El “nuevo normal” no es nada normal

Una mujer joven porta su mascarilla en un aeropuerto durante la pandemia de Covid-19. (Anna Shvets from Pexels)

Durante los dos meses de cuarentena, vividos ante la presencia del coronavirus, hemos sido bombardeados con información que pretende predecir cómo serán nuestras vidas en lo adelante, en un mundo post-reapertura bautizado como la “nueva normalidad”. Las ultimas 8 semanas han pasado en reuniones Zoom e Instagram Live, lleno de consejos sobre lo que deberíamos hacer mientras estamos encerrados en casa, y qué nos espera cuando finalmente regresamos a nuestros trabajos y vida.

Sin embargo, antes de sumergirnos de lleno en esta “nueva normalidad”, reflexionemos sobre la forma en como llegamos a esta nueva realidad, porque no hay absolutamente nada “normal” en la forma en que nos hemos estado comportando en este planeta.

Los seres humanos hemos creado una crisis climática, una emergencia de biodiversidad y ahora una pandemia global, COVID-19. Nos hemos apropiado de un tercio de toda la tierra y cerca de tres cuartos del agua potable del planeta para ser utilizados para nuestro sistema industrial de producción de alimentos. Los seres humanos hemos causado una deforestación mundial desenfrenada, perseguido una expansión agrícola sin restricciones y llevado a cabo un desarrollo intensivo de minería e infraestructura.

Además, globalmente generamos 2 mil millones de toneladas de residuos sólidos municipales anualmente. Al menos el 33% de esos residuos es manejado de manera ambientalmente insegura, con aproximadamente un 31% de los desechos de vertidos abierto. Según el volumen de desechos generados en todo el mundo, se estima que las emisiones relacionados a los desechos sólidos representa el 5% de las emisiones de gases de efecto invernadero.

Como si no fuera suficiente, hemos explotado especies de animales salvajes para ser usados como alimento, medicinas y mascotas exóticas. Combinado con la perdida de hábitat, se estima que un millón de especies de plantas y animales estarán en riesgo de extinción en las próximas décadas.

El impacto humano es directamente responsable de haber creado las condiciones ideales para la proliferación de enfermedades como el coronavirus. COVID-19 es una zoonosis, una de muchas enfermedades infecciosas que se transmiten de animales a humanos. Al alterar prácticamente todos los ecosistemas en la Tierra, cada vez mas los humanos han entrando en contacto directo con animales que albergan los microorganismos que causan enfermedades zoonóticas.

Las zoonosis como el VIH-SIDA, la malaria, el dengue, el SARS y el ébola han tenido ya un impacto devastador en detrimento de la salud humana.

En resumen, los humanos hemos devorado vorazmente los ahorros de la naturaleza, incluso explotando las futuras reservas. El coronavirus es simplemente el resultado de la naturaleza cobrando una deuda pendiente. Podemos visualizar esta pandemia como la naturaleza obligándonos a tomar una pausa temporal en tanta actividad humana destructiva, recordándonos nuestra intrínseca y delicada relación con los límites de los recursos del planeta.

Nada de esto debe ser considerando como normal. Lo que nos lleva en primer lugar a cuestionar esta idea de la “nueva normalidad”. Como humanos, claramente trajimos esta pandemia global sobre nosotros mismos. Así mismo, nuestras acciones a continuación dictarán nuestro futuro.

Sabiendo que no podemos controlar todos los factores a nivel global, hay pasos que cada país puede tomar. En Republica Dominicana, ¿qué debemos hacer para rediseñar nuestra nueva normalidad?

1. Proteger y regenerar los bosques.

Necesitamos áreas naturales intactas, con la mayor cantidad de flora y fauna que podamos conservar. Por muchas razones necesitamos bosques saludables y la experiencia del coronavirus nos recuerda su papel intrínseco como amortiguadores contra los virus y defensores de la salud humana. Citando al escritor David Quammen, “Un bosque tropical, con su gran diversidad de criaturas y microbios visibles, es como un hermoso granero viejo: lo derriban con una excavadora y los virus se elevarán en el aire como el polvo”. Proteger esos bosques debe ser la mas alta prioridad del gobierno dominicano, quien así estaría priorizando nuestra salud y bienestar.

2. Frenar la comercialización de animales silvestres.

Continuaremos enfrentando nuevas enfermedades con potencial de pandemia hasta que dejemos de manipular y consumir especies que puedan albergar enfermedades zoonóticas. El estado dominicano debe apoyar esfuerzos diplomáticos para presionar el cierre de los mercados húmedos, como los de Wuhan, China, que comenzaron la pandemia de COVID-19.

Pero tiene que ir más lejos. La caza furtiva y el tráfico de vida silvestre existen en Latinoamérica, incluyendo en Republica Dominicana. Esto representa un riesgo real. El hecho de que el COVID-19 proviene de China, un país al otro lado del mundo no asegura que no exista la posibilidad de producir enfermedades en países del hemisferio oeste. Los científicos consideran que todavía existen 1.7 millones de virus no identificados en animales silvestres, del tipo que pueden infectar a las personas, potencialmente más perjudiciales y letales que el actual. Hay que frenar ese trafico.

3. Aprobar el Proyecto de Ley de Gestión Integral de Residuos y Co-Procesamiento.

Actualmente en Santo Domingo, el incendio en el vertedero de Duquesa ha creado un humo toxico que diariamente arropa la ciudad, invadiendo los hogares de los capitaleños. Ese humo es un recordatorio peligroso de que no es posible separarnos de nuestro mal manejo de la naturaleza. Si generamos basura, somos parte de esa basura.

La aprobación de esa ley es el primer paso hacia un cambio transformativo del manejo de basura a nivel nacional, estableciendo reglas claras, los roles, y las responsabilidades de cada uno de los actores relacionados a los desechos. Necesitamos esta ley para enfrentar el problema de la basura de forma seria, mas allá de Duquesa.

Ninguna de esas acciones debe considerarse filantrópicas o altruistas. Mas bien, es una estrategia de supervivencia, que a la larga será más económica que continuar por el camino actual. Como señaló Peter Daszak, experto en enfermedades infecciosas, “si se produce una pandemia, incluso solo una por siglo, eso cuesta miles de millones de dólares”. Si se invierte millones en la prevención ahora, “se obtiene un retorno de la inversión increíblemente bueno”. En otras palabras, urgimos invertir lo necesario ahora para prevenir otra pandemia, salvar nuestra flora y fauna y resolver el problema de la basura, no solo porque es necesario, sino porque es nuestra responsabilidad y no hacerlo será exponencialmente más costoso en el futuro.

No existe duda de que podemos reconstruir un país mas resiliente y fuerte después de la pandemia del COVID-19, pero solo si nuestra nueva realidad no está basado en el modelo del pasado. La nueva normalidad tiene que ser basada en la protección de la naturaleza para protegernos a nosotros mismos.

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