EEUU: Mientras el debate vira a la derecha, un senador latino emerge como defensor de los migrantes
El compromiso de Alex Padilla con la reforma migratoria y la inclusión
El presidente Joe Biden tenía una pregunta.
“¿Es cierto?”, preguntó Biden al senador Alex Padilla, refiriéndose al hecho de que alrededor del 25% de los estudiantes estadounidenses —desde la guardería hasta el instituto– son latinos. Padilla dijo que la pregunta surgió mientras esperaba con el presidente en la sala de una biblioteca en Culver City, California, antes de un acto realizado en febrero.
Era exactamente el tipo de oportunidad que Padilla esperaba conseguir con el presidente demócrata. Biden estaba sopesando su campaña de reelección, las iniciativas del ejecutivo en materia de inmigración y qué hacer con una frontera sur que ha estado marcada por cifras históricas de cruces ilegales a lo largo de su mandato.
Padilla quiso asegurarse de que Biden también tomara en cuenta el potencial de los migrantes del país. “Señor presidente, ¿sabe cómo les llamo a esos estudiantes?”, recordó que dijo Padilla. “Son la mano de obra del día de mañana”.
Esa fue sólo una de las muchas ocasiones en las que Padilla, que a sus 51 años es ahora el senador más veterano de California, ha aprovechado la oportunidad –desde momentos cara a cara con el presidente hasta llamadas periódicas con altos cargos de la Casa Blanca y a veces por medio de críticas directas– para imprimir su huella en el enfoque del Partido Demócrata sobre la inmigración.
Hijo de migrantes mexicanos y primer latino en representar a su estado en el Senado, Padilla ha surgido como una figura tenaz en un momento en que los demócratas se enfocan cada vez más en la seguridad fronteriza y la postura del país hacia los migrantes es incierta.
La inmigración ilegal se considera una crisis política cada vez mayor para los demócratas, después de que las autoridades, tanto en la frontera como en las ciudades de todo el país, han tenido dificultades para hacer frente a los recientes aumentos de migrantes. El partido también puede estar perdiendo el respaldo de los votantes hispanos en un clima de desencanto hacia Biden. Pero Padilla, en una serie de entrevistas con The Associated Press, expresó una profunda reserva de optimismo sobre la capacidad de su partido para ganarse el apoyo de y para las comunidades migrantes.
“No tengan miedo, no sean reacios a hablar de inmigración. Háganlo”, dijo Padilla. “Porque, en primer lugar, es lo moralmente correcto. Número dos, es clave para la fortaleza, la seguridad y el futuro de nuestro país”.
El senador ha intentado que sus compañeros demócratas se adhieran a esa postura, incluso en un momento en que la política en materia migratoria se está volviendo cada vez más tóxica. Donald Trump, el presunto candidato presidencial republicano, ha dicho que los migrantes que entran ilegalmente en Estados Unidos están “envenenando la sangre” del país y ha acusado a Biden de permitir un “baño de sangre” en la frontera sur. Biden, por su parte, se ha inclinado a veces hacia la derecha tanto en las políticas como en el lenguaje que está dispuesto a utilizar, a medida que los cruces fronterizos ilegales se han convertido en un punto vulnerable para su candidatura a la reelección.
Tal fue el caso cuando Biden, durante su discurso sobre el Estado de la Unión, entabló un debate imprevisto con la representante republicana de Georgia, Marjorie Taylor Greene, y se refirió a un venezolano acusado de matar a una estudiante de enfermería en Georgia como “ilegal”, un término anatema para los defensores de los derechos de los migrantes.
Tras el discurso, Padilla comentó lo sucedido con el diputado Tony Cárdenas en el apartamento que ambos comparten en Washington. Padilla y Cárdenas, que se conocen desde sus inicios en la política de Los Ángeles, forman ahora una extraña pareja política cuando están lejos de California y de sus familias. Padilla destaca sobre muchos en el Capitolio por su altura y suele hablar en tono mesurado, mientras que Cárdenas, más bajo, es conocido por acalorarse y hablar alto en los debates.
“Normalmente, cuando él dice una o dos frases, yo ya he dicho 20", dice Cárdenas. ”Él dice más o menos lo mismo que yo, pero con mucha más calma, mucho más metódicamente”.
Y esa noche, según Cárdenas, su conversación giró en torno a cómo querían que los políticos evitaran etiquetar a los migrantes como “ilegales” porque eso les resta dignidad.
Padilla le dijo que llamaría a la Casa Blanca.
“Es el tipo de persona que interviene y da un paso al frente, y es táctico al respecto”, dijo Cárdenas.
Es un papel difícil de desempeñar, especialmente cuando los demócratas tratan de apuntalar lo que se considera una debilidad en materia de seguridad fronteriza en los estados disputados que determinarán el control de la Casa Blanca y el Congreso.
Incluso en California, los republicanos se han envalentonado en materia de inmigración en un momento en que tratan de reafirmar su relevancia a nivel estatal, señaló Mark Meuser, un abogado que perdió las elecciones contra Padilla para el Senado en 2022 y la Secretaría de Estado de California en 2018. Los principales demócratas de California como Padilla, aseguró Meuser, “están empujando hacia los límites extremos de su partido”.
Padilla ha instado al presidente y a sus compañeros demócratas a sostener que las medidas de control fronterizo deben ir acompañadas de reformas para los migrantes que ya viven en el país. Padilla expresó su frustración por el hecho de que algunos demócratas, entre ellos Biden, no hicieran de los cambios en materia de inmigración –como la concesión de la ciudadanía a quienes llegaron ilegalmente a Estados Unidos siendo niños– una de las principales prioridades durante las negociaciones sobre seguridad fronteriza que tuvieron lugar con los republicanos del Senado este año.
Durante esas negociaciones, Padilla se erigió en líder de la oposición de izquierdas en el Congreso. Pidió a Biden conversar a solas para advertirle contra los cambios, habló enérgicamente en mítines en defensa de los derechos de los migrantes y organizó una convocatoria con altos asesores de la Casa Blanca y la bancada hispana en el Congreso. Padilla, junto con otros cuatro senadores de alineación demócrata, votó finalmente en contra de la aprobación del paquete bipartidista sobre asuntos fronterizos, lo que garantizó su fracaso, ya que los republicanos también lo rechazaron.
“Es una voz solitaria, pero es una voz valiente en el Senado”, dijo Vanessa Cárdenas, que dirige la organización de defensa de la inmigración America’s Voice.
Ha sido un ascenso rápido para Padilla, que acaba de empezar su cuarto año en el Congreso, y no sorprende a quienes le conocen desde sus días en la política californiana.
“Lo que siempre ha hecho de forma brillante es ser capaz de desenvolverse bien, reunir a la gente, ser un agente constructivo ”, dijo John A. Pérez, que fue el presidente de la Asamblea de California cuando Padilla estuvo en el Senado estatal. “Con Alex no recibes críticas sin una alternativa”.
Padilla también era conocido como un negociador decidido y eficaz. Cuando estuvo en el Ayuntamiento de Los Ángeles, Padilla negoció un acuerdo estatal con el entonces gobernador Arnold Schwarzenegger para enviar más fondos a los gobiernos locales. Lo que se suponía que iba a ser una reunión de un día se convirtió en una negociación de diez días sin descanso en Sacramento. Padilla no tardó en agotar su guardarropa y acabó lavando los calcetines en el lavabo, contó Mike Madrid, un estratega republicano que trabajó con Padilla en la Liga de Ciudades. Consiguieron los compromisos que querían.
Ahora que Padilla está involucrado en el debate sobre política migratoria, Madrid dijo que “nunca la política ha exigido más seguridad fronteriza y menos reforma de la inmigración”.
Pero admitió que se podría demostrar que está equivocado: “Si hay una persona en Washington que podría hacer que ese acuerdo se lleve a cabo, sería Alex Padilla”.
Y, para Padilla, esa es la principal razón por la que entró en política.
Cuando en 1994 se licenció en Ingeniería por el Instituto Tecnológico de Massachusetts, se cumplió el sueño de su padre, cocinero, y su madre, trabajadora doméstica. Pero pronto se vio inmerso en la política cuando la atención del estado se centró en la Proposición 187, una medida electoral aprobada en 1994 y que privaba de educación, asistencia sanitaria y otros servicios no urgentes a los migrantes que entraran ilegalmente en el país.
Sus partidarios la bautizaron como la iniciativa “Salvemos nuestro estado”. Padilla aún recuerda los comerciales de la campaña.
“Intentar echar la culpa de una economía en declive a las personas más trabajadoras que conozco fue ofensivo y un atropello”, afirmó.
Ahora ve paralelismos entre la California de los noventa, que aprobó una medida en las urnas que luego fue invalidada en un tribunal federal, y el país de hoy: cambios demográficos, incertidumbre económica y oportunistas políticos que utilizan a los migrantes como “chivos expiatorios”.
Pero también animó a los latinos del estado a involucrarse en la política. Para Padilla, no es casualidad que California, el estado con la población migrante más grande, cuente ahora con la mayor economía del país y sea un bastión para los demócratas.
Uno de los primeros trabajos de Padilla en política fue gestionar la campaña para la asamblea estatal de Tony Cárdenas, que es una década mayor que Padilla y creció a pocas manzanas de él en Pacoima, un barrio del valle de San Fernando.
La campaña empezó como una apuesta improbable para dos neófitos políticos que se afanaban por conseguir que la comarca eligiera por primera vez a un latino. Cárdenas recuerda que Padilla trabajaba tan duro en la campaña que una noche se quedó dormido de pie mientras estaban reunidos.
“En aquella época, la gente se reía de nosotros en los despachos”, contó Padilla. Aun así, Cárdenas ganó.
Padilla prosiguió su carrera trabajando para la difunta senadora Dianne Feinstein y gestionando otras campañas locales hasta que, a los 26 años, se presentó como candidato al Ayuntamiento de Los Ángeles. Ascendió rápidamente en el consejo, del que llegó a ser presidente a los 28 años. Y durante los dos días siguientes a los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001, supervisó la respuesta de emergencia mientras el entonces alcalde James Hahn se encontraba en Washington, al otro lado del país. Padilla dio entrevistas en inglés y español para tranquilizar a la población de la ciudad.
Pero antes de ser elegido para su primer cargo, se enfrentó al escepticismo sobre su edad. Cárdenas indicó que la candidatura de Padilla para el puesto de concejal sólo despegó cuando éste cerró un debate recurriendo a una frase muy utilizada en la castigada comunidad del valle de San Fernando: “No te rajes”. No te rindas.
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