Agencias de EE.UU. subestimaron las "pistas" de violencia antes del asalto al Capitolio, según informe
Presentan un nuevo informe de la Comisión de Seguridad Nacional y Asuntos Gubernamentales del Senado sobre la revuelta
El FBI y el Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos restaron importancia o pasaron por alto “una enorme cantidad de información de inteligencia” antes del asalto al Capitolio del 6 de enero de 2021, según el presidente de una comisión del Senado que publicó el martes un nuevo informe sobre los fallos de los servicios de inteligencia antes de la revuelta.
El informe detalla cómo estas agencias fallaron al no reconocer ni advertir el potencial de violencia mientras algunos de los partidarios del entonces presidente Donald Trump planeaban abiertamente el asedio en mensajes y foros en línea.
Entre la multitud de información que se pasó por alto estaba una pista al FBI, de diciembre de 2020, de que varios miembros del grupo de extrema derecha Proud Boys planeaban estar en Washington, D.C., para tratar de boicotear la certificación de la victoria de Joe Biden, que indicaba que su “plan es literalmente matar gente”, según el informe.
La Comisión de Seguridad Nacional y Asuntos Gubernamentales del Senado dijo que las agencias también estaban al tanto de muchas publicaciones en redes sociales que presagiaban violencia, incluso algunas que llamaron a los seguidores de Trump a “venir armados” y asaltar el Capitolio, matar a legisladores o “quemar el lugar hasta los cimientos”.
El presidente del panel, el senador demócrata por Michigan Gary Peters, dijo que el fracaso fue “en gran medida una falta de imaginación para ver como creíbles las amenazas de que el Capitolio podría ser tomado”, haciéndose eco de los hallazgos de la comisión del 11 de septiembre de 2001 sobre las fallas de inteligencia antes de esos ataques terroristas.
El informe, firmado por la mayoría de los miembros de la comisión, advirtió que la comunidad de inteligencia no se ha recalibrado por completo para centrarse en las amenazas del terrorismo interno, en lugar del externo. Alertó además que los directores de los servicios de inteligencia del gobierno no hicieron sonar la alarma “en parte porque no podían concebir que el edificio del Capitolio de Estados Unidos pudiera ser invadido por alborotadores”.
Aun así, agregó Peters, las razones para subestimar lo que llamó una cantidad “masiva” de información de inteligencia “desafían una explicación fácil”.
Si bien otros informes han examinado las fallas de inteligencia alrededor del asalto del 6 de enero, como un informe bipartidista del Senado de 2021, el panel de la Cámara de Representantes sobre el asalto del 6 de enero y varias evaluaciones internas separadas de la Policía del Capitolio y otras agencias gubernamentales, la investigación más reciente es la primera a nivel del Congreso que se centra únicamente en las acciones del FBI y de la Oficina de Inteligencia y Análisis del Departamento de Seguridad Nacional.
A raíz de la insurrección, Peters dijo que el panel entrevistó a funcionarios de ambas agencias y descubrió que “se señalaban con el dedo con bastante frecuencia” el uno al otro. “Todos deberían rendir cuentas, porque todos fallaron”, advirtió Peters.
Con base en correos electrónicos y entrevistas recopiladas por la comisión del Senado y otros organismos, incluso del panel de la Cámara de Representantes sobre el asalto del 6 de enero, el informe presenta en detalle la información delicada que recibieron las agencias en las semanas previas al ataque.
No hubo una falla en la obtención de evidencia, agrega el informe, sino que las agencias “no evaluaron de manera completa y precisa la gravedad de la amenaza identificada por esa inteligencia, ni difundieron formalmente la orientación a sus colegas encargados de hacer cumplir la ley”.
Mientras Trump, un republicano, afirmaba falsamente que él había ganado las elecciones de 2020 y trataba de anular su derrota electoral, pidiendo a sus partidarios “luchen como demonios” en un discurso frente a la Casa Blanca ese día, miles de ellos marcharon hacia el Capitolio. Más de 2,000 alborotadores rebasaron a las fuerzas del orden público, agredieron a la policía y causaron más de 2,700 millones de dólares en daños al Capitolio, según un informe de la Oficina de Rendición de Cuentas del Gobierno (GAO, por sus siglas en inglés) publicado a principios de este año.
Después de romper puertas y ventanas, los alborotadores hicieron que los legisladores corrieran por sus vidas e interrumpieron temporalmente la certificación de la victoria electoral de Biden, un demócrata.
Se ignoraron las pistas
Incluso mientras ocurría el ataque, descubrió el nuevo informe, el FBI y el Departamento de Seguridad Nacional restaron importancia a las amenazas. Mientras la Policía del Capitolio luchaba por despejar el edificio de intrusos, los funcionarios de Seguridad Nacional “todavía estaban tratando de evaluar la credibilidad de las amenazas contra el Capitolio y reportar sus hallazgos de inteligencia”.
Incluso, mientras los manifestantes se reunían para escuchar el discurso de Trump y estaban cerca del Capitolio “usando cascos a prueba de balas, chalecos antibalas, equipos de radio y mochilas de grado militar”, el FBI informó durante una sesión informativa a las 10 a. m. que “no había amenazas creíbles en este momento”.
La falta de advertencias suficientes significó que las fuerzas del orden público no estuvieran preparadas adecuadamente y que no establecieran un perímetro reforzado alrededor del Capitolio, como ocurre durante eventos como el discurso anual del Estado de la Unión.
El informe revela decenas de pistas sobre la violencia del 6 de enero y que las agencias recibieron y descartaron, ya sea por falta de coordinación, demoras burocráticas o inquietud por parte de quienes las recogían. El FBI, por ejemplo, se vio obstaculizado inesperadamente en su intento de detectar publicaciones en redes sociales sobre la planificación de las protestas del 6 de enero porque expiró el contrato de su herramienta de monitoreo, desarrollada por terceros. En Seguridad Nacional, los analistas dudaron en reportar información de inteligencia de disponibilidad pública después de las críticas que recibieron en 2020 por haber recopilado inteligencia sobre ciudadanos estadounidenses durante manifestaciones de justicia racial.
Una pista recibida por el FBI antes del ataque del 6 de enero fue de un exfuncionario del Departamento de Justicia, quien envió capturas de pantalla de publicaciones en línea de miembros del grupo extremista Oath Keepers: Un mensaje en una de esas capturas advertía: “Sólo hay una forma de entrar. No es con señales ni con mítines. ¡Es a balazos!”.
La propia plataforma de redes sociales Parler, favorita entre los partidarios de Trump, envió directamente al FBI varias publicaciones que encontró alarmantes, antes de agregar que había “más de donde vino esto” y que estaban preocupados por lo que sucedería el 6 de enero.
“Esto no es un mitin y ya no es una protesta”, decía una de las publicaciones de Parler enviadas al FBI, según el informe. “Esta es una posición final en la que estamos trazando la línea roja en el Capitolio... Que a nadie le extrañe si tomamos el edificio de la #capital”, agregó.
Pero incluso a pesar de haber recibido las advertencias, según descubrió el panel del Senado, la agencia dijo una y otra vez que no había amenazas creíbles.
“Nuestra nación aún no se ha recuperado de las consecuencias del 6 de enero, pero lo que sí está claro es la necesidad de una reevaluación de los procesos de recopilación, análisis y difusión de la inteligencia interna del gobierno federal”, agrega el nuevo informe.
En un comunicado, el portavoz de Seguridad Nacional, Ángelo Fernández, aseguró que el Departamento ha realizado muchos de esos cambios, luego de dos años y medio. Sostuvo que el Departamento “ha fortalecido el análisis de inteligencia, el intercambio de información y la preparación operativa para ayudar a prevenir actos de violencia y mantener seguras a nuestras comunidades”.
En una respuesta por separado, el FBI dijo en un comunicado que, desde el ataque, se ha centrado más en el “intercambio rápido de información” y que ha centralizado su flujo para garantizar notificaciones más oportunas a otras entidades. “El FBI está decidido a luchar enérgicamente contra el peligro que representan todos los extremistas violentos dentro del país, independientemente de sus motivaciones”, dijo el texto.
El director del FBI, Christopher Wray, defendió el manejo de la inteligencia por parte del FBI en el período previo al 6 de enero, incluido un informe de su oficina en Norfolk del 5 de enero que citaba publicaciones en línea que presagiaban la posibilidad de una “guerra” en Washington al día siguiente. El informe del Senado señaló que el memorando “no tomó nota de la multitud de otras advertencias” que había recibido la agencia.
La búsqueda de fallas entre el FBI y el Departamento de Seguridad Nacional se hace eco de las críticas feroces lanzadas contra la Policía del Capitolio en un informe bipartidista emitido hace dos años por dos comisiones del Senado. Ese informe encontró que la unidad de inteligencia de la Policía también estaba enterada de las publicaciones en redes sociales que pedían violencia, pero que no las reportaron a los altos mandos.
Peters dice que pidió investigar a las dos agencias de inteligencia después de que otros informes, como la investigación del panel de la Cámara el año pasado, se centraron en otros aspectos del ataque. El panel del 6 de enero se centró más en las acciones de Trump y concluyó en su informe que el expresidente se involucró penalmente en una “conspiración de varias partes” para tratar de anular los resultados oficiales de las elecciones presidenciales de 2020 y que no actuó para evitar que sus partidarios atacaran el Capitolio.
“Es importante que nos demos cuenta de estas fallas para asegurarnos de que no vuelvan a suceder”, recalcó Peters.
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