Circula la segunda edición del libro Duarte en la proa de la historia

La obra es de Santiago Castro Ventura, profesor en la UASD y miembro de número de la Academia Dominicana de la Historia

Portada de la obra de Santiago Castro Ventura.

Ha sido puesta en circulación la segunda edición ampliada del libro Duarte en la proa de la historia, de la autoría de Santiago Castro Ventura, profesor de historia en la Universidad Autónoma de Santo Domingo.

De acuerdo con la noto informativa, en esta nueva versión el autor incorpora documentación inédita que “contradice la infame campaña de sectores pérfidos que le imputan xenofobia al Padre de la Patria y se reafirma su vocación antiimperialista”.

Además se rechaza la mendaz acusación que pretende responsabilizar a Duarte de la división política y social de la isla.

El libro reeditado ganó el Premio Anual Nacional de Historia en 2005.

En esta edición se insertan informaciones totalmente inéditas de periódicos de España, México, Cuba, Venezuela, Francia e Inglaterra que se hicieron eco de los acontecimientos criollos de la época, evidenciando en sus páginas la enérgica lucha que encabezó Duarte en 1844 para frustrar la entrega de Samaná en condición de perpetuidad a Francia (nos evitó un Guantánamo) y su oposición radical a toda injerencia extranjera, se informa.

“Este trascendental proceso de lucha anticolonialista, siempre ha sido minimizado por la historiografía tradicional dominante. Se establece esta jornada fue el aspecto de mayor interés en ese lapso, los haitianos fueron neutralizados con las batallas de marzo y solo tenían la alternativa de retirarse a su territorio cargados de profundas divisiones internas entre negros y mulatos, y solo al año siguiente intentaron de modo fallido volver a invadir el territorio dominicano”, dice.

En el libro se dedica un espacio para enfrentar una corriente vernácula fusionista que trata de desmeritar al Padre de la Patria imputándole racismo, vil calumnia porque nunca emitió conceptos xenofóbicos.

Se advierte ese sector es un caballo de Troya, que su propósito estratégico es atentar contra la soberanía nacional y su primer objetivo es desmeritar a Duarte, que siempre predicó que debíamos ser un país libre e independiente de todo intruso extranjero sin distinción.

Se incluye la amplia cobertura que la prensa ministerial hispana le concedió a su frustrada integración al Cibao insurrecto contra la anexión a España.

De igual modo se discurre sobre su firme actitud cuando el Gobierno español presionó al venezolano, logrando que la justicia de ese país lo interrogara por su vinculación con la guerra patriótica dominicana.

Se aclara su salida del escenario de la Guerra Restauradora, fue responsabilidad exclusiva del baecismo que tenía el control del movimiento en esos momentos, a través del presidente Pepillo Salcedo. Este tenía empantanada la revolución, y consideraba no grata la presencia de personas con historiales radicales como Duarte, en ese ambiente que finalmente le llevó a su destitución y fusilamiento por sus vacilaciones.

“Entre otros mitos, se enfrenta el supuesto juramento con sangre de los trinitarios y la inverosímil alianza con el españolizado presbítero Gaspar Hernández. Además se cuestiona la insistencia de presentar una casa de concreto en la calle del Arquillo (arzobispo Nouel), como el local donde se fundó la sociedad secreta La Trinitaria, se advierte es el lugar, no la casa. Se establecen las particularidades de las sociedades: La Trinitaria, La Filantrópica y Sociedad Dramática”, se indica

También se censura el procedimiento injusto de borrar los rastros heroicos de los trinitarios en el parque Colón, antigua Plaza de Armas, mientras se les quiere “reconocer” en la zona de Galindo, donde ellos nunca accionaron. Galindo fue de los principales escenarios de la Guerra de Abril, donde se produjo la histórica «Batalla del puente», el entonces presidente Balaguer, para no rendir honor a los héroes y mártires de Abril de 1965 se inventó aquello de “Plazoleta La Trinitaria”.

También se describe como los gobiernos autoritarios de Heureaux y Mon Cáceres se opusieron de modo tajante a la erección de una estatua de Duarte. Y luego Trujillo refrendó la trama lilisista de quitarle el merecido título de Padre de la Patria a Duarte, creando una tríada, erigiéndose él como “padre de la patria nueva”.

“La portada del libro es un homenaje a la estatua de Duarte en New York, donde verdaderos xenófobos pretendieron derribarla hace un par de años, pero encontraron la oposición militante de los numerosos dominicanos residentes en esa importante ciudad norteamericana”, se expresa.

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