Diógenes Céspedes
"Hay una escasez de buenos escritores contemporáneos"
El ganador del Premio Nacional de Literatura 2006 quiso hablarnos de mujeres; de las de su vida y de las de su obra. Pero también de la tendencia que, a su entender, está acabando con la buena literatura: la cultura light.
Diógenes Céspedes es un hombre muy especial. "No quisiera que fuera la típica entrevista de `¿cómo se siente al haber ganado el premio?´", nos dijo casi de inmediato. "Aprovechando que se trata de una revista femenina, podríamos hablar de la relación tan estrecha que he tenido con las mujeres", sugirió este escritor.
Sus tías, su abuela, sus primas, sus madrinas (porque eran más de una), sus compañeras de escuela, las "matriarcas" de Dos Ríos, el campo en que se crió, y con las que hacía las veces de confidente, marcaron su forma de ver, de tratar e interpretar al sexo opuesto. Pero además, muchas de esas mujeres dejaron su huella en su personalidad e intereses. Una de ellas, por ejemplo, tuvo mucho que ver con su afición por la música. Se llamaba Efigenia Sosa, y era una hacendada que vivía frente a su casa en el campo. "Como iba mucho a su finca, Efigenia me cogió mucho cariño", cuenta, "ella y yo nos sentábamos, yo con un cuaderno y ella con un radio, para que yo le anotara los números de la lotería, ya que ella no sabía leer ni escribir. Pero lo que más le interesaba de esas visitas es que gracias a ellas, podía escuchar música. Esas canciones que ahora se llaman "del recuerdo", la mayoría boleros, las escuchaba yo ahí".
y se hizo escritor
Céspedes dio sus primeros pasos en el mundo de las letras, y eso también se lo debe a las mujeres de su entorno, en gran parte. Y es que con sólo 8 ó 9 años, ya era una especie de escribano en su comunidad. "Yo escribía las cartas de todo el que vivía por ahí, porque los otros muchachos que habían estudiado conmigo no estaban entusiasmados con los estudios, no les gustaba leer, y yo me leía todo: mis libros, los de ellos, los que me prestaban. Yo era el confidente de todas las mujeres de la zona. Le hacía las cartas de amor a una señora que se llamaba Eugenia, a mi tía, si tenía que escribirle a mi otra tía…", dice recordando. Para él, eso no solo lo acercó a su oficio de escritor, sino que también le sirvió para establecer una relación de confianza y de intimidad con las mujeres. Aprendió a comprenderlas, a entender sus sentimientos.
Así se crió, así vivió, entre faldas, incluso cuando se mudó a la capital y cuando entró a la universidad. Porque a pesar de que en esa época, los hombres eran mayoría en la carrera de periodismo, el escritor se las ingenió para hacer amigas. Y tan fuertes fueron esos lazos de amistad, que el día en que le entregaron formalmente el Premio Nacional de Literatura, casi todas estuvieron ahí.
Sus amigas escritoras
Solo a la hora de entrar de lleno al mundo de la literatura se le complicó un poco a Diógenes, seguir con su tradición de establecer relaciones tan estrechas con las mujeres, pues ese sí que era un oficio de hombres. Pero igual, se las arregló. Llegó a ser muy amigo de Aída Cartagena Portalatín, una de las pocas escritoras dominicanas de la época que logró destacarse en ese medio predominantemente masculino.
Otra de sus amigas en las letras es Jeannette Miller, a quien considera una de las mujeres más interesantes y más importantes del país "en todos los planos, en el personal, el literario".
El narrador, ensayista, crítico literario y poeta también logró cultivar muy buenas relaciones con importantes escritoras internacionales. Una de ellas es Julia Álvarez, quien aunque es hija de dominicanos, nació en los Estados Unidos y solo vivió en el país durante unos pocos años. "Con Julia sucedió una feliz coincidencia cuando yo estaba investigando sobre Camila Henríquez Ureña y ella iba a publicar su novela En el nombre de Salomé.
Tuvimos mucho contacto en los Estados Unidos, mi investigación le sirvió de mucho para escribir su novela, pero además, ella me ayudó mucho a mi también en el trabajo que yo hice sobre Salomé Ureña", evoca.
Otra de las mujeres a las que admiró es Abigaíl Mejía (profesora, escritora y activista del feminismo). Sobre ella también hizo un estudio, mostrando los conflictos entre el discurso trujillista y el discurso feminista de ella, "que era una gran contradicción". Para él, Mejía fue otra gran mujer, muy moderna y liberada para la época.
Aunque durante años se mantuvo alejado de la escena literaria nacional, Céspedes ha vuelto a las andadas. "Con todo lo que te he contado, supongo que no te sorprenderá saber que yo estoy dando apoyo a grupos de escritoras, ayudándolas en todos los sentidos. He vuelto a encontrarme con las escritoras".
No, a la literatura light
Este escritor no se cansa de expresar ante todo el que quiera escuchar, su desaprobación a la llamada literatura light. El la describe como esa, tan popular en estos tiempos, que refleja todas las situaciones que están pasando en nuestra sociedad, pero no buscando una transformación, sino sencillamente reproduciéndolo, aprobándolo. "Se distingue por 4 o 5 conceptos, que son: el consumismo, el hedonismo, la permisividad, el relativismo y el materialismo, como culminación de esos 4 elementos".
Él asegura que los editores, gerentes y mercadólogos de los escritores de estos tiempos no admiten un trabajo literario que no refleje la cultura light, pues no se vendería. Y señala a varias escritoras de las más populares como principales exponentes de esta corriente.
"Novelistas de fama internacional, que son puestas como paradigma de grandes escritoras, como Isabel Allende, Laura Esquivel, que son quizá las más famosas. De menor trascendencia, pero también muy reconocidas, están Marcela Serrano, Almudena Grandes, Mayra Montero". Y va más allá: "Muchas de ellas se plantean como críticas de ese mundo light, pero casi siempre esas son poses mercadológicas sugeridas por sus representantes, para conquistar a ese público escéptico que quizá aún no hayan conquistado".
Su recomendación, sobre todo a los lectores jóvenes y que aún están "recogiendo" valores y creencias, es que en ausencia de "escritores buenos en estos tiempos", se vayan a los clásicos. "Que se lean a Shakespeare, Cervantes, a Dante. En esa literatura van a encontrar los mismos problemas que ven en la literatura moderna. Todas las grandes pasiones que vemos en el mundo están en la obra de los grandes escritores griegos: Sófocles, Homero, en todos ellos. Eso es buena literatura".
y se hizo escritor
Céspedes dio sus primeros pasos en el mundo de las letras, y eso también se lo debe a las mujeres de su entorno, en gran parte. Y es que con sólo 8 ó 9 años, ya era una especie de escribano en su comunidad. "Yo escribía las cartas de todo el que vivía por ahí, porque los otros muchachos que habían estudiado conmigo no estaban entusiasmados con los estudios, no les gustaba leer, y yo me leía todo: mis libros, los de ellos, los que me prestaban. Yo era el confidente de todas las mujeres de la zona. Le hacía las cartas de amor a una señora que se llamaba Eugenia, a mi tía, si tenía que escribirle a mi otra tía…", dice recordando. Para él, eso no solo lo acercó a su oficio de escritor, sino que también le sirvió para establecer una relación de confianza y de intimidad con las mujeres. Aprendió a comprenderlas, a entender sus sentimientos.
Así se crió, así vivió, entre faldas, incluso cuando se mudó a la capital y cuando entró a la universidad. Porque a pesar de que en esa época, los hombres eran mayoría en la carrera de periodismo, el escritor se las ingenió para hacer amigas. Y tan fuertes fueron esos lazos de amistad, que el día en que le entregaron formalmente el Premio Nacional de Literatura, casi todas estuvieron ahí.
Sus amigas escritoras
Solo a la hora de entrar de lleno al mundo de la literatura se le complicó un poco a Diógenes, seguir con su tradición de establecer relaciones tan estrechas con las mujeres, pues ese sí que era un oficio de hombres. Pero igual, se las arregló. Llegó a ser muy amigo de Aída Cartagena Portalatín, una de las pocas escritoras dominicanas de la época que logró destacarse en ese medio predominantemente masculino.
Otra de sus amigas en las letras es Jeannette Miller, a quien considera una de las mujeres más interesantes y más importantes del país "en todos los planos, en el personal, el literario".
El narrador, ensayista, crítico literario y poeta también logró cultivar muy buenas relaciones con importantes escritoras internacionales. Una de ellas es Julia Álvarez, quien aunque es hija de dominicanos, nació en los Estados Unidos y solo vivió en el país durante unos pocos años. "Con Julia sucedió una feliz coincidencia cuando yo estaba investigando sobre Camila Henríquez Ureña y ella iba a publicar su novela En el nombre de Salomé.
Tuvimos mucho contacto en los Estados Unidos, mi investigación le sirvió de mucho para escribir su novela, pero además, ella me ayudó mucho a mi también en el trabajo que yo hice sobre Salomé Ureña", evoca.
Otra de las mujeres a las que admiró es Abigaíl Mejía (profesora, escritora y activista del feminismo). Sobre ella también hizo un estudio, mostrando los conflictos entre el discurso trujillista y el discurso feminista de ella, "que era una gran contradicción". Para él, Mejía fue otra gran mujer, muy moderna y liberada para la época.
Aunque durante años se mantuvo alejado de la escena literaria nacional, Céspedes ha vuelto a las andadas. "Con todo lo que te he contado, supongo que no te sorprenderá saber que yo estoy dando apoyo a grupos de escritoras, ayudándolas en todos los sentidos. He vuelto a encontrarme con las escritoras".
No, a la literatura light
Este escritor no se cansa de expresar ante todo el que quiera escuchar, su desaprobación a la llamada literatura light. El la describe como esa, tan popular en estos tiempos, que refleja todas las situaciones que están pasando en nuestra sociedad, pero no buscando una transformación, sino sencillamente reproduciéndolo, aprobándolo. "Se distingue por 4 o 5 conceptos, que son: el consumismo, el hedonismo, la permisividad, el relativismo y el materialismo, como culminación de esos 4 elementos".
Él asegura que los editores, gerentes y mercadólogos de los escritores de estos tiempos no admiten un trabajo literario que no refleje la cultura light, pues no se vendería. Y señala a varias escritoras de las más populares como principales exponentes de esta corriente.
"Novelistas de fama internacional, que son puestas como paradigma de grandes escritoras, como Isabel Allende, Laura Esquivel, que son quizá las más famosas. De menor trascendencia, pero también muy reconocidas, están Marcela Serrano, Almudena Grandes, Mayra Montero". Y va más allá: "Muchas de ellas se plantean como críticas de ese mundo light, pero casi siempre esas son poses mercadológicas sugeridas por sus representantes, para conquistar a ese público escéptico que quizá aún no hayan conquistado".
Su recomendación, sobre todo a los lectores jóvenes y que aún están "recogiendo" valores y creencias, es que en ausencia de "escritores buenos en estos tiempos", se vayan a los clásicos. "Que se lean a Shakespeare, Cervantes, a Dante. En esa literatura van a encontrar los mismos problemas que ven en la literatura moderna. Todas las grandes pasiones que vemos en el mundo están en la obra de los grandes escritores griegos: Sófocles, Homero, en todos ellos. Eso es buena literatura".
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