Errar es de sabios, enmendar también
La democracia es más que votar y que elegir, también es escuchar al pueblo
Todavía resuenan los calderos. Todavía recordamos lo que ese sonido que se replicaba de barrio en barrio significó en los últimos meses del gobierno de Danilo Medina con un pueblo cansado, estresado y encerrado.
Con el anuncio de la reforma fiscal caliente y los detalles en la calle, la gente comenzó a organizarse y hacer sentir su molestia.
Con las vistas públicas transmitidas en directo, nuestros honorables congresistas se dieron cuenta que no les iba a bastar una mayoría “aplastante” para pasar el proyecto.
Por principio, no se puede legislar en contra del pueblo.
La democracia es más que votar y que elegir, también es escuchar al pueblo.
El pueblo en el Congreso
Me dio muchísima satisfacción ver que las puertas del Congreso se abrieron para permitir que todos los dominicanos que quisieran exponer su punto de vista pudieran hacerlo.
Mucho circo y ¿poco pan?
Y desfiló todo el que quiso: profesionales de todas las ramas, amas de casa, jóvenes, envejecientes, militantes de partidos políticos, gremialistas, ateos, defensores de la mariguana, pastores y maestros.
Hubo de todo, pero sobre todo hubo apertura de criterio y respeto al disenso.
Me encantó ver a los diputados escuchando que les dijeran hasta “barriga verde” y les recordaran que son el primer poder del Estado, así como su función fiscalizadora y no el sello goniógrafo que ellos creen que son.
El proyecto de reforma quedó sentenciado y el presidente Abinader escuchó alto y muy claro que proseguir con la idea podía salirle muy caro y, en una exquisita lección de inteligencia política, decidió retirar el proyecto sin nueva fecha. Erró y enmendó y se le agradece.
¿Es necesaria la reforma? Posiblemente, pero no así. El gobierno tiene múltiples posibilidades de ahorro interno y de controlar la evasión, haciendo pagar a los morosos de siempre.
Ideas a tener en cuenta
Es posible que haya que revisar los regímenes especiales de exención, pero quizás de forma escalonada o extender la facilidad solo para nuevos inversores.
Está claro que no se puede vivir del dao y hacerlo permanente, haciendo más rico al mismo grupo de siempre. No funciona en una casa, no funciona en el gobierno.
Tiene enormes opciones con la nómina y el gasto público y con algunos privilegios irritantes que no tienen razón de ser.
Lo que pudieron parecer buenas ideas, como el financiamiento público a los partidos políticos para evitar que recibieran fondos ilícitos, no funcionó y tampoco se fiscaliza, por lo que no es un gasto, sino un regalo. Y no estamos para regalos de miles de millones de pesos.
El etcétera es demasiado largo, como el 4% para la educación, pero pueden comenzar por ahí.
La gran lección que nos queda es que el pueblo despertó y está atento. Muy consciente del poder que le pueden dar las redes, los medios o las cacerolas de su casa, está dispuesto a salir de su zona de confort y hacerse escuchar.
Ya no es tan fácil engañarlo o manipularlo. Ya es un actor activo de la política, aunque solo salga a veces y cuando mejor le convenga.
Quizás ahora no sea tan fácil gobernar, pero desde luego es mucho más democrático.
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