José Morillo: “Con el arte naif se nace, es como un tipo de sangre”
La vida profesional de Morillo inicia en 1993, cuando definió con claridad y seguridad lo que quería hacer como pintor
Como si fuese una frase lapidaria: “Ser naif es como un tipo de sangre”, así define José Morillo el orgullo y el bienestar que siente ser un artista del género naif. Y no es para menos, es el principal exponente de ese género en República Dominicana, calificado así por los más reputados críticos de arte del país, uno de ellos, Abil Peralta.
Pero, hay más, a Morillo se le reconoce haber sido el sucesor de la impresionante obra del maestro Justo Susana, y quien ha puesto en alto la bandera tricolor allende los mares, mostrando así la dominicanidad en importantes exposiciones y museos del Continente Americano.
Como todo artista naif, Morillo es introvertido, de poco hablar y de no estar expuesto mucho en escena; sin embargo, aún así accedió a un encuentro con Diario Libre para contar su experiencia de más de dos décadas de haberse consagrado como el principal exponente de este género de la plástica en el país.
Y, agrega: “Mientras aprendía, me convertí en ayudante de un artista. Disfrutaba ir a las galerías de arte, sobre todo, la Galería Nader, de don Roberto Nader, porque me causaba mucha impresión ver la cantidad de obras de arte en esos lugares. Yo decía, al ver las obras de Justo Susana y Clara Ledesma, mientras don Roberto Nader se fumaba su cigarro, así es que quiero llegar a ser”.
Y, mientras rememoraba, resaltaba su gusto por las obras del maestro Cándido Bidó, las que replicaba en cartulina con acuarelas que les compraba su padre. Sin dudas, Susana, Ledesma, Alberto Ulloa y Bidó formaron parte de la influencia positiva en el entonces incipiente artista del pincel y del lienzo.
Su vida artística
La vida artística profesional de Morillo inicia en 1993, cuando definió con claridad y seguridad lo que quería hacer, por donde quería seguir su trayecto como profesional de la pintura.
“Ya en mi etapa más avanzada conocí a otros artistas, dentro de ellos los maestros haitianos Héctor Hippolyte y Andre Pierre. Ver las obras de esos artistas dentro de la corriente naif, percibir su espontaneidad y el colorido de sus obras, me ayudó a afianzarme en el género, aunque tenemos discursos diferentes”, precisó.
Naif se nace
Para José Morillo, quien reside en el municipio de Constanza, provincia La Vega, ser naif se nace, no se adquiere en la academia ni con el transitar en la vida, razón por la que defiende que el artista naif es muy peculiar y que, aunque muchas veces no se conozcan entre sí ni sus obras, la ingenuidad y la espontaneidad hacen que sean parecidos los trabajos en cualquier parte del mundo.
“Por eso digo que ser naif es como un tipo de sangre; que uno sabe que su sangre es de un tipo y que siempre será así. Uno no elige tener un estilo naif, es una condición que viene contigo, por eso te conviertes en un artista muy genuino, por eso digo que es como un tipo de sangre, que no se elige tener un tipo de sangre, está contigo, y por eso el naif es el arte más puro de la plástica”, dice.
Y, proclama: “Ser naif es un poco difícil; es decir, no cualquier artista puede decir que va a ser naif, porque hay que ser como un poco ingenuo, que es lo que te permite hacer la obra ingenua”.
Dominicanidad y religiosidad
La obra de Morillo es reconocida a nivel nacional e internacional porque en cada una de ellas eleva los rasgos de dominicanidad, incluyendo esto la religiosidad y ritos mágico-religiosos, manifestados en pinturas como Virgen de Las Mercedes, Virgen de La Altagracia, Selita La Bruja, Fiesta, La Sagrada Familia, Mi abuelita y sus hermanas, Recolectoras de café, entre otros.
Sobre ese respecto, el crítico de arte Abil Peralta expresa su punto de vista, al resaltar el trabajo que en los últimos 50 años han realizado tanto Justo Susana, primer artista naíf que ha resaltado en el país, así como su denominado sucesor, José Morillo.
“En República Dominicana se conoció con mucha profusión el arte haitiano que era traído por la familia Nader, con artistas muy demandados en el país. En ese proceso emerge Justo Susana y tres décadas después surgió quien he llamado el fenómeno, José Morillo, que siendo apenas un jovenzuelo obtiene el premio más importante que se otorga acá, por la Asociación Internacional de Crítico de Arte, Sección República Dominicana, a la Primera Exposición Individual”, expone.
Convencer a los críticos de arte más prominentes del país que ahí había un pequeño tesoro, explica Peralta Agüero, era porque ahí tenía que haber calidad; pero, además de este joven cultivar una sensibilidad acumulada, altamente potenciada que tiene y un pleno dominio de los colores del plantel caribeño, antillanista y de los del trópico, logró redescubrir y redefinir iconografías sacras como la devoción mariana de la Virgen de La Altagracia y toma referencias de investigaciones iconográficas como la famosa virgen del maestro Guillo Pérez y la eleva a una categoría de entendimiento no solo intelectual y devocional, sino popular. La gente cuando ve las reproducciones la compra con locura. El mejor ejemplo de eso es cuando el Centro Cuesta Nacional lo escoge como artista para la colección Arte de Café.
Individuales y colectivas
A lo largo de su carrera Morillo ha participado en múltiples exposiciones tanto individuales como colectivas, en el país y en el exterior. Dentro de las individuales se citan: “Con los pies descalzos” (1997), en Atelier Gascue, Santo Domingo; “En el Quinto Sueño” (1999), Galería Espinal y “Exposición de la Litografía Arlequines Borinqueños” (2002), en Galería Labrador Sears, ambas en Puerto Rico.
Asimismo, “Alegre Caribe” (2002), en Galería de Arte Nader, Santo Domingo; “Bajo el Sol” (2004), en el Museo de las Casas Reales; “La Virgen María en América” (2014), en el Museo de La Altagracia, Higüey; y “Somewhere in the Caribbean” (2015), en el Word Up Community Bookshop, New York. En 2016 fue el artista invitado de la exposición de obras para el lanzamiento de la colección “Arte de Café”, de Casa Cuesta.
En tanto que, dentro de las exposiciones colectivas, resaltan: “Bienal Nacional de Artes” y Bienal de Artes E. León Jiménez” (1998), “Arte Hoy” (1999), Museo de Arte Moderno de Cartagena de Indias, Colombia; “La Vida Urbana en la Región del Caribe” (1999), exposición organizada por Marianne de Tolentino y el Centro Cultural Cariforum; “Broward Country” (1999), Library Fort Lauderdale. Miami, Florida; “Art Miami” (2000). Feria Internacional de Arte en Miami, Florida; “Que no me quiten lo pintao” (2005), Centro León, Santiago; “Ritmos Visuales del Merengue” (2006), Museo del Barrio, New York; y “Ritmos del Merengue” (2007), Museo de la OEA, Washington, entre otras.
En la tercera y última entrega, conoceremos a Carmen Rodríguez, una de las pocas mujeres que se han destacado en este género en República Dominicana.
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