Apartamentos abarrotados en Nueva York, una amenaza más en tiempos de coronavirus
La difícil situación de familias grandes que viven en apartamentos pequeños
Los periodistas Carla Roman y Michael Gartland del New York Daily News cuentan en este reportaje las dificultades que viven muchas familias en la ciudad de Nueva York para superar la crisis del COVID-19.
La limpieza constante y el miedo es de nunca acabar para Yoly Sánchez y su familia de 11.
Cuando su cuñado se convirtió en el primer caso confirmado en su apartamento de dos cuartos en Washington Heights, sus vidas cambiaron inmediata y dramáticamente.
“Realmente no pudimos ponernos en cuarentena”, dijo Sanchez, de 46 años al portal Daily News. “Todos estábamos juntos y usando el mismo espacio, así que todos pudimos contagiarnos unos a otros”.
En la ciudad de Nueva York, donde muchas situaciones de vida son multi-generacionales y esto se traduce a un hogar atestado de gente, muchos inquilinos están luchando en encontrar la forma de hacer la cuarentena y mantener a sus familiares a salvo en condiciones que no les favorecen.
La situación de Sánchez es realmente extrema porque la familia de cuatro de su hermana se está quedando con ella, su esposo, sus tres hijos, una tía y una sobrina.
Su hermana viajó a Nueva York desde República Dominicana para buscar un apartamento. Pero esos planes no se materializaron.
Su cuñado, Santiago Gómez se enfermó y luego salió positivo por COVID.19. Su familia no podía volver a casa por las nuevas restricciones de viaje.
Él está ahora en el hospital, y la familia se mantiene abarrotada en el apartamento de Sánchez, luchando para hacer la cuarentena con poco éxito.
Muy pronto, Sánchez se enfermó. Luego su sobrino. Su tía. Y su hijo.
Dos personas duermen en una cama. Los hombres se compactan en la sala, ya sea en un futón o una cama inflable.
Visitar el único baño del apartamento significa utilizar cloro y alcohol para desinfectar en cada viaje.
“Yo tuve que escribirles o llamar para avisarles a todos que iba a salir (de mi cuarto), y ellos pudiesen cerrar todas las puertas,” contó Sánchez. “Cuando tuve mi fiebre, que duró como 10 días, tuvimos que hacer una limpieza constante cada vez que mi hermana, tía o yo usábamos el baño.”
Vivir con este tipo de arreglos, común para muchos neoyorquinos, es la razón por la cual el alcalde De Blasio anunció el jueves que la ciudad estaría preparando 11,000 habitaciones de hotel para personas viviendo en apartamentos sobre poblados, para que tuviesen una mejor oportunidad de realizar efectivamente la cuarentena.
Ydanis Rodríguez, concejal demócrata dijo que la ciudad necesita hacer mucho más si quiere frenar con efectividad la propagación del virus.
“Hay 100,000 habitaciones vacías en los hoteles”, dijo Rodríguez. “El gobernador y alcalde tienen que entender que hacer auto cuarentena en nuestra ciudad es un privilegio de los más pudientes, también tenemos que proveer a los neoyorquinos más pobres.”
El Dr. Ramon Tallaj, director del SOMOS Community Care, un proveedor de salud, dijo a Daily News que había estado implorando con De Blasio por un mes para que atendiera el problema. “Estuvimos peleando, pidiendo, trabajando, empujando”, dijo.
Las peticiones tomaron semanas en ganar tracción. Tallaj dijo que cuando finalmente pudo traer el tema con el Dr. Raul Perea-Henze, asesor de salud de De Blasio, le dijeron que promulgar un plan como ese pondría a las personas nerviosas.
Tallaj sugirió que basados en los índices de infección, se necesitarían muchas más camas para mantener a la gente en cuarentena de forma segura, y más pruebas de anticuerpos para salvaguardar a la gente y enviarlos de vuelta a sus trabajos.
Sería imprudente, dijo, liberar a la gente de la cuarentena sin tener los resultados de pruebas que muestren la inmunidad.
“He estado llorando por esto”, expresó.
En una carta del 9 de abril, enviada al gobernador Andrew Cuomo y al alcalde De Blasio, Rodríguez sugirió que la ciudad podía utilizar el Madison Square Garde, el Barclays Center y el Armory en Washington Heights para ayudar con la cuarentena de personas.
El problema ha tocado de cerca a uno de los ayudantes de Rodríguez, el señor Pascual Pena, quien lo está viviendo.
Cuando su madre y padre comenzaron a mostrar los síntomas en su abarrotado apartamento de cuatro habitaciones en Washington Heights, no pasó mucho tiempo para que los demás, -ocho en total- comenzaran a caer en la enfermedad.
Luego de que sus padres se enfermaran, su hermana, sus dos tíos y la esposa de uno de ellos comenzaron a presentar síntomas. Los únicos perdonados fueron Pena y su primo pequeño.
“Eso fue lo más suertudo”, remarcó Pena. “No mostré ningún síntoma. Estaba bien. Probablemente yo era el portador.”
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