Visitas inoportunas
Hay momentos en que la visita es inoportuna por más amor que haya y, siendo justos, no todo el mundo conoce los códigos o se lleva la seña cuando es momento de recoger e irse
Todos las hemos tenido. Gente que se aparece sin avisar o llega tarde, o en el peor momento posible para trastocarte la agenda, los planes y el buen humor.
Gracias a Dios, hasta la gente muy cercana avisa cuando va de visita, pero a veces atento a confianza “se aparecen” y encuentran a uno literalmente en paños menores y con la nevera vacía.
Hay momentos en que la visita es inoportuna por más amor que haya y, siendo justos, no todo el mundo conoce los códigos o se lleva la seña cuando es momento de recoger e irse.
Conversando con amigos, nos pusimos a recordar los momentos donde la visita, breve o larga, no es muy bienvenida.
- Recién casados: aunque ya pocas parejas “se guardan” para el matrimonio, hay que entender que la luna de miel tiende a prolongarse y es un periodo de ajuste necesario. Si usted no quiere llegar y encontrar una situación incómoda para el que visita, deles a los tórtolos un par de meses antes de aparecerse. Cuando ellos estén en plan de recibir, invitarán. No se desesperen.
- Recién paridas: no hay momento más vulnerable para la mujer que cuando está de parto. El parto viene precedido de semanas, sino meses, de incomodidad y poco sueño, por lo que el horno no está para galletitas llegado el momento. Los días posteriores al nacimiento son de mucha actividad y agotamiento. Es difícil contener el deseo de visitar al recién nacido, pero hay que entender que los bebés y las recién paridas necesitan espacio y tiempo. A los dominicanos nos encanta un besuquear y hay gente que eso no le gusta y no tiene que explicarlo ni justificarlo. El que se ofende, pierde.
- Internos / enfermos: cuando el médico pone en la puerta “prohibidas las visitas”, alguna razón tendrá. Y aunque es verdad que al amigo se le conoce en la cama y en la cárcel, hay veces que conviene esperar que el paciente llegue a la casa y pueda recibirlo en condiciones. Las mujeres en particular, odiamos que nos vean mal puestas y en una clínica es difícil mantener los cabellos limpios y las batas en condiciones.
Pero fuera de esos momentos muy puntuales, hay gente que no sabe ser visita. Quieren imponer gustos y gastos sin saber si el anfitrión por imposición puede afrontarlos. Como el amigo a quien un primo anunció visita, exigiendo “un asopado de mariscos”.
Para ese momento, mi pobre amigo no llegaba a locrio tras unas cuantas malas decisiones que lo habían dejado en olla. Aunque hubiera querido ofrecerle el antojo, no podía y así se lo dijo.
Si usted no quiere ser recordado como una visita inoportuna, anuncie con tiempo suficiente su intención de visitar, sea puntual en la hora de llegada, comedido en el tiempo que se vaya a quedar y siempre llegue con algo en la mano.
No asuma que la casa a donde va es a prueba de niños o mascotas y tampoco asuma que la amistad o la familiaridad le da permiso de hacer cosas que no permitiría en su propia casa.
Cuestión de educación, ni más ni menos.
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