Pequeños Estados insulares vulnerables reunidos para afrontar las crisis
Los desafíos existenciales de los Estados insulares en desarrollo ante el calentamiento global
Sumergidos por las deudas y amenazados con ser barridos por los devastadores impactos del calentamiento global, los pequeños Estados insulares vulnerables se reúnen esta semana para intentar prepararse ante las crisis climáticas y económicas de la próxima década.
"Los diez próximos años son críticos para los pequeños Estados insulares en desarrollo", afirma el proyecto de documento que debería ser adoptado al final de la conferencia de estos 39 países que comenzó este lunes por la mañana en Antigua y Barbuda con la presencia del secretario general de la ONU, Antonio Guterres.
En el Caribe, en el océano Pacífico o en el Índico, estos Estados que cuentan en total con 65 millones de habitantes enfrentan desde hace tiempo desafíos específicos que los vuelven particularmente sensibles a los choques externos: una población esparcida, aislamiento geográfico y economías poco diversificadas y dependientes de las importaciones.
A estas dificultades se suma una vulnerabilidad excepcional ante los crecientes impactos del calentamiento climático, del cual no son responsables: sequías, inundaciones, huracanes y aumento del nivel del mar que amenaza literalmente con borrar del mapa a algunos de ellos.
"Un huracán, un tifón, que por simple mala suerte atraviesa el territorio de un pequeño Estado insular en desarrollo, puede aniquilar un tercio o más de las infraestructuras", y hacer retroceder al país varios años, subraya en una entrevista con AFP Achim Steiner, director del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
Los Estados insulares piden ayuda, y lamentan que el mundo no esté a la altura de sus promesas de "no dejar a nadie al costado de la ruta", lema de los Objetivos de Desarrollo para 2030.
El mundo "no puede dejar a los pequeños Estados insulares en desarrollo ahogarse en crisis que no han creado", advierte Fatumanava-o-Upolu III Dr Pa’olelei Luteru, embajador de Samoa ante la ONU y presidente en ejercicio de AOSIS, la alianza que representa a esos países vulnerables en las negociaciones sobre el clima.
"Esto tendría consecuencias catastróficas para el mundo entero", agrega.
- Energías renovables -
La primera de sus reivindicaciones es una aceleración del accionar mundial en materia climática para frenar el calentamiento, del cual son las primeras víctimas, y un aumento del financiamiento en ese sector.
Según el PNUD, la activación de las medidas de adaptación para los impactos de calentamiento en esos 39 países requeriría entre 4,700 y 7,300 millones de dólares anuales.
Pero la mayoría de ellos son considerados países de ingresos intermedios, y por ello se encuentran excluidos de la ayuda internacional y de la financiación a tasas preferenciales de los bancos de desarrollo.
"Están atrapados en una tierra de nadie en la que no tienen acceso a la red de seguridad que representan los financiamientos de la comunidad internacional", lamenta Achim Steiner, que defiende para ellos una reforma del sistema financiero internacional.
Mas aún teniendo en cuenta que la mayoría de ellos sufre también el peso de una deuda importante. La ONU estima que en 2024 gastarán 15.9 % de sus ingresos solo para reembolsar los intereses de esa deuda.
Los pequeños Estados insulares estiman que no saldrán adelante sin ayuda externa, aunque de todos modos tendrían que comprometerse ellos mismos a reforzar y diversificar sus economías para volverse más resistentes a los choques externos.
Entre sus ejes prioritarios se encuentran el desarrollo de las energías renovables y el impulso de la "economía azul" (por ejemplo a través de la pesca duradera) en archipiélagos con territorios terrestres muy pequeños pero que cuentan con 19 % de las zonas económicas exclusivas (espacio marítimo en el que un Estado ejerce su soberanía) del planeta.
Sin olvidar la promoción de un turismo más responsable para preservar una biodiversidad excepcional, especialmente los corales amenazados que atraen anualmente a los amantes del buceo.
Pero en un momento en que algunos defensores del clima piden reducir los viajes en avión, el director del PNUD estima que no habría que imponer a los Estado insulares "un doble castigo", como ocurriría en caso de que no reciban más turistas.
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