Sofía Lachapelle, la primera periodista en reportar el atentado a las Torres Gemelas
Ese día, la periodista dominicana casi pierde la vida dos veces mientras reportaba el atentado para la cadena hispana Univisión
Para Sofía Lachapelle, periodista dominicana de la cadena Univisión, y sus compañeros, el 11 de septiembre empezó como un día normal, “de hecho, cuando nos llamaron para que fuéramos ‘corriendo’ hacia donde estaban las Torres Gemelas seguía siendo un día cualquiera, porque como en Nueva York se estrellan cosas por las esquinas, tampoco eso es nada raro”, cuenta Lachapelle.
Sofía fue la primera periodista en reportar los atentados del 11-S, y la única que casi pierde la vida dos veces en la Zona Cero aquel fatídico día que paralizó la ciudad que nunca duerme, una ciudad en la Sofía nunca quiso vivir.
“Yo no quería ir a Nueva York, nunca me han gustado las grandes urbes, y mi mentora me dijo que yo tenía que irme a Nueva York a trabajar, yo le dije que no, y me dijo: ‘tú te vas a Nueva York porque donde se forma un verdadero periodista es en una capital, donde suceden grandes acontecimientos’. Mira qué ironía que ella me dice en el año 1999: allá está la sede mundial, el World Trade Center, la ONU, y solo el hecho de estar allí, cubriendo noticias en esos lugares, esa es tu mejor base”, recuerda Lachapelle.
“Y yo por una razón u otra acepté, entendiendo que esa era mi ciudad para foguearme y vaya fogueo el que cogí”, dijo la periodista.
Sofía era parte del equipo que salía de madrugada, desde las tres de la mañana hasta la una de la tarde, “todo lo malo pasa en esas horas, ahí es donde están los asesinatos, los peores accidentes, por lo que siempre hay un breaking news”, dijo la dominicana a Diario Libre.
“Que nos llamaran porque hay que salir corriendo no era nada nuevo, era ah, ok, otra noticia”. Pero Sofía recuerda perfectamente el momento en el que se dio cuenta que ese no era un día más, ni un accidente cualquiera.
“Ahora, cuando nosotros nos dirigíamos hacia la carretera que está pegada al río Hudson, que es la que aparece en las imágenes repleta de carros abandonados, entonces como que nos quedamos mirándonos unos a otros, como que aquí está pasando algo de verdad”, expresó. “Y ver esa estampida que salía y los carros dejados en el medio, fue cuando dijimos, espérate, es que lo que está pasando en Nueva York hoy, no es lo normal que suele pasar, está pasando algo mucho más grande de lo que suele pasar”, recordó.
La “normalidad” se transformó, la gente se estaba lanzando
Sofía recuerda que mientras iba corriendo hacia la torre, se detuvo un momento en el camino.
Se dirigían hacía un punto específico que terminó siendo la esquina donde estaba ubicada la segunda torre, que fue la primera que cayó, “porque mi compañero de unidades móviles, nos había dado la locación, hasta donde más cerca él podía llegar y vaya que llegó cerca, porque llegó a la esquina de las torres”, dijo.
Mencionó que su compañero, el camarógrafo Humberto Acosta, siempre le gritaba “corre, corre, corre”, porque tenían que llegar al lugar para hacer un en vivo, “pero no mires hacia abajo”.
“Entonces yo miré hacia abajo y lo que vi no me agradó, la gente se estaba lanzando. Algo que sí me detuvo, fue el ver en el piso lo que no me gustaría explicar gráficamente, y fue un momento de frustración que lo sintieron todos los que lo vieron en las pantallas, la gente se iba lanzando y uno se preguntaba, pero ¿por qué?, ¿por qué te estas lanzando? Y cuando yo vi eso dije aquí hay algo no está bien”, dijo Sofía.
“Era algo como irracional”
Dentro de la dura jornada y el largo recorrido que, en ese momento acabada de iniciar para Sofía, ella no salía del estupor de ver a las personas tirarse desde lo más alto de las torres.
“Una cosa es que asesinen a alguien, que alguien pierda la vida en un accidente, y otra distinta es que una persona se lance al vacío porque esa es su salvación, es como irracional, y en ese momento ya la adrenalina iba aumentando porque uno tiene un olfato, como de perro sabueso, y ese caminar, cada vez que te ibas adentrando más a la Zona Cero, nos dábamos cuenta que no era lo que siempre hacíamos, que era... dantesco... mis ojos no alcanzan a decirte en 360, lo que ni siquiera yo había podido ver antes”, dijo.
Nunca tuvo ganas de “salir corriendo”
La periodista dominicana recuerda que por sobre todas las cosas mantuvo su compromiso, al igual que sus compañeros, de seguir informando.
“Ese día lo que mis ojos vieron fue muy impresionante, no tenía temor, porque es automático, tu no lo piensas, porque también tú tienes la presión de que alguien está esperando esa noticia, tienes el conocimiento de que, si el camarógrafo no prende su cámara y tú no comienzas a hablar, no hay noticia, eso está sobre tus hombros, esa es una responsabilidad muy grande, y debes hacerlo, eso no está en que tú quieras o no”, recordó.
“Las escenas para reportar breaking news, los huracanes, bombardeos, escenarios de guerra, tu para todo te preparas, porque todo ha pasado en la vida, pero un 11 de septiembre no ha vuelto a pasar y no quisiera que pasara por lo menos mientras vida yo tenga”, dijo Lachapelle.
En la segunda explosión comenzó a temer por su vida: “Yo le decía graba, graba, graba, y él me decía corre, corre, corre”
Sofía narra que se quedó atrapada en el camión de noticias, la primera ocasión en la que estuvo a punto de perder la vida, “también quedé atrapada en la segunda explosión, ahí fue que yo me di cuenta que aquí si me puedo morir”, recordó
“Entre una torre y otra pasaron unos 15 minutos en lo que se desplomaron, no sé el tiempo correcto, y no salí lesionada al extremo porque tengo todas mis partes completas, pero fue el tiempo que me tomó dar unos pasos para llegar hasta el camión, porque fue hasta donde más lejos pude llegar”, aseguró.
Resaltó que, la dimensión de lo que se desplomó no alcanzaba la mente humana, y que no había lugar donde esconderse.
“Cuando yo miré por encima de mi hombro izquierdo es como si viniera un tornado encima de ti, un monstruo, aquello era un monstruo con todo, con ojos, manos y pies, era del tamaño de la dimensión del mismo edificio, así que había que correr para resguardarse”, dijo a Diario Libre.
“Yo no sé si fueron 30 o 40 segundos es que es imposible saber el tiempo que estábamos allí, yo sé que, si nos fuimos a negro, si nos faltó la respiración. Si mi compañero y yo no hubiésemos tenido frente a nosotros esa máscara de oxígeno, no estuviéramos aquí, y para mí el aire es muy importante, porque el respirar me devolvió la vida”, dijo.
Volvió a nacer
Sofía narró a Diario Libre, que ese fue uno de los momentos que más la marcaron, esa sensación de aire en sus pulmones.
“Después de eso el policía nos encaminó hacia la luz, hay una frase que muchas personas que estuvieron en el 9/11 dicen: que el día se convirtió en noche, que es apocalíptico, y es cierto, porque en un momento determinado, todo se veía negro, pero luego vimos esos rayitos de luz”, narró.
“El olor a muerto sigue ahí en ese lugar”
Lachapelle duró dos meses trabajando en la misma zona, donde ocurrió el atentado, porque se resistía a quedarse en su casa, pese a que sus jefes insistían en relevarla. Ahí cuenta que, durante ese trayecto si pudo percibir y detectar un olor característico en aquella zona, a tal punto que asegura, todavía le cuesta caminar por la zona cero.
“He ido y fui porque tenía una responsabilidad de entregar esa historia en el museo del 9/11. Me fue imposible entrar el primer día al museo, las piernas me fallaron, me paralicé y ese olor a muerto todavía está allí en esa zona. Ya después tomé fuerzas, y en un segundo, un tercer y un cuarto viaje caminé hasta la mitad del museo, yo no he podido recorrerlo entero, no quiero, no me interesa”, cuenta Lachapelle.
“Me quedo en las afueras donde está el árbol de los sobrevivientes, ese árbol si lo he besado, lo he abrazado y nos sentamos ahí a hablar con la gente. Hay un árbol que está pegado a la fuente de agua, que fue la única ramita que quedó viva en todo lo que se incineró y pudo volver”, expresó.
La dominicana narra que ese día sus tres compañeros se abrazaron, por la alegría de encontrase vivos, “porque es que tu mirabas para todas partes, derecha, izquierda, arriba, abajo, y no había salida, era una trampa, para dónde tu ibas a ir”.
“El temor a morir, fue por momentos, porque la necesidad de hacer el trabajo y ayudar, lo arropaba todo”, puntualizó.
Lo más doloroso y la gran lección: “a mí me cambió la vida”
Sofía narra que lo más doloroso de aquel momento fue tener que deshacerse de los panfletos con fotografías de las personas desaparecidas que le entregaban, “yo tenía que regresar a mí casa llena, llena, llena, de papeles, porque la gente me decía tu has visto a mi mamá, esta es mi prima, mira, porque andaban con hojas de desaparecidos, con fotos, cientos al día”, recuerda.
Mencionó que todos los papales que le entregaban en la Zona Cero se los llevaba a su casa, y los coleccionaba, “y todos los días antes de salir de mi casa yo repasaba todas esas caras porque yo decía ‘¿y si yo veo una de estas gentes?’ le puedo dar una buena noticia a alguien. Nunca vi a nadie, nunca, y tocó botar todos esos papeles”, añadió.
Lachapelle resume ese día como “un día de trabajo que me tocó, como me han tocado otras cosas muy fuertes en la vida”, resaltando que como periodista su compromiso después de ese día han mantenido intacto, pero como ser humano, ese día cambió su vida para siempre.
“Si me preguntas en el plano personal sí, claro, ese día yo casi pierdo la vida dos veces, claro que me cambió la vida, a Sofía, no a la periodista, la periodista es la misma desde el primer día que yo empecé a trabajar, esa nunca ha cambiado”
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