Un cuarto de siglo después, el mundo no olvida a Diana de Gales

El 31 de agosto se cumplen 25 años del fallecimiento de Diana de Gales al estrellarse, a gran velocidad, el Mercedes en el que viajaba contra uno de los pilares que soportan el túnel del puente del Alma en París

Diana de Gales murió el 31 de agosto de 1997. (EFE)

En el trágico suceso, aparte de la princesa, entonces de 36 años, murieron también su compañero sentimental, el multimillonario egipcio, Dodi Al Fayed y el conductor del vehículo, Henri Paul, que según se desveló se hallaba en estado ebrio. Sólo sobrevivió el guardaespaldas que les acompañaba.

Poco antes del accidente, las cámaras del hotel Ritz de París, propiedad de Al Fayed, grabaron a la pareja saliendo por la puerta trasera en un intento de despistar a los fotógrafos. Fue esa la última imagen de la princesa con vida.

Al conocerse el óbito, a las 06,30 GMT, dado que Diana de Gales no murió en el acto, la BBC interrumpió su programación para emitir el himno nacional del Reino Unido con la bandera de la nación a media asta como telón de fondo.

Un funeral único para una persona única 

El 6 de septiembre, seis días después de su muerte, seis millones de británicos, dos de ellos en el centro de Londres, despidieron para siempre a “una persona única en un funeral único”, en palabras del portavoz del Palacio de Buckingham.

Más de 2,500 millones de personas de todo el mundo siguieron por televisión durante más de siete horas los actos de despedida de la ya conocida como “princesa del pueblo” cuyo féretro entró en la Abadía de Westminster, lugar de coronación de los reyes británicos y centro religioso del país, bajo los acordes del himno nacional "Dios Salve a la Reina", cantado por el coro de la BBC y bajo la atenta mirada de destacadas figuras internacionales de la política y la cultura.

La muerte de Diana sorprendió a la reina Isabel en su residencia de verano de Balmoral, en Escocia, y ante el clamor popular de millones de británicos debido a la frialdad mostrada en los días previos al funeral por la familia real, en especial por Isabel II, rindió tributo a su nuera, a quien calificó como un "ser humano excepcional" cuya figura "nadie podrá olvidar".

En respuesta a esas críticas, la monarca adoptó dos decisiones sin precedentes: pronunciar un discurso por televisión y ordenar que la bandera nacional británica ondeara a media asta en el Palacio de Buckingham.

Adiós Rosa de Inglaterra  

Uno de los momentos más emotivos lo protagonizó su amigo Elton John quien, de riguroso luto y sin poder contener las lágrimas, le dedicó al piano y a petición del deán de la Abadía la versión de su “Candle in the wind” readaptada para la ocasión como “Goodbye England’s Rose” (Adiós Rosa de Inglaterra), siempre vivirás en nuestros corazones”.

En las más de siete horas de tributo funerario, su hermano, Charles Spencer, además de ensalzar su figura, vertió duras críticas contra los fotógrafos que la siguieron en el túnel del Alma cuando ocurrió el accidente, y de los que pensaba la habían convertido en "la mujer más perseguida de este siglo".

Fue después de esta ceremonia cuando el coche fúnebre emprendió viaje hasta la última morada de lady Diana, en un lago en la mansión familiar de Althorp Hall, situada a 150 kilómetros de Londres, entre los sollozos de muchos de los millones de británicos que se situaron a lo largo del recorrido.

Paparazis, el duque de Edimburgo y una conspiración

 

La causa de su muerte generó múltiples teorías que abarcaron desde una conspiración de la familia real británica opuesta a la relación de la princesa (cristiana) con un musulmán, hasta una operación sufragada por los fabricantes de minas al ser Lady Di una férrea activista contra este tipo de mortífero armamento militar.

El padre de Dodi, el ya fallecido Mohamed Al Fayed, dueño entonces de los almacenes Harrods de Londres, defendió con pertinacia durante años que la pareja fue víctima de una conspiración de los servicios secretos británicos ordenada por el duque de Edimburgo, esposo de la reina de Inglaterra.

Sin embargo, el veredicto, emitido en el Tribunal Superior de Londres en 2008, desmontó esta teoría al concluir que el accidente se debió a un homicidio por imprudencia del conductor ebrio y de los fotógrafos que perseguían a la mediática Diana.

Su muerte precoz eleva aún más el mito

 

Desde su boda con el príncipe Carlos en 1981, vista por más de 700 millones de espectadores y tras alumbrar dos hijos, Guillermo, llamado a ser rey de Inglaterra, y Harry, la princesa se convirtió en blanco de los paparazis y en uno de los personajes más fotografiados del mundo.

Su mediático divorcio o su explosiva entrevista concedida a la BBC dos años antes de su muerte, en la que reconoció que en su matrimonio eran “tres”, refiriéndose a Camilla Parker (entonces amante de su marido) o haberle sido infiel a Carlos, además de su bulimia, conmovió al mundo.

En este contexto, el pasado 21 de julio y poco antes de cumplirse el 25 aniversario de su muerte, la BBC emitió un comunicado en el que pedía disculpas al príncipe Carlos y a sus dos hijos por el impacto que les supuso esta entrevista que, en opinión de la cadena, nunca más volverá a emitirse dado que la princesa accedió a ella bajo una red de mentiras y de documentación falsa. 

En paralelo, su incansable participación en las campañas contra las minas antipersonas o en las causas de los más desfavorecidos, no hicieron sino agrandar el personaje.

Sus trajes, su corte de pelo y su estilo trufado de glamur, fueron imitados a lo largo de los pocos años que vivió y numerosas personalidades del mundo de la política o la cultura no dudaron en desvelar que su sueño era fotografiarse con ella o sentarla algún día en su mesa.

La trágica y precoz muerte de la tímida Diana, que consiguió modernizar y humanizar a la monarquía británica, elevó aún más el mito.

(Texto: Marga Sánchez Pacheco)

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