El clan Trump codicia un edificio militar de Belgrado bombardeado por la OTAN
Los habitantes de Belgrado se encuentran disgustados
La antigua sede del Estado Mayor yugoslavo, ubicada en el corazón de Belgrado y bombardeada por la OTAN hace 25 años, podría renacer como un hotel de lujo financiado por la familia Trump, lo que disgusta a los habitantes de la ciudad.
Según la información de un diputado de la oposición y una larga investigación del diario New York Times, el gobierno serbio tiene previsto ceder el edificio y el terreno por un período de 99 años -sin coste alguno-, a una empresa cuyo propietario es Jared Kushner, yerno y exconsejero de la Casa Blanca del expresidente estadounidense Donald Trump.
A mediados de marzo, Kushner confirmó un proyecto de inversión inmobiliaria de lujo en Serbia y en Albania.
El tema es delicado, ya que se trata de ceder este edificio que, en 25 años, se convirtió en el emblema de la campaña aérea de la OTAN, dirigida por Estados Unidos y lanzada para poner fin a la guerra en Kosovo.
Los bombardeos comenzaron el 24 de marzo de 1999 -sin la aprobación del Consejo de Seguridad de la ONU-, y la intervención terminó en junio con la retirada de las fuerzas serbias de Kosovo, poniendo fin a un conflicto que dejó más de 13,000 muertos.
"Dejar esto así durante otros 200 años no es una solución", reconoce Srdja Nikolic, periodista jubilado, "pero estoy en contra de regalarlo y menos aún a aquellos que estuvieron a la iniciativa de lo que pasó", destaca.
Recuerdo de un período duro
Destruido por los bombardeos, el edificio, que data de 1965, fue declarado por el gobierno serbio "bien cultural" protegido en el 2005.
No obstante, esto no parece plantear problemas al gobierno serbio que, si bien no niega la existencia del proyecto, tampoco da detalles sobre las modalidades.
Según planos que se filtraron sería reemplazado por tres grandes torres de vidrio, ubicadas a pocos metros de los ministerios serbios de Defensa y Asuntos Exteriores.
Jasminka Avramovic, de 66 años, recuerda precisamente el día en que el edificio fue alcanzado por uno de los bombardeos.
"Nací en el barrio de Senjak, cerca de aquí. Tras el bombardeo venía a la calle Sarajevo a recoger trozos de vidrio. Todavía los guardo como recuerdo. Fue un desastre", dice.
"Hay que reconstruirlo", añade la pensionista, "pero no hay que regalar el terreno a los estadounidenses. Ellos no son nuestros amigos. Si hay que ofrecerlo entonces hay que dárselo a Rusia", afirma.
El recuerdo de los bombardeos de la OTAN está en todas partes en Serbia.
Un cuarto de siglo después, el resentimiento contra la OTAN sigue siendo fuerte en Serbia, donde a menudo se resta importancia a las exacciones de los grupos armados locales.
El balance de las víctimas civiles de las once semanas de bombardeos nunca se fue establecido definitivamente. Las cifras oscilan entre 500 muertos, según la ONG Human Rights Watch, y 2.500 según funcionarios serbios.
Para Zoran Stosic, de 83 años, "hay que dejar este edificio tal y como está como recuerdo de este período desagradable".
Para él, más que un hotel de lujo, habría que convertirlo en un lugar de memoria. "Hay que preservar estos edificios, conservarlos y convertirlos en un museo. Para recordarnos la importancia de la paz, para que estas cosas no se repitan", subraya.
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