Bodegueros dominicanos en Filadelfia luchan por mantenerse abiertos

Enfrentan desafíos para acceder a los fondos de ayuda ante la pandemia del COVID-19

En la esquina noroeste de la calle 22 y la avenida Lehigh clientes entraban de cinco en cinco a la bodega Jesús Grocery el viernes al mediodía. Algunos se apresuraban para utilizar el cajero automático antes de tomar un autobús de SEPTA o esperaban para pagar por cheesesteaks, papas fritas y otros alimentos preparados en la tienda de comestibles. Otros tantos compraron productos de limpieza y papel higiénico.

Francisco Peralta, de 45 años, es el dueño del negocio que ha estado sirviendo a una comunidad predominantemente afroamericana en el norte de Filadelfia durante los últimos cuatro años. Dijo que la enérgica actividad comercial del viernes fue la primera vez que presenciaba tal movimiento económico en los últimos días.

“O les pagaron [a los visitantes] o el clima les parece bueno [para salir], pero si la cosa sigue como hemos visto, tendré que cerrar la bodega en dos semanas”, dijo Peralta sobre la drástica caída de las ventas en el negocio.

Ha pasado poco más de una semana desde que la Ciudad de Filadelfia emitió la orden de “quedarse en casa”, que instruyó a las empresas no esenciales a cerrar sus operaciones y prohibió las reuniones en público o en privado con muchas personas. Según estas pautas, supermercados y bodegas como la de Peralta se consideran negocios que “sostienen la vida” de los residentes, porque ofrecen alimentos y otros servicios esenciales.

Pero algunos bodegueros del norte de Filadelfia temen que el brote de este coronavirus los obligue a cerrar sus negocios, al menos temporalmente. Expresaron preocupación por los riesgos de salud que enfrentan sus empleados y por el costo económico que la pandemia está teniendo en el bolsillo de sus clientes, que enfrentan la pérdida de empleos y no tienen ingresos.

Peralta dijo que las ventas en su tienda han caído un 50 % en las últimas dos semanas. A pesar de su ubicación (donde se detienen dos rutas de autobuses de SEPTA), le preocupa que la reducción de las horas de trabajo en la bodega, el cierre de la escuela técnica Dobbins (ubicada al otro lado de la calle) y la gran disminución en el uso del transporte público no le permita pagar a sus cuatro empleados ni sus facturas mensuales.

El empresario debe pagar US$767 a la semana en la hipoteca de su bodega y paga a cada empleado un promedio de US$130 por 12 horas de trabajo al día. Eso se suma a sus otras facturas de servicios públicos y al costo de la mercancía.

“Si no tenemos acceso a préstamos que garanticen nuestra sostenibilidad durante esta crisis, la mayoría de las bodegas cerrarán”, dijo detrás del mostrador, usando guantes y una máscara para atender a clientes.

Peralta dijo que ha sido un desafío hacer que los clientes respeten las reglas de distanciamiento social. Algunos no siguen las pautas sugeridas y se pelean con otros clientes y empleados. Para mantener las cosas limpias, dijo, sus trabajadores limpian las puertas de los refrigeradores y superficies del mostrador cada 30 minutos con desinfectantes.

Enerolina Meléndez, de 48 años, ha tomado medidas similares. Es la propietaria de Rodríguez Grocery en las calles 9 y Cumberland desde 1998.

La bodeguera dijo que algunas bodegas en el norte de Filadelfia ya han cerrado temporalmente después de pasar de producir un promedio de US$3,000 en ventas por día a US$500. Además de las preocupaciones económicas y de salud, dijo que los dueños de bodegas en los vecindarios ya están viendo un aumento en el costo de algunos productos en la cadena de suministros. Otros temen un posible aumento en la actividad criminal, a medida que los residentes se quedan sin dinero.

“La pandemia fue lo que rebalsó el vaso”, dijo sobre los desafíos de administrar una pequeña empresa y ahora lidiar con el coronavirus.

Considerada una veterana líder de negocios en la comunidad de bodegas del norte de Filadelfia, Meléndez dijo que los propietarios de tiendas que actualmente pagan el alquiler o la hipoteca de una casa y su negocio serán severamente afectados por la pandemia.

Empresarios locales estiman que hay 1,100 bodegas en Filadelfia, donde el 75 % es propiedad de la comunidad dominicana.

Según el informe anual de Biz2Credit, el ingreso promedio de las pequeñas empresas que son propiedad de latinos en todo el país, aumentó a US$479,413 en 2019 de US$327,189 en 2018.

El 23 de marzo, la Ciudad de Filadelfia y la Corporación de Desarrollo Industrial de Filadelfia (PIDC, en inglés) lanzaron el Fondo de Ayuda para las Pequeñas Empresas COVID-19, un programa de US$9 millones que ofrece nuevas subvenciones y préstamos sin intereses para pequeñas empresas afectadas por la pandemia de este coronavirus.

El programa de fondos de ayuda incluye tres niveles, siendo uno de ellos una subvención para microempresas que ofrece US$5,000 a empresas con ingresos anuales de menos de US$500,000.

Jimmy Durán, exdirector del programa de la Cámara de Comercio Hispana del Gran Filadelfia, dijo que la mayoría de las empresas propiedad de latinos entran en este nivel del fondo, que según él no satisface las necesidades de las empresas. Dijo que los propietarios de bodegas en toda la ciudad podrían llegar a necesitar más de US$20,000 cada una para cubrir los gastos mensuales.

“El programa [de la Ciudad] no está diseñado para abordar el problema, porque no hay forma que esa cantidad [de dinero] saque a las empresas de este agujero económico sin precedentes”, dijo.

Durán dijo que los dueños de negocios también pueden solicitar los Préstamos de Ayuda para Desastres por Lesiones Económicas del estado de Pensilvania, y ahora tienen la opción de solicitar el Plan de Protección de las Pequeñas Empresas, que fue aprobado el viernes por el gobierno federal.

El desafío, según Durán, es lograr que los propietarios latinos de pequeñas empresas aprovechen estos programas.

“Necesitamos asistencia técnica en español, personas que pueden digerir un lenguaje sofisticado en algo más conversacional, para poder ayudar a los dueños de negocios a solicitar ayuda mientras están en este estado de shock y se ocupan de los negocios y la familia”, dijo.

Meléndez dijo que recibe llamadas diarias de bodegueros que necesitan orientación sobre los fondos de ayuda económica o que preguntan cómo administrar el negocio bajo estas circunstancias. Agregó que la mayoría de los propietarios de bodegas no tienen conocimiento sobre cómo utilizar el internet y necesitan ayuda para completar las solicitudes en línea.

“Estamos esperando el momento en que podamos reunirnos cara a cara con ellos, para ayudarlos a llenar los requisitos y las aplicaciones. Pero para cuando llegue ese momento, será demasiado tarde”, dijo.

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Este artículo fue publicado en The Philadelphia Inquirer y cedido a Diario Libre.