Una mujer puede cantarle a cualquier cosa, poema de Rosa Silverio

Una mujer puede cantarle a su casa

a la silla

a la pata de la silla

o a su mesa

a todo cuando vive y existe

a la intimidad y al deterioro

al silencio... sobre todo el silencio

a lo que ha callado durante tantos siglos y ahora nombra

Una mujer puede escribir cualquier cosa

escribir, por ejemplo, de todo lo que no han dicho sus predecesoras

hablar del mar, de las sombras, de la luz

del dolor que siempre le acompaña

de la canción no aprendida por la estrella

del escandaloso río que lleva en su espalda

del pan que amasa, del fruto que arde

de la violencia que la ha roto en mil pedazos

porque una mujer libre puede hablar de su sangre

y de su muerte

de lo que oculta debajo de su falda

del vacío, de todos los vacíos

y de la jaula del pájaro que habita su cabeza

Una mujer puede cantarle al amor y a la patria

como le canta al sexo y a la piedra

como le canta al miedo que la oprime

al espejo que la empequeñece cada día

al desastre, a la fiebre y al delirio

Una mujer puede escribir sobre el padre y burlarse de los dioses

puede además cerrar los ojos y derramar alguna lágrima

puede permitirse parir y tener hijos

o clausurar su útero con ceniza y aguacero

puede, también le está permitido

rescatar el lenguaje, amarlo

o desmembrarlo sin piedad en un poema

Una mujer que le canta a su casa

a la silla

a la pata de la silla

o a su mesa

puede escribir de la negación o el reconocimiento

puede consumarlo todo, beberlo todo

orarle a Dios o desafiar a la manada

porque una mujer que canta ya no es sombra, ni cárcel, ni cerrojo

sino una ventana desde la que se reparan todos los silencios

y se construyen al fin todas las palabras.

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