Encontrarse, crear, leer

La Biblioteca Central Oodi en Helsinki, es mucho más que una biblioteca, es un centro de encuentro comunitario, creatividad y aprendizaje

La Biblioteca Central Oodi es un refugio cultural en el corazón de Helsinki. (Fuente externa)

La escarcha empieza a cubrir la hierba del parque. La contemplo desde el balcón. El frío moderado todavía me permite hacerlo sin más compañía que una taza de humeante café entre las manos y la calidez de mi abrigo. No muy lejos se divisa la preciosa columnata del Parlamento.

Quizás por eso, y por la plaza y el parque públicos que nos separan de él, el balcón desde el que hoy diviso la ciudad de Helsinki se llama el Balcón de los Ciudadanos.

Estoy en el tercer piso de Oodi, la Biblioteca Central de Helsinki. Una superficie de más dieciséis mil metros cuadrados, más de cien mil libros a nuestra disposición, y a la de las casi cinco mil personas que cruzarán cada día sus puertas, y a las de más de un millón y medio que lo harán durante este año.

Es el corazón de la red de bibliotecas públicas de Helsinki y se ha convertido, desde su fundación en 2018, en un espacio urbano de encuentro abierto a todos, cuyos servicios básicos son gratuitos.

El nombre de Oodi en lengua finesa quiere decir ‘oda’, un poema de alabanza; la han bautizado así gracias a las propuestas de los ciudadanos finlandeses.

En su interior, una escalera en espiral nos ayuda a desplazarnos entre sus tres plantas. Escalón a escalón leemos en sus paredes la obra de Otto Karvonen, titulada Dedicatoria, una escalera de palabras que les dedican la biblioteca, como si de un gran libro se tratara, a todo tipo de lectores.

Conforme recorremos sus espacios nos sentimos parte de una comunidad humana con la que nos vincula la cultura. Cada una de sus tres plantas tiene su propia personalidad. Hay lugar para el silencio y la lectura, y también lugar para la creación, el diálogo o el juego.

En la primera planta podemos encontrarnos con los demás: un auditorio, salas de cine y exposiciones, una cafetería y un restaurante.

La segunda planta, llamada Ático, es un espacio para la creación y el aprendizaje, un taller urbano equipado con estudios de grabación o de edición de video; impresoras 3D; salas para trabajar solos o en equipo; gabinetes para diseñar moda o crear artesanías; zonas para tejer o para jugar juegos de mesa o videojuegos.

Los libros están presentes siempre, pero la tercera planta es su Paraíso, un espacio diáfano y luminoso cubierto por un techo en forma de nube ondulante.

Elijan su sillón, incluso bajo las ramas de un árbol; tomen un libro prestado o lleven el suyo propio. Ábranlo y déjense llevar. Mientras yo lo hago, un grupo de bebés gatea entre los libros, juega con ellos y los convierte en parte de su vida.

Soy una viajera particular. Me gusta conocer los espacios que el ser humano dedica a la lectura en su vida cotidiana. Me gusta conocer a los pueblos por el lugar donde colocan sus libros.

Disfruto de la pequeña y modesta biblioteca rural en la que a veces todo depende de la voluntad de un bibliotecario apasionado. Disfruto de la biblioteca histórica de un inmenso palacio diseñada por el mejor arquitecto del Renacimiento.

Disfruto de una biblioteca, como Oodi, aupada por una sociedad culta que se encuentra en torno a la palabra. Disfruto de las bibliotecas. ¿Y ustedes?

María José Rincón González, filóloga y lexicógrafa. Apasionada de las palabras, también desde la letra Zeta de la Academia Dominicana de la Lengua.