Rey Andújar: “Más que en la dominicanidad, estoy interesado en el ‘power’ antillano”
El escritor criollo viene a la FILSD 2019 del 2 al 5 de mayo. Participará en la conferencia “El paternalismo en los cuentos de Junot Díaz” y pondrá a circular varios de sus libros
Cuando se habla de escritores dominicanos en la diáspora, hay que mencionar a Rey Andújar, un autor y docente que desde el año 2001 se fue de República Dominicana a perseguir sus sueños académicos, haciendo una travesía por distintas ciudades hasta echar anclas en Chicago, hace unos 10 años.
En “la ciudad de los vientos” combina su oficio de escritor con el de docente. Enseña en la Facultad de Humanidades en Governors State University, en donde imparte cursos de filosofía, sociología, literatura latinoamericana, caribeña e inglesa, historia y español.
Luego de recibir varios premios por su novela “Candela”, seleccionada como una de las mejores novelas del 2009 por el PEN Club de Puerto Rico, y que “Los gestos inútiles” recibiera el VI Premio Alba de Narrativa Latinoamericana y caribeña, durante la Feria del Libro de La Habana 2015, el autor está llevando su pasión por la literatura hacia el cine y el teatro. Escribió el guion del documental “Isla de dos Repúblicas” del historiador Frank Moya Pons y estará participando en la Feria Internacional del Libro de Santo Domingo (FILSD) 2019 donde también hablará de la obra “Escalera para Electra” de Aída Cartagena Portalatín.
Rey Andújar conversó con Diario Libre desde Chicago.
—¿Cuándo descubres que lo tuyo es escribir?
Básicamente durante la secundaria. Hice el bachillerato en el Politécnico María de la Altagracia en Villa Duarte. Durante esos años se amplió la biblioteca de la institución y yo fui uno de los voluntarios en ese proyecto. Durante mis años de licenciatura en APEC se realizaban unas ferias del libro y allí me hice amigo de Sergio Amengual, el de la librería. Lo de escritor vino después y no de un fuetazo, sino que el veneno se me fue inoculando de variadas maneras y etapas.
—¿Qué influencia tienen los premios en el mundo de la literatura?
En mi caso, contribuyeron a mi formación y ayudaron a mantener un ritmo constante de escritura. Aprendí a experimentar con ciertas cosas y crear ritmos. Desde el primer premio que gané, una mención en el Concurso de Cuentos del Banco Central, entendí que el reto era mejorar con la propuesta siguiente. Pero el gran premio de verdad, de ese primer reconocimiento, fue haber conocido al escritor José Alcántara Almánzar, quien es uno de los fundadores de mi proyecto literario. Y con la novela “Candela”, el hecho de haberla publicado con Alfaguara ya fue un premio.
—¿Abordas en tu obra la idiosincrasia dominicana?
Más que una dominicanidad, estoy seriamente interesado en el power antillano. En el ‘Caribe Pop’. En el Caribe como un arco desde donde me lanzo al infinito. Pero, en muchas ocasiones sí, pienso en Dominicana primero, en el Caribe luego, y de ahí hacia lo global.
—¿Qué estás escribiendo ahora mismo?
El mito de la página en blanco no existe para mí. Estoy colaborando en varios proyectos de cine y terminando un monólogo teatral para el Teatro Aguijón en Chicago. Tengo un guión en preproducción, se llama Pseudólogos y será producido este año. La película Candela, dirigida por Andrés Farías Cintrón está en postproducción. También en postproducción tengo el documental de Frank Moya Pons y Héctor Montás titulado Isla de dos repúblicas; ahí escribí el guión cinematográfico.
—¿Cómo defines el documental de Frank Moya Pons?
Conozco muy bien la obra de Moya Pons. Cuando se me presentó la oportunidad de colaborar en el documental no lo pensé dos veces y me monté en el tren, o en ese avión, ya que muchas de las imágenes del documental son bellísimas tomas aéreas de ambos lados de la isla, Quisqueya y Haití. Creo que es un gran documento que elevará las formas del discurso en un tema tan delicado y tan nuestro como la isla Hispaniola.
es reescribir una lectura. Al escribir para las tablas se comparte con la visión de los artistas” Escritor
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en diariolibre.com
Trailer “Isla de dos repúblicas”
Más preguntas a Rey Andújar
—¿Cuál fue tu primer libro?
¿El que escribí? “El hombre triángulo”, una novela corta en donde en realidad están expresados de manera contenida todos mis intereses: el género policial, el agobio del Caribe, nuestras sexualidades, la corrupción y la poesía, entre otras muchas cosas. Siempre he dicho que ese libro es una larga confesión y no es mentira. Ese libro es como una gran descarga. Yo traje la novela escrita desde Nueva York y hasta publiqué una edición de autor. Ahora bien, ese libro es también “el performance” de ser un escritor. Esa edición de autor rodó por bares y cunetas, vendí muchos de esos ejemplares en las playas de Cabarete y de Sosúa. Pero eso es otra novela. Ese libro se convirtió luego en una novela de verdad gracias a la dedicada lectura de Mónica Volontieri, a sus notas, sugerencias y ediciones. Luego fue publicado por Isla Negra Editores y pasó por ciertas transformaciones. En ese proceso aprendí temprano que el libro es una cosa viva y aparte, aunque es parte de uno.
Si te refieres a mis primeras lecturas pues se remontan bien atrás, a la niñez. La leyenda dice que mi papá, que era estibador en los Molinos Dominicanos, llegó un Día de Reyes con el único regalo que pudo conseguir: el 9no tomo de la enciclopedia mexicana El Nuevo Tesoro de la Juventud. Allí también están muchos de los intereses que me rodean hoy día: la Segunda Guerra Mundial, las diferencias entre los mundos griego y romano, México, Mark Twain, la poesía clásica española...
—Háblame de Puerto Rico en tu formación académica.
Empecé a escribir en serio mientras viví en Nueva York, en donde intenté hacer carrera en el mundo de los negocios pero eso no dio resultado. Por un tiempo anduve de vagabundo por el mundo. En esa temporada escribí los cuentos de “El Factor Carne”, el performance Ciudadano Cero y los primeros capítulos de lo que sería la novela Candela.
Publiqué mis dos primeros libros en Puerto Rico y mi editor, Carlos Roberto Gómez Beras, junto a otros amigos, me recomendaron mudarme a la isla y estudiar un doctorado en filosofía y literatura. Me inscribí en el Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe. Esta institución es un anclaje intelectual muy importante en nuestro Caribe, ya que allí se estudian a fondo la arqueología, el arte, la historia, la filosofía y la literatura de las Antillas. La experiencia del doctorado como escritor fue muy importante. Yo conocí la literatura dominicana mientras viví en Puerto Rico, de mano de profesores como Eugenio García Cuevas y Miguel Ángel Fornerín.
Al momento de escribir la tesis, Miguel de Mena me recomendó escribir sobre Escalera para Electra y estudié los aspectos mitológicos y narrativos de esa novela. El resultado fue una tesis de doctorado que he publicado con la Universidad APEC e Isla Negra. Se llama Formas del ascenso.
Si hablamos de educación en cuanto al escritor que soy hoy, pues Dominicana es la cuna, Puerto Rico fue la escuela y Chicago ha sido el taller, el workshop, digamos.
—Tienes una experiencia con la novela “Los gestos inútiles”...
Cuando Alfaguara decidió no publicar esa novela, tomé la decisión en ese mismo momento de no desilusionarme. Entendí que el hecho de que ellos la hubiesen evaluado, bastaba como ganancia. De sus recomendaciones, cogí y dejé. Y reescribí esa novela desde el deseo y el placer. La envié a Cuba al concurso del ALBA el último día en que estuvo permitido. Meses después recibí una llamada de Carlos Sánchez y José Acosta quienes desde Nueva York se hallaban en la Feria del Libro de La Habana. La novela había resultado ganadora. Claro que me sentí bien, por la novela, porque el texto salió y se defendió solo. La literatura tiene también sus moralejas: se gana cuando se pierde. Luego me enteré que Alfaguara desapareció del país. Candela ahora es una película, o sea que la metáfora sigue avanzando. Las instituciones pasan y el arte queda.
Siempre he estado claro en que los premios significan, pero no garantizan o avalan. Beatriz Sarlo ha escrito mucho sobre esto. Uno levanta la cabeza, se bebe una cerveza o dos si el premio fue en metálico, mide el tamaño del fracaso, y sigue escribiendo.
—¿Cómo has logrado hacerte paso? ¿Hay espacios para los nuevos?
Soy dichoso: cuento con un grupo reducido de amigos y amigas que me leen bien. Tengo esa suerte. No soy el más vendido o leído, pero la poca gente que me lee, me lee bien y eso por el momento funciona. No pienso mucho en mi destino editorial o literario. Pienso en escribir. Soy escritor cuando escribo, como se ha dicho mucho por ahí, pero lo repito aquí porque es una gran verdad. Cuando el libro sale de mí, tiene su vida. No hay crítica ni buena ni mala que se compare con la sensación de libertad de dejar el libro defenderse por sí solo. ¿Cómo he logrado hacerme paso? No sé. Escribo lo que quiero leer, no lo que quiero escribir.
—Vives en Chicago, y por lo tanto eres de la diáspora. ¿Cómo es la vida del escritor en el extranjero?
Chicago es una ciudad fascinante en muchos sentidos. A mí lo que más me atrae de aquí es la suerte de “dureza” del clima y del ambiente. Aquí se sufre, pero se goza. Eso crea una cáscara necesaria en un negocio de tanto rechazo como el de la literatura. En Chicago hay una cultura de trabajo muy diferente a la caribeña y yo que tengo el calcio Caribe desbordándose en el cuerpo, entiendo prudente tener a mi lado un poco de estructura. Por mis distintas actividades pues viajo bastante y Chicago es una ciudad que me ofrece una suerte de hub desde donde es fácil salir y regresar. Somos dominicanos de pura cepa, pero en esta ciudad me casé y nacieron mis hijos. No creo que se haga más fácil, yo organicé mi vida y mi tiempo para poder dedicarle la mayor parte de mi ser a la escritura (no a la literatura... vale la pena aclarar). Me encanta la isla y voy allá por trabajo, que también puede ser diversión.
— ¿En dónde se consiguen las obras? ¿Impartes conferencias?
Mi situación editorial es variada, aparecen algunos libros en Amazon y en algunas librerías. Estoy haciendo esfuerzos notables para ofrecer mis libros en Librería Mamey y en otras librerías y espacios en República Dominicana. Doy conferencias todo el año, ya sea por asuntos académicos o por instituciones que me invitan a hablar de cine, teatro o literatura.
He estado leyendo unas conferencias sobre la obra de Junot Díaz desde hace un año. El tema se centra en el uso de la máscara como un elemento filosófico y práctico en dos de sus cuentos fundamentales: “Ysrael” y “No Face”. La conferencia en español se llama El macho y la máscara y en inglés Machomask. Esto es parte del proyecto de escritura de un libro de ensayos que se llama Maskulinity y en donde se habla del Caribe y sus masculinidades tóxicas. Sigo trabajando sobre mis investigaciones sobre la obra de Aída y tengo una conferencia en donde me refiero a mi tesis sobre Escalera para Electra, se llama “La constelación Aída”. Este verano he sido invitado a la Feria del Libro de Madrid y a la Universidad de las West Indies en Jamaica. En ambos lugares estaré leyendo una conferencia sobre el personaje de Lubrini, que sale en algunos de mis textos y bajo el cual he publicado dos libros de poesía. La conferencia se llama Lubrini Reality 3D.
— ¿Por cuáles autores dominicanos te sientes influenciado?
La obra de Aída Cartagena Portalatín es fundamental para mí. Me gustaría tener más tiempo disponible para investigarla mejor. Escribí mi tesis de doctorado estudiando la mitología y el lenguaje poético en su narrativa. Solo he rasguñado la superficie. Aída tiene mucho y hay mucho de ella que discutir y escribir.
Me siento influenciado por una gran masa dominicana. Como un gran disco duro que claro está incluye literatura, pero hay músicas, sabores y sazones.
Yo, por ejemplo, no hubiese querido escribir como Pedro Peix, imposible ser como él, pero me hubiese gustado. En otras áreas, creo que el trabajo de la antropología social que estudié bajo el laboratorio de Loraine Ferrand pues me balanceó más que cualquier otro texto.
— ¿Qué crees de aquellos escritores falsos, los plagiadores, y los que inventan reconocimientos...?
Creo que todos somos escritores y escritoras. A lo largo del día escribimos de aquí para allá sin darnos cuenta. Con eso digo que no hay escritores falsos. Pero repito que el texto debe defenderse por sí mismo. Hay ocasiones en que la gente se queja porque su nombre no apareció en una lista, o porque no le invitaron a una actividad o a un viaje, y eso me parece algo bastante penoso. No se puede escupir para arriba pero espero no estar nunca en esa situación.
A mi entender eso le roba un poco de magia a la identidad intrínseca de quien escribe poesía o ficciones: la idea de ser otro u otra, de vivir vicariamente a través de un texto lo suficientemente fuerte como proponer en sí mismo. Digo: The real artist of tomorrow will be underground.
Mi actitud es la del aspirante a escritor. Yo aspiro a algún día poder convertirme en escritor y si mis textos tienen algún valor, encontrarán a sus lectores. No se trata de ser mal o buen escritor, se trata de conectar con la persona que lee. El plagio no lo entiendo. ¿Qué es el plagio? La escritura de una lectura. Puede ser una traducción, si uno le hace un poco de fuerza al tema. Me parece un gesto inútil ya que se puede ahorrar muchísimo con tan solo mencionar la fuente y después reescribir. Incluso si citas la fuente, de inmediato tienes más cancha para poder interactuar de tú a tú con el texto.
Uno de los plagios más sonados fue el reciente caso con Gabriel del Gotto y el libro Sambá. Interesantísimo relato, y quizás uno de los mejores performances literarios de los últimos tiempos. Si Gabriel, en un mundo imaginario, me hubiese pedido una opinión, yo le hubiese dicho: reescribe el texto como si estuvieses contestándole una carta al autor de la original, Plástico cruel, de José Sbarra. Sí lo hace así, le hace un homenaje al texto argentino y realza el color y el sabor del Caribe. No sé, hubiese sido más interesante poner a conversar esos dos textos que salir y decir que la novela era de él.
De nuevo, no creo que lo que él hizo estuviese errado, pero se buscó un problema innecesario y la gente perdió interés en el texto y se concentró en el chisme, que claro está satisface más rápido y como es desechable, funciona mucho mejor. Ya lo han dicho todos los mejores, desde Henríquez Ureña hasta Darth Vader: El error no hay que defenderlo porque solo se desbarata.
*Con la tesis “Formas del ascenso: estructura mitológica en Escalera para Electra, Rey Andújar, de 40 años, obtuvo un doctorado en filosofía y letras caribeñas por el Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe.
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