“Tovar Retrospectivo”: una muestra que exploró el maravilloso mundo imaginario de Iván Tovar
A propósito de la clausura de la gran exposición en el MAM, en las próximas semanas se pondrá a circular el catálogo de la muestra
Tal parece que la exitosa exposición inmersiva “Tovar: surrealismo vivo”, celebrada en junio del año pasado, en la Plaza España, fue la génesis para producir "Tovar Retrospectivo". Esta muestra acaba de cerrar puertas en el Museo de Arte Moderno (MAM), luego de un resonante triunfo de visitas, desde su inauguración el pasado mes de abril. También la magnífica antológica de Leopoldo Maler ha tenido que bajar el telón. Ambas exposiciones se desmontan para dar paso a los trabajos de organización, selección y posterior montaje de las obras que participarán en la Trigésima Bienal Nacional de Artes Visuales, dedicada a Jorge Pineda, que será inaugurada a mediados de agosto en el MAM.
Iván Tovar (San Francisco de Macorís, 1942- Santo Domingo, 2020) es el más alto representante del surrealismo en la República Dominicana, y quizás nuestro artista más cotizado internacionalmente. Esta retrospectiva, que esperemos pueda itinerar en cierta forma, fue el resultado de la unión de voluntades entre el Voluntariado del Museo de Arte Moderno, con Isaac Rudman a la cabeza, y la Fundación Iván Tovar, con el respaldo y la gestión de Héctor José Rizek, entre otros.
Un importante equipo multidisciplinario tuvo a su cargo en los meses previos de la apertura localizar obras, catalogarlas y seleccionarlas, amén de la contratación de seguros y traslados. Dibujos, pinturas, esculturas y objetos de arte que evidencian la prolífica carrera de Tovar, desde sus mismos inicios hasta culminar con el lienzo inconcluso dejado en su taller, al momento de su muerte.
Echamos en falta en esta espléndida exposición un texto introductorio de sala, que diese pistas al espectador, fuese iniciado o no en arte de este tiempo, para conocer lo que encontraría en su recorrido, así como la forma en que se distribuyeron o agruparon las obras. También saber si se utilizó una cierta cronología en la producción del artista, o si bien se emplazaron por temáticas.
Una línea de tiempo, por muy completa que sea, no es lo suficientemente didáctica, ni es su función, para indicar al público lo que va a encontrar o no en su recorrido. Esto debe consignarse siempre en un breve escrito que prepare el espíritu del público asistente. Sin embargo, es importante señalar que sus organizadores realizaron bastantes visitas guiadas, así como varios encuentros con críticos e historiadores nacionales e internacionales, para debatir en torno cuerpo de trabajo de Tovar, siendo el de la controversial Avelina Lésper el más concurrido de todos.
Dueño de un universo personal, y que muchos prefieren encasillarlo dentro del neosurrealismo, Tovar nos hace partícipes de ese maravilloso mundo imaginario, un bestiario muy suyo, con formas sinuosas, eróticas, retorcidas, oníricas y distintivas que caracterizan su obra, y que siempre supo resolver con maestría frente al desafío del lienzo en blanco, con una pulcra y esmerada factura.
Hubiese sido justo hacer un guiño a Eugenio Fernández Granell en la muestra, quien precisamente descubrió su vocación hacia la pintura surrealista en suelo dominicano, al ponerse en contacto en la isla con Breton y otros propulsores de este movimiento artístico que posteriormente consagró al exiliado español como uno de sus grandes exponentes. Tovar conoció a Granell, y sin lugar a dudas, fue uno de sus referentes en la visión conceptual y estética que posteriormente desarrollaría. Además, Tovar presentó en el Museo Granell, su Antológica en 2014.
La museografía tuvo aciertos, sobre todo con las esculturas y ciertas pinturas, desplegadas e iluminadas con un protagonismo necesario, dentro del conjunto que supera las doscientas obras. Pero es también justo indicar que menos obras hubiesen producido un conjunto más potente y efectivo, al limitar piezas semejantes en espacios que resultaron apiñados y reiterativos.
El alfabeto tovariano y el genial poema autobiográfico del artista ocuparon merecidos sitiales de importancia en la puesta en escena, que si pasamos balance es más que positiva.
Desconocemos si el catálogo que se pondrá a circular próximamente contendrá exclusivamente las obras de esta retrospectiva, o si se ampliará para hacer uno razonado, que tanto amerita la virtuosa obra de Tovar.
Esta retrospectiva sienta pautas en la gestión y organización de grandes exposiciones, como también lo hizo en el 2019 el Centro León, con Ser Oscar de la Renta. Dos ejemplos a emular.
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