¡Albricias! El Ateneo Insular arribó felizmente a su 34 aniversario

Los escritores celebraron con júbilo esta fragua de esta entidad y del Movimiento Interiorista

Bruno Rosario Candelier, José López Larache (a su derecha) y Tulio Cordero (a su izquierda) junto a los interioristas y demás participantes en el encuentro del Ateneo Insular. (Ateneo Insular)

El Ateneo Insular celebró su aniversario número 34 los días 27 y 28 de julio en el Centro de Espiritualidad San Juan de la Cruz, ubicado en Las Lajas de El Caimito, La Vega.

Tanto el 27 como el día del cumplimiento de los años, el 28 de julio, se puso de manifiesto una de las características estéticas del Interiorismo, creado también en 1990 por don Bruno Rosario Candelier: su «tono empático», el mismo que puede evidenciarse no solo en el trato afable de sus escritores, sino en la expresión escritural de sus composiciones literarias.

Fue una celebración especialmente sagrada y ceremoniosa, además de sentida y evocadora. Por ejemplo, la despedida se resistía a ser despedida, algo que notó Carmen Pérez Valerio, una distinguida escritora interiorista de Santiago, que desde la misma fundación es integrante de este trascendental movimiento literario dominicano e internacional.

«Hoy no querían irse los interioristas —expresó tiernamente Carmen a quien escribe esta nota—. Se sintió como en los primeros tiempos».

Y agregó: «Por eso, aunque en los descansos hablemos de otros temas, terminamos hablando de literatura, porque ella nos atrae, como pasaba antes cuando nos reuníamos y todos hacíamos aportes a los fundamentos estéticos del Interiorismo».

Fue una conversación del viaje de regreso a casa, como sucedió la primera que yo asistí al Interiorismo, en agosto de 2018, y ella misma me dio una bola, como decimos en confianza los dominicanos.

Los escritores celebraron con júbilo la fragua del Ateneo Insular y del Movimiento Interiorista

El maestro Bruno Rosario Candelier se sintió regocijado por este nuevo compendio de obras que se sumó al relicario interiorista, y con el canto de una niña ruborizada al ver a su gran maestro sonreír, le enviamos, desde este podio, nuestro mejores deseos y bendiciones, uniéndose así a los de todos los que se lo expresaron.

Como este evento se dedicó a los pilares interioristas Tulio Cordero y José López Larache, hubo recuentos importantes, pues, como dijo una vez el mismo fundador de estas dos instituciones, B. Rosario Candelier, «Lo que realmente enaltece al Interiorismo es lo que hacen los creadores interioristas» (Diario Libre. 27 de enero de 2023). Leamos, a continuación, algunos de los atavíos interioristas de estos ejemplares escritores:

De José López Larache, escritor interiorista de La Romana

El doctor Bruno Rosario Candelier destacó de este escritor la «expresión sensorial del encanto de lo viviente», la «exaltación del valor emocional del sentido» (y aquí apuntó que «el sentido es el aliento de la intuición que atiza la creación»), la «recreación del amor y la amistad» (acápite donde expuso que «López Larache es sensible ante lo viviente y sensible al amor, y evoca lo que despertó en su sensibilidad profunda el sentimiento que arrebata los sentidos, que es el amor: “Me gustaba quedarme con tus labios / esperando que llegara la tarde. / Me gustaba quedarme con la noche / esperando que volvieran tus labios”, José López Larache, Molécula de un abecedario, p. 22).

Asimismo, Rosario Candelier exaltó su «valoración entrañable del terruño», en donde dijo que «el lugar de la tierra donde nos criamos, donde crecimos y vivimos, impacta nuestra sensibilidad y nuestra conciencia, comenzando por lo que comemos puesto que nuestro alimento viene de la tierra, y, siguiendo por la estancia donde vivimos, influyen el aire, los fluidos de la tierra y los efluvios del aire que tocan nuestra sensibilidad y nuestra conciencia».

Al hablar de «la afectividad», que manifiesta este poeta en sus creaciones, ponderó su «sensibilidad empática».

Y explicó que «tener una sensibilidad empática es sentirlo todo, gozarlo todo, sufrirlo todo, vivirlo todo» y que esto «se manifiesta en el decir poético de José López Larache, que se manifiesta en varios aspectos de su vida».

Y de nuevo explicó que «esa condición peculiar de su sensibilidad es porque los poetas tienen la particularidad que dijera Garcilaso de la Vega, el “doloroso sentir”, que es la condición indicativa de la condición poética».

Y con entusiasmo amplió este criterio de Inca: «Y yo digo que el “gozoso sentir” es también otra condición reveladora de la sensibilidad poética de la persona. López Larache expresa un doloroso sentir y un gozoso sentir al mismo tiempo al evocar a Rubirosa, el caballo que cuando era niño él montaba, y se encariñó tanto con ese singular equino, en virtud de la circunstancia peculiar de su existencia, que una manifestación de su creatividad alude a una ponderación de la afectividad, pues la afectividad domina la sensibilidad estética y espiritual de José López Larache».

Leamos este poema que citó el maestro (de José López Larache, Molécula de un abecedario, p. 31):

Rubirosa, caballo engendrado

en la campiña de la Higuera.

En la lluvia,

en el viento del pasado.

Fuerza,

Galope ancestral de las

conquistas y mi vida,

comunión del padre con los hijos.

Otros valores estéticos interioristas, que ponderó Rosario Candelier de este autor, fueron la «configuración del valor interior de lo viviente», la «distinción de las manifestaciones sensoriales y afectivas», la «consideración de la emoción estética y espiritual», la «percepción de la dimensión espiritual de lo viviente» y la «dotación física, intelectual, estética, afectiva y espiritual», consignando, al final, que «José López Larache expresa el cauce entrañable de lo viviente y el eco sutil del Altísimo, según sugieren los siguientes versos: “Me embriagan sus movimientos / como si fueran el latir del universo” (José López Larache, Molécula de un abecedario, p. 18).

De Tulio Cordero, escritor interiorista de San Juan de la Maguana

En cuanto a este escritor, Bruno Rosario Candelier puso en relieve los «principios estéticos y espirituales de la lírica mística» que en él habitan: «Se trata de una obra escrita con genuina consciencia del aliento sagrado de lo divino, que la inspiración teopoética de la espiritualidad sagrada formalizan».

Y evidenció, además, en su comentario ensayístico, el aporte al Interiorismo del poeta Tulio Cordero, dejando sentado, de paso, el de otros escritores interioristas, entre ellos «Freddy Bretón, Leopoldo Minaya, Fausto Leonardo Henríquez, Jit Manuel Castillo, Roberto Miguel Escaño, Ofelia Berrido, Juan Santos, Rocío Santos y Josanny Moni».

Dentro de las obras de Tulio Cordero, que mencionó Rosario Candelier, están los poemarios Latido cierto, Si el alba se tardara, La sed del Junco, La noche, las hojas y el viento, Hilo de fuego y Tienda de la Presencia.

Explicó el maestro que la «lírica impregnada de inspiración estética y contenido espiritual, como la poesía de Tulio Cordero, potenciada con la inspiración de lo Alto, hace de la palabra un medio de intuición, inspiración y revelación a la luz del sentido místico con los temas y motivos que su sensibilidad estética consiente y su conciencia espiritual intuye, perfila y crea».

Puntualizó que «el sentido místico lo intuye quien siente y valora la presencia divina en el mundo», y ese autor, «inspirado en la sabiduría que edifica y la gracia que enamora, asume, recrea y enaltece su potencial creador con el júbilo entrañable y el aliento sacrosanto que ilumina y exalta su obra poética, inspirada en el divino sentir de su valoración teopoética —“que no es la reflexión de un pensador que argumenta”, aclaró, “sino la vivencia de un místico que vive lo que siente”—, razón por la cual está asistido y enaltecido por el jubiloso sentir de la sensibilidad del místico y la savia sagrada que eleva su visión espiritual del mundo para testimoniar, con gracia, fascinación y encanto, lo que su corazón toca y su intelecto privilegia a la luz del ideal de la mística, el aliento de lo divino y el júbilo de la pasión sagrada».

Además de ponderar los ya mencionados valores estéticos del Interiorismo, apreció «su vínculo entrañable con el alma de las cosas» (pues «su creación poética revela una entonación empática en sus giros y expresiones»), la «fascinación del contemplativo por el encanto de lo viviente y la valoración mística de cuanto existe por su origen divino».

Este «poeta experimenta un júbilo interior con ardientes manifestaciones de su sensibilidad y su conciencia» —dijo— y ratificó su «concepción mística de lo viviente», ya que tiene un «sentido sagrado del mundo, la vida y la creación, que plasma en su obra como un atributo de la espiritualidad divina con el toque de su sensibilidad, su conciencia y su voluntad».

Igualmente, observó en este autor «la gracia de la experiencia mística», por lo que «vive el impacto de esa dolencia divina en el interior de su conciencia con su efecto transformante».

Agregó que su «creación teopoética es producto de la experiencia mística, según se infiere de sus versos impregnados de singulares epítetos, metáforas novedosas, prosopopeyas ingeniosas, humanización de imágenes y símbolos originales», que citó (Tulio Cordero, Latido cierto, Santo Domingo, Amigo del Hogar, 1986, p. 12):

Admito

que ha habido tardes turbadas

por crepúsculos ausentes.

Que una voz tosca

ha herido tantas veces

estos capullos palabreros.

Que aquella mano violenta

-que impuso el silencio a mi hermano-

hizo que la pavesa de nuestra lámpara

temblara de frío.

Y que tanto dolor,

tanto quejido inocente

han amenazado

con secar mi última lágrima.

Pero llegaste…

(te juro que no estaba en acecho

cuando cruzaste el umbral de mi mirada).

De las demás actividades

En el encuentro hubo otras disertaciones sobre las obras de estos ejemplares poetas interioristas: Miguelina Medina presentó un estudio a Ruptura del silencio, de José López Larache, y un estudio a Latido cierto, de Tulio Cordero.

Luis Quezada leyó su análisis a Las garzas del batey no tienen apellido, de José López Larache, y a Tienda de la Presencia, de Tulio Cordero.

Y Rita Díaz iluminó, de manera especial, con su estudio a La sed del Junco, de Tulio Cordero. Los homenajeados escritores agradecieron humildemente a don Bruno Rosario Candelier la distinción, a los demás interioristas que estudiaron sus obras, y testimoniaron sobre sus creaciones.

«La morada interior» es el título del texto que compartió Tulio Cordero para hablar de su obra y de lo que representó, y aún representa, el Interiorismo en su vida poética.

Estuvieron presentes, además de los mencionados, los escritores William Acevedo Fernández, Milagros de Féliz, Juan Inirio, Isael Pérez, Miguel Ángel Lugo, Gianny Liranzo, Rafael Peralta Romero, Mercedes Morales, Alexandra Borbón y Andrés Ulloa.

En este marco del encuentro, el escritor José López Larache recibió un diploma que lo acredita como «miembro correspondiente de la Academia Dominicana de la Lengua, de manos de su director, el doctor Bruno Rosario Candelier», en compañía de los académicos Rafal Peralta Romero, Rita Díaz, Carmen Pérez Valerio y Luis Quezada.

Por otro lado, el Movimiento Interiorista entregó a cada escritor homenajeado una presea de reconocimiento por sus aportes a sus fundamentos estéticos y a la literatura dominicana.