Mario Bellatin: “No confío en lo digital”

Considerado una de las principales voces en la ficción experimental, su visita a la pasada Feria del Libro de Santo Domingo pasó casi inadvertida.

Mario Bellatin es un escritor que escarba la realidad desde la ironía y el humor. (Fuente externa)

SANTO DOMINGO. A Mario Bellatin (México 1960) se le puede buscar conocer de dos formas. Desde la extraña fascinación, o la fascinación extraña, por el juego de humor, burla e ironía que nos propone en los personajes de sus novelas, o desde su personaje-yo: ropa negra, la falta del antebrazo derecho (en el que usó prótesis en forma ganchos y hasta, supuestamente, de un pene), su amor por los perros y el gesto divertido de mezclarse con sus personajes.

Ambas formas, que lo han colocado en el escenario literario desde principios de la década de 1990, se hicieron presencia en Santo Domingo en una noche de viernes en el bar del Teatro Nacional, donde llegó como invitado de la pasada Feria Internacional del Libro.

“Casi siempre estamos acostumbrados a leer libros de autores dogmáticos, que se toman las cosas en serio y casi siempre, curiosamente, mientras más serios son y más correcta es su visión de la realidad, la realidad es más superficial”, dice mientras conversa con el joven escritor dominicano José Alberto Beltrán.

Un puñado de seguidores de su obra lo escucha con atención, luchando con la constante interrupción de los sonidos del bar (el hielo picándose, el choque de los vasos o copas, las conversaciones en las mesas), mientras un grupo más amplio de jóvenes y adultos sigue la conversación de Beltrán y Bellatin con curiosidad, como descubriendo algo nuevo, a pesar también del bullicioso ambiente.

Habla sobre “Salón de belleza”, su cuarta novela publicada en 1994 y que plantea una historia en que el trabajo por la belleza da paso a la labor de la muerte, en el marco de una peste que recuerda el VIH en los ochenta del siglo pasado. Belleza y muerte, dos temas que recorre su extensa obra.

Aborda su litis judicial con la editora Tusquest en 2015. “Era acusado por ser escritor. Fui al juicio y obtuve hasta un artículo de New Yorker, que no habían publicado nunca una línea sobre mi oficio”. Una historia que asegura no tuvo un final feliz.

“A partir de esa aparición en esa publicación me buscó Andrew Wylie, que es el agente literario más importante del mundo, y me dijo que él me iba a representar para que ya no me robaran más y bueno se llevó 40 mil dólares y tiene mis libros secuestrados. Este triunfo pírrico me dio notoriedad”, se queja.

Las referencias de su caso dan paso a un juicio duro al mundo editorial.

“Fue una historia larga y penosa que tiene que ver con los grupos editoriales monopólicos, españoles, aunque no importa si son alemanes. Estas grandes empresas creadas por Random House, que es Penguin y Planeta, que cada una tiene sesenta sellos que los compran para después estandarizarlos. Y si ya el monopolio es algo malo, no sé, para los teléfonos y para los autos, imagínate para la cultura. Me parece que ese es uno de los grandes daños que ocurren actualmente en la parte cultural. Frente a la literatura que no se renueva, trata de seguir sosteniendo un modelo que pertenece al siglo XIX”.

Pero también ríe al conversar sobre la escuela de escritores que fundó, llamada Escuela Dinámica de Escritores, y que no enseñaba a escribir. “Era una dinámica constante para que tuvieran una mayor cantidad posible de experiencias y no sé en qué punto pudiera detonar algo en cada uno que pudiera hacerlo, encontrar su propio camino”. Y de su oficio como escritor. “No sé qué sucederá en (República) Dominicana, pero en Perú – país originario de sus padres y donde vivió desde los cuatro años hasta su adultez- era ser como drogadicto o loco o mendingo ser escritor, era lo mismo”.

“Mi madre una vez me lo dijo. Tenía un primo muy drogadicto, que vivió toda su vida... No sé si estará vivo, ojalá que sí, que pasó toda su vida en instituciones que trabajaban con la drogadicción, y mi madre me dijo que ella hubiese preferido a ese primo, que él estaba enfermo y yo lo hacía adrede”. Ríe con una sonrisa amplia. Los demás ríen también.

Avisan que queda poco tiempo para el conversatorio. Le preguntan sobre su visita al país. “En realidad quería venir a Haití (risas), pero bueno dio el caso que vine a Santo Domingo y estoy muy contento. De verdad que no quiero salir de mi casa mucho”, se confiesa y momentos después comenta sobre su tres años en Cuba estudiando cine.

“Hacer cine en Cuba para mí fue un pretexto para escribir”.

Al finalizar, varios se acercan a tomarse fotos con Bellatin. Nadie tiene un libro para firmar, aunque sus obras –que sobrepasan las 40 publicaciones, sin contar con los 20 libros en pequeño formato de su detenido proyecto “Los cien mil libros de Mario Bellatin” y que presentó en 2012 en la exposición de arte Documenta (Alemania)- pueden comprarse en Amazon o en las webs de varias librerías.

Antes de irse, apurado por uno de los organizadores de la recién finalizada Feria Internacional del Libro de Santo Domingo, responde algunas preguntas dentro del agitado ambiente del bar.

P. Me llamó la atención lo de querer venir a Haití. ¿Por qué quieres visitar a Haití?

R. Sí, es que estamos tan separados. Primero porque viví en Cuba muchos años, y siempre en Cuba hay un fantasma de (República) Dominicana, como una especie de lo que sería Cuba si no fuera comunista. Y ya luego que venía, con el tráfico y eso y miraba, sí, es como Cuba sin comunismo. Una lástima con tanto auto. Ayer hablé con choferes, con la gente, y es una cosa difícil.

Y bueno, y como dije, están, estamos separadísimos. Tenía una curiosidad muy grande de encontrar nuevos mundos, que tiene que ver con mi trabajo de alguna manera, de mundos paralelos, con leyes propias, formas de vida determinadas.

La idea de la isla... la isla es muy terrible. Puede ser maravillosa y agobiante al mismo tiempo.

P. Mario, tú que defines tanto desde la escritura. ¿En algún momento te has preguntado que hubiese sido de ti si no fueras escritor?

R. Justamente en mi último libro tengo esa frase. Nada, un pobre diablo. Digo, un diablo peor, sin justificación, porque de alguna manera tengo una justificación. Yo escribo, por eso estoy fuera del mundo, por eso es que me visto así, no sé. La escritura también da como una fachada para una serie de cosas. Sobre todo el hecho de ser publicado, de que haya una parafernalia alrededor, que también me río un poco de ella, pero también me sirve como mascara.

P. O sea, ¿crees en eso del escritor personaje?

R. No, creo lo contrario, que existe y sé que funciona. Que yo lo crea, no, me río.

P. Pero sí funciona

R. Sé que existe y sé que funciona y que fácil lo llevo a la práctica como mecanismo de defensa.

P. ¿Cuántos libros de tu proyecto “Cien mil libros de Mario Bellatin” han publicado?

Como 20 mil. Lo que pasa es que cuando me invitaron a la presentación de Documenta, que es la feria más importante del mundo, el proyecto fue invitado y dije bueno ya, ya llegó a la cumbre como una obra de la de antes. Y bueno, ya no la voy a seguir haciendo y quedó congelado.

Pero la idea no es hacer ediciones independientes o paralelas, sino de que sea paralelo a las ediciones tradicionales, no como competencia tampoco, sino para llenar los vacíos y los huecos que no logra la industria editorial suplir. No están mis libros aquí, si quieres comprarlos no existen, porque la pequeña editorial no tiene alcance real.

P. ¿Crees que el libro como objeto tiene futuro en medio de esta realidad digital, del ebook, de la pantalla?

R. Sí, tiene futuro pero tienen que cambiar totalmente las reglas de juego. No seguir con esa idea de editor, de librero...tienen que buscar otras maneras.

Es como los aeropuertos. Vamos a remodelar el aeropuerto, pero lo que se hace es que sigue igual y lo que se hace es acrecentar el horror. O sea, no cambia la esencia de lo que no funciona, porque el aeropuerto se hizo para ir a ser la cola, para registrarse, con la idea del siglo XX, de que uno viajaba cada cinco años y uno hacia una cola con toda la familia y todas las maletas. Pero ahora se repite ese mismo error en grande. Vas al Charles de Gaulle, por decirte de un aeropuerto moderno, y es la misma esencia que no funciona multiplicada a la millonésima y eso es un poco lo que pasa cuando hablé de los monopolios (editoriales), que no funciona pero multiplicado en lugar de llegar a esencias y tratar de buscar nuevas formas, que no tienen que ver con lo digital. No confió en lo digital.

P. ¿No confía en el libro electrónico, digital?

R. Tuvo su oportunidad y vimos que no fue. Ya no fue y ya no va a ser. El ebook ya está en picada, ya no. Sigo creyendo que algo milenario, como es la escritura, tiene que buscar una superficie milenaria, y no movible, que va cambiando todo el tiempo, no puede ser la superficie de la palabra. Creo que el papel sí. Gutenberg tiene más de quinientos años...

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Nos interrumpen. No queda más tiempo. La foto y la despedida. Sale sonriente del bar. Dice que se va a conocer a Santo Domingo.