

Hace meses que la vicepresidenta, en sus discursos y publicaciones en redes sociales, advertía de los desaciertos en las políticas que llevan a cabo los ministros elegidos por el jefe de Estado.

Recientemente, Cristina Fernández reclamó una mayor intervención del Gobierno ante el aumento del índice de indigencia, que creció al 8,8 %, desde el 8,2 % en el segundo semestre del año pasado, mientras que la pobreza bajó 0,8 % por un total del 36,5 %.

“Lo electoral va a depender del rumbo económico, si se inicia una recuperación económica a principios del 2023 y se nota el freno a la rueda inflacionaria puede abrir las puertas al oficialismo. Hoy lo veo difícil y me parece que tiene las de perder, porque ante este clima, las internas están muy expuestas”, concluye Regueira.

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