¿Qué pasa con el hijo del medio?

Es difícil ser el hijo del medio. Aprenda a tenerlo en cuenta y no lo abandone

Consejos para no olvidar al hijo del medio en la dinámica familiar. (Shutterstock)

El hijo del medio es como el jamón y el queso del sándwich. Está entre uno mayor y otro pequeño. En el caso mío, éramos cinco hembras, y yo estaba en el medio.

¿Qué pasó? Confirmé que era el jamón del sándwich: muy chiquita para jugar con las grandes, y muy grande para jugar con las pequeñas.

Dicen que el niño del medio se siente abandonado, porque a los otros hermanos se les presta más atención, por ser los grandes o los más pequeños. Yo lo viví y es cierto. Lo sentí como abandono, porque nadie quería jugar conmigo.

Mi mamá siempre decía que éramos cinco. A ella no le gustaba que fuéramos a jugar fuera, sino entre nosotras. Pero yo no podía obligar a mis hermanas. Como consecuencia, pensé muchas veces que estaba loca, porque empecé a hablar con las paredes. No tenía con quién hacerlo.

Entonces, si usted ve a un niño hablando con las paredes y no parece psicótico, es porque se siente muy solo y tiene amigos imaginarios. Yo también me refugié en mi imaginación, y eso me ayudó a ser una artista.

Entonces hacía veladas, me gustaba cantar, me disfrazaba, invitaba a mis hermanas a que vieran mi show. A eso sí iban todas. Así perdí el miedo a hacer las cosas en público.

Me convertí en cantante desde los 15 años, hasta hoy, y después quizá en una estrella de la televisión, porque aprendí desde pequeña. Es decir, le saqué provecho a la situación, pero sufrí y me sentí sola y abandonada.

Además, se me hizo muy difícil crear lazos con mis hermanas. Todo me marcó mucho. Así se explica por qué siempre trato de hacer las cosas bien, destacarme y trabajar el arte y la creatividad.

Es difícil ser el hijo del medio. Aprenda a tenerlo en cuenta y no lo abandone. Que ningún hijo suyo se sienta solo, y eso no solamente va con el del medio.

Mi hija hace algo muy inteligente. Cuando visita a una amiga que tuvo un hijo, se presenta con dos regalos. Uno quizás más pequeño para el primero y otro más grande para el que acabó de nacer.

Dedíquele tiempo al que nació primero. Ayúdelo a acercarse a su hermanito, póngalo a darle la leche, a cargarlo, dígale que es responsable —junto con mamá— de cuidarlo. No le quite el trono al rey, enséñelo a aceptar que nació príncipe o princesa.

Terapeuta familiar, psicóloga, sexóloga y experta en relaciones de pareja.

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