Se cumplen 50 años de un programa que impulsó el renacimiento de Harlem
Del deterioro urbano a un centro de cultura y empoderamiento
En los años 70, las calles desiertas y viviendas dilapidadas de Harlem reflejaban a un vecindario hundido en la desidia. La desinversión había dejado su marca.
La violencia, la delincuencia y las malas condiciones de vida se habían vuelto comunes y cerca de 50,000 residentes — un tercio de la población del área — se fueron de Harlem esa década. En medio del éxodo, una niña llamada LeeSandra Moore abrazó a su madre para despedirse de ella. La madre se iba a mudar a Virginia.
“Fue una época aterradora”, dice Moore, hoy de 52 años y quien aun vive en Harlem. “Yo no podía culparla por ello”.
Harlem y el deterioro urbano eran por entonces considerados sinónimos, pero en 1974 Percy Sutton, por entonces presidente del sector de Manhattan, lanzó una campaña de restauración. Su idea, la Semana de Harlem, trajo la atención de los problemas de Harlem a su legado como centro artístico, cultural y empresarial de las personas de raza negra. Con los años, la iniciativa atrajo de regreso a muchos residentes que se habían alejado.
El domingo, Nueva York celebró el 50° aniversario de la Semana de Harlem, coronando 18 días de eventos gratuitos que exhibieron todo lo que el distrito ofrece. A través de los cambios y desafíos, dijo el reverendo Al Sharpton, cuya agrupación National Action Network tiene su sede en Harlem, “la Semana de Harlem ha sido la constante en los últimos 50 años del vecindario negro más histórico de Estados Unidos”.
En los años 70, la época considerada por los historiadores como la más oscura de ese vecindario, Sutton sabía que Harlem necesitaba una resurrección.
Los que se habían quedado en la zona — en su mayoría personas negras de bajos ingresos — veían a los reporteros de los noticieros hablando de cómo el área era “un barco que se hunde”. Habían vivido varios momentos turbulentos, como los desórdenes de 1964 en que murió un joven negro no armado, el asesinato de Malcolm X en 1965 y los disturbios tras el asesinato del reverendo Martin Luther King Jr en 1968.
Previo al primer Día de Harlem en 1974, Sutton llamó a funcionarios electos. Convocó a íconos culturales como James Baldwin, Sidney Poitier, Ruby Dee, Maya Angelou, Tito Puente y Max Roach.
Los locutores de radio Hal Jackson y Frankie Crocker organizaron un concierto, y el actor Ossie Davis cortó una cinta en la esquina de la Calle 138 con la Séptima Avenida, anunciando el “Segundo Renacimiento de Harlem”. En esa ceremonia, la Séptima Avenida quedó rebautizada el Bulevar Adam Clayton Powell Jr, en honor al legislador que representó al sector, y marcó el debut del Día de Harlem.
Fue la primera vez que una calle de la ciudad de Nueva York adoptaba el nombre de una persona de color.
“Fue un día tan exitoso”, dice Lloyd Williams — uno de los cofundadores del Día de Harlem y actual presidente de la Cámara de Comercio del Gran Harlem — que los organizadores decidieron hacerlo un evento anual. El Día de Harlem pasó a ser el Fin de Semana de Harlem y luego la Semana de Harlem que, antes de la pandemia, incluyó un mes entero de festividades.
“Solo en Harlem tiene una semana más de siete días”, dice Williams, cuya familia ha vivido en Harlem desde 1919. “Nuestro desarrollo afecta a comunidades de color en Estados Unidos y en todo el mundo, lo que nosotros llamamos la ‘Mentalidad de Harlem’”.
Las festividades este año incluyeron cientos de vendedores de alimentos y mercancías, actos de entretenimiento – desde actuaciones de Broadway, actuaciones en honor al teatro Apollo y un homenaje a Harry Belafonte. Los residentes participaron en actividades de empoderamiento: talleres de educación financiera, entrenamiento profesional y un Festival para Niños, donde los pequeños recibieron una mochila para su regreso a la escuela.
El ambiente no solo era de celebración, sino de sanación también, con una campaña para encarar los problemas de salud que afectan al vecindario. Durante el concierto del artista de hip-hop JSWISS, voluntarios con batas blancas trajeron aparatos para medir la presión de los asistentes. En una conferencia sobre la salud de la población negra, los participantes escucharon presentaciones sobre el abuso de drogas, el VIH/sida y maneras de envejecer de manera saludable.
Jennifer Saunders, una residente del Bronx de 33 años de edad, asistió al evento para informarse sobre su salud “para poder vivir mucho tiempo”. Desde que fue diagnosticada con diabetes tipo 2 en el 2017, ha ido a la Semana de Harlem cinco veces.
Cynthia Bailey, de 57 años, una modelo y actriz en la serie de televisión “Real Housewives of Atlanta”, asistió como presentadora a la Semana de Harlem de este año, hablando de su experiencia con fibromas y del cáncer que afecta a su madre.
“Hay tanto temor. Mi madre estaba aterrorizada cuando se enteró que tenía cáncer de mama, y eso le impidió ir a sus citas médicas”, dijo Bailey a The Associated Press. “Este tipo de eventos son sumamente importantes porque nos ayudan a entender que la vida es más importante que el temor”.
Malik Yoba, de 55 años, nacido en el Bronx y criado en Harlem, dice que pasó su infancia jugando en la tierra de los lotes vacíos. Pero como actor, Yoba trajo la historia de Harlem a las pantallas de televisión y ahora lucha contra la desigualdad en el otorgamiento de viviendas que él experimentó.
“Cuando creces en comunidades olvidadas e ignoradas, no te das cuenta de los detalles”, dijo Yoba, quien también dio una presentación en la Semana de Harlem. “Puedes crecer creyendo que caminar frente a edificios chamuscados es algo normal, sin darte cuenta de que construir edificios es un negocio”.
Hazel Dukes, de 92 años, prominente activista de derechos civiles en Nueva York y residente de Harlem desde hace 30 años, ha pasado su vida luchando contra la discriminación. Ella vivió en el mismo edificio en Harlem que Sutton, y fue organizadora junto a él, luego siendo presidenta nacional de la Asociación Nacional para el Progreso de la Gente de Color (NAACP) en 1989.
“Yo sé lo que se siente ser rechazada”, dijo Dukes, quien nació y se crió en Montgomery, Alabama, donde sufrió de la discriminación racial.
Los organizadores y residentes atribuyen a la Semana de Harlem la revitalización del vecindario: Edificios restaurados, nuevas empresas, inmigrantes que añaden al crisol de culturas de ya vibrante de la zona. Por las calles de Harlem se pueden escuchar jazz, reggae, R&B y gospel.
Desde que la Séptima Avenida fue rebautizada hace 50 años, otras calles han sido rebautizadas con los nombres de pioneros de color como Frederick Douglass Boulevard, Judge Sheila Abdus-Salaam Way y Ann Petry Place. Si bien cunde la esperanza, también hay cierto desasosiego debido a temas como la diabetes y la gentrificación.
Moore, la residente de Harlem cuya madre mudó a Virginia, ha visto cómo han surgido en la zona grandes cadenas corporativas como Whole Foods, Trader Joe’s y Old Navy, a veces desplazando a las tiendas locales e inflando los precios de los alquileres. “En algunos casos eso está bien, pero ¿qué de esa pequeña tienda donde uno podía comprar un sándwich magnífico sin que te cueste un ojo?”, preguntó.
“Hay lugares de comida rápida casi que en cada esquina”, añadió Moore, quien aboga por comer de manera saludable y enseña clases culinarias a jóvenes locales. Mencionó que hay dos McDonald’s uno a ocho minutos caminando del otro en la Calle 125; en el pasado incluso había uno a poca distancia del Harlem Hospital.
En la Semana de Harlem, Moore estaba representando a GirlTrek, un movimiento nacional de mujeres de raza negra que fomenta la salud mediante el caminar. Tomando un descanso de repartir panfletos, dijo: “Siento como que debí salir de Harlem hace mucho tiempo, pero algo siempre me hacer regresar”.
“Harlem es mis raíces, Harlem es mi futuro, Harlem es una parte enorme de mi ser”, continuó. “Yo representaré a Harlem siempre. Lo haré, no importa qué”.
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